Según un estudio del ConsumerLab de Ericsson, los usuarios dependen cada vez más de las aplicaciones para satisfacer sus necesidades diarias. Apagar el despertador y acceder inmediatamente a las redes sociales desde el mismo celular que nos despertó con nuestra canción preferida de la semana es un hábito cada día más popular en todo el mundo. La investigación revela que en la actualidad, el 35 por ciento de los usuarios estadounidenses de Android y iPhone sigue esa rutina todas las mañanas. Si bien los expertos no lo confirman, el número podría aumentar exponencialmente el día que los smartphones sirvan para el cepillado de dientes.
El Jefe de Investigación del ConsumerLab de Ericsson, Michael Björn, afirmó que “los consumidores se apegan a un cierto conjunto de aplicaciones que les hace sentirse más en control de sus vidas y convierten tareas cotidianas en experiencias positivas” y ejemplifica la situación con contudencia: “si una nueva situación surge, es probable que haya una aplicación por ahí que podría ayudarlos”.
La creciente popularidad de las redes sociales y diversas aplicaciones que van desde agilizar la administración de tareas laborales hasta el fanatismo de lanzar pajaritos desde una gomera, dan inicio a una filosófica discusión: ¿Qué existió primero, el huevo o la gallina? El estudio indica que los consumidores de hoy le dan menor importancia a los dispositivos y más atención a las aplicaciones.
Los manuales explicaban que la popularización de los smartphones y la banda ancha móvil fueron los motores necesarios para la explosión de las aplicaciones, pero ahora los especialistas indican que un fiel usuario de redes sociales que sólo se conectaba desde una PC, se ve tentado -o obligado- a comprar un dispositivo móvil por su dependencia incondicional a la web y a todo lo que puede obtener de ella. No importa si es un blackberry, un iPhone, Android, una tableta o una netbook, la necesidad es poder conectarse en cualquier momento.
Lo cierto es que todo gira en torno a ellas. Las aplicaciones son las estrellas del mercado y todos ponen sus ojos allí. Las tiendas de Apple y Android siguen creciendo, al igual que sus descargas pagas, y los operadores de telefonía móvil preparan el territorio para instalarse en el juego con sus propias plataformas y compartiendo ganancias con los desarrolladores. En conjunto, tienen el desafío de saciar la sed de los clientes y el pronóstico que hacen les es positivo: todo indica que los usuarios caminan un extenso desierto, donde las aplicaciones se venden como agua helada.
