Vivo: no me llames Movistar

Sin muchas demoras, en cuanto el regulador brasileño autorizó la compra-venta de Vivo el 24 de septiembre, Telefónica pagó a Portugal Telecom (PT) la primera cuota, el mismo día se convocó al consejo de Vivo a una reunión y sin más trámite se resolvió la salida de los tres consejeros de PT y rápido también se designaron tres ejecutivos del grupo español para cubrir las vacantes. Así Telefónica se convirtió en los hechos en el dueño del operador móvil más grande de Brasil, y, por tanto, de Latinoamérica si de tamaño y economía se trata.

Y aunque antes Telefónica, si de números hablamos, y en relación a esta operación, no había realizado ninguna estimación, ni apenas tímida, de los ahorros e ingresos que iba a significarle la compra de Vivo, habiendo dejado la tarea de la especulación a los analistas, sin más divulgó el  informe que envió a la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV). Y con orgullo, el grupo dejó saber que la consolidación de sus negocios fijo —Telesp— y móvil —Vivo— en Brasil a través de la sinergia de las operaciones generará ahorros por 3.300 a 4.200 millones de euros. Y lo dejó en claro: “Al cierre del tercer trimestre de 2010, Telefónica registrará en su cuenta de resultados un impacto neto positivo de, aproximadamente, 3.500 millones de euros”. Esta cifra incluye 2.300 a 2.700 millones de euros de ahorros operativos y costos de inversión derivados de la incorporación de Vivo a los balances del Grupo Telefónica y, ahorros financieros y fiscales por 1.000 a 1.500 millones de euros.

Aunque se trata de un movimiento sobre libros, el ahorro de la sinergia de Vivo y Telesp significa que lo que tenía Telefónica en Vivo antes de la compra ahora vale 3.500 millones de euros más. Ahora los accionistas del Grupo Telefónica saben que están más cerca de llegar al objetivo que puso César Alierta de 2,10 euros por acción cuando comenzó a negociar con PT.

La empresa española también confirmó que realizará una oferta pública de adquisición (OPA) por las acciones ordinarias de Vivo —un 3,8 por ciento de su capital— que no posee Brasilcel. En este sentido, la compañía indicó que una vez completado este proceso —estimado para fines de febrero— continuará con la integración de las operaciones de Telesp y Vivo aplicando para eso “su amplia experiencia en la integración de operaciones y captura de sinergias para empezar a obtener los ahorros esperados desde el momento actual”. Los ahorros surgen de la capacidad de la empresa española para ahorrar y desde luego para negociar y comprar.

Como venía la jugada se esperaba que luego del gol Telefónica se quitara la camiseta y mostrara la remera que lleva debajo con la foto de su nueva compra y el nombre que llevará el operador brasileño de ahora en más. Y Telefónica sin guiñar el ojo respondió que no tiene intenciones de integrar las marcas Vivo y Telesp en el corto plazo y estimó que eso podría suceder dentro de un año y medio como mínimo. Justo cuando esté terminando con el último pago de la compra a PT.

Por el momento, el grupo español no dice ni deja entrever nada al respecto de la marca que prevalecerá y le ha dado protagonismo a los estados contables y números, que claro llevan, y en este caso, arrastran a la industria, puesto que ya nadie duda que Latinoamérica es un mercado clave para los resultados del grupo español. No es una cuestión menor del mercado la marca que llevará a la integración de las dos operaciones—Telesp desde luego no será la elegida—.

El dilema de la marca no es menor, especialmente en el ambiente globalizado en el que se mueve Telefónica. ¿Sacrificará el Grupo español a Vivo, marca con alto grado de aceptación, simpatía y sinónimo de buen servicio, por Movistar? Camino hacia diciembre de 2012, fecha de pago de la última cuota de los 7.500 millones de euros a PT, paulatinamente se integrarán algunas áreas fijas y móviles, principalmente de soporte y operativas. Pero, en el primer semestre de 2011 se anticipa de nuevo la acción con el lanzamiento de las primeras ofertas de servicios en conjunto, excepto en San Pablo. Pero esta integración de servicios no responde a la marca única.

Dilema similar tiene su gran competidor en México, donde América Móvil no cambia a Telcel por Claro. Hasta en ese aspecto se parecen las dos operadoras que dominan la región.

Telefónica puede hacer lo que quiera, hasta podría continuar con la marca Vivo y lanzar un operador virtual con Movistar —ya existen planes para lanzar un MVNO con la marca de la red social Tuenti— hacia algún segmento particular y en cinco años quizás el dilema se resuelva solo. Sea como sea, si al operador brasileño le preguntan sobre su identidad, podría decir que su nombre y apellido es Vivo Participaçoes, el nombre de su tutor es Grupo Telefónica, que su papá le dice Movistar, pero que todos lo llaman Vivo.

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