Google no quiere ser Apple, quiere ser Google

La compra de Motorola por parte de Google ha provocado un río desbocado de artículos donde todo aquel con pluma electrónica ha intentado jugar a ver implicaciones mucho más rebuscadas de lo que la noticia encierra. El otro día escuchaba en televisión, a una periodista veterana, que el periodismo tiene que generar el mismo interés que una película o una serie de televisión porque los medios “cotizan en bolsa”. TeleSemana.com no cotiza en bolsa, que más quisiéramos nosotros, pero sí es cierto que podemos llegar a perdernos en un ejercicio de entretenimiento más que en un acto informativo. Con Google, la información es muy simple:

Google ha comprado por 12.500 millones de dólares a Motorola para contar con sus patentes y así fortalecer a Android en el mercado ante el ataque de Apple, Microsoft y RIM, entre otros.

Con esa frase podríamos, realmente, cerrar la noticia, y esperar acontecimientos en las próximas semanas, porque si de algo no podemos tener duda, es que esto no se va a quedar aquí. Los medios y los analistas se han tirado al bollo como un naufrago que lleva una semana sin comer, porque la noticia da para hacer todo tipo de especulaciones. Curiosamente, los medios se han centrado en dos aspectos fundamentales, que saltándome un poco nuestro estilo periodístico lo pondré en bullets:

1. Google quiere ser como Apple

2. Los fabricantes que apuestan por Android están enfadados con Google por esta compra

TeleSemana.com lleva semanas, si no meses, cubriendo el asunto de las patentes, y venimos advirtiendo que las fortalezas de Apple y Google en el segmento de la telefonía móvil tenía su Talón de Aquiles: las patentes. Hoy en día no se puede competir en el mercado de la telefonía móvil en posición de retador de los líderes del mercado sin tener un portafolio de patentes con el que negociar con las propias empresas a las que retas. Para Google, al igual que para Apple, las patentes de Nortel eran más que suficientes. Con las de Motorola, Google se convierte en un pez gordo, como debe ser de una empresa de su calibre.

Volviendo al primer punto, donde se habla de un Google con complejo de Apple, es importante mencionar que Google ni quiere ni necesita parecerse a Apple. Una empresa que vive del software y la nube, jamás querrá embarcarse en la fabricación de productos físicos en un mercado volátil, de alta competencia y márgenes justos como es el de la fabricación de dispositivos. Pasar del software al hardware no es fácil, por eso Microsoft prefirió asociarse a Nokia, líder en hardware, y por eso Nokia, se asoció con un líder de software. Sólo empresas como Apple que nacen con la cultura de mezclar software y hardware como su “core” de negocio pueden sostener ese modelo (y Apple ha estado muchas veces en la cuerda floja por hacer ambos).

Así pues, y me perdonarán la expresión, Google no debe querer saber nada de hardware, porque su negocio no es la fabricación sino la creación de servicios, y Android es su apuesta para poder llevarlos al mundo móvil. Además, Google en su comunicado ya ha establecido que no mezclará a Motorola, sino que se gestionará como una empresa aparte.

El punto dos también ha sido altamente comentado por los medios y analistas. Ahora los fabricantes de dispositivos que usan Android están, supuestamente enfadados, porque Google ha comprado a un fabricante que ya sólo tiene el tres por ciento del mercado, y bajando. Motorola es verdaderamente una amenaza para, por ejemplo, Samsung sólo porque Google es ahora la dueña.

El problema que enfrentaban los fabricantes con un Google sin patentes era mucho peor, pues sus dispositivos podrían haber tenido un encarecimiento de producción debido al pago de licencias que hasta ahora han evitado. Hasta tal punto que tanto Nokia como Microsoft ya pensaban que con la guerra de patentes licenciar Android sería igual o más caro que licenciar Windows Phone. Con la compra de Motorola, la apuesta Android se refuerza, y no al revés.

El argumento de la debilitación se basaba en el hecho de que ahora Google ofrecerá a través de Motorola la mejor versión posible de Android, algo que ya hizo con HTC, con el Nexus One, y que ahora está haciendo con Samsung y el Nexus S. Es decir, Google no tiene ningún problema en ofrecerle a los fabricantes la última versión de su OS, el problema en el pasado, es que la súper última versión necesita unos requisitos de hardware que no todos los fabricantes pueden acomodar, algo que ya ha sido documentado en su día.

Incluso en un algunos análisis de consultoras de renombre hemos leímos argumentos que apuntan a que los fabricantes le podrían dar la espalda a Android como ya hicieran con Symbian cuando fue adquirido por Nokia. El problema es que a Symbian se le había dado la espalda mucho antes, y Nokia quiso revertir la dinámica tomando el control, estrategia que como todos sabemos no funcionó.

Lo básico se mantiene intacto. Google es una empresa de servicios de software en la nube, que muy posiblemente acabará vendiendo su infraestructura de fabricación de dispositivos móviles a uno de sus socios, ya sea HTC o Samsung, algo que me atrevo a pensar ya podría incluso haber sido pactado entre el gigante de Internet y algún fabricante de teléfonos. Android se ha fortalecido porque ahora tiene un apoyo de patentes que hace dos días no tenía (aunque aún falta la aprobación de las autoridades), y este soporte legal ayuda a todas las empresas que han apostado por este OS. Y por último y más importante, a la gente de la calle, la que compra los teléfonos, le gusta Android, hablan de él, ya es un ícono en la telefonía celular, ahora o tienes un iPhone o tienes un Android, el resto es información irrelevante para el consumidor. Este hecho es tan potente que ningún fabricante comprometido con Android sacrificará, especialmente cuando la alternativa a esta plataforma es Windows Phone.

Cuenta con más de 22 años de experiencia cubriendo el sector de las telecomunicaciones para América Latina. El Sr. Junquera ha viajado constantemente alrededor del mundo cubriendo los eventos de mayor relevancia para la industria en América, Europa y Asia. Su experiencia académica incluye un BA en periodismo escrito por la Universidad de Suffolk en Boston, MA, y un Master en Economía Internacional en la misma institución.

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