El estudio sobre el estado de las telecomunicaciones en México encargado por la Comisión Federal de Telecomunicaciones (Cofetel) a la Organisation for Economic Co-operation and Development (OECD) sigue causando revuelo en ese mercado. Unos lo consideran innecesario, pues las conclusiones ya se sabían desde hace tiempo—quizá no estaban tan cuantificadas como ahora, y por eso escuecen un poco más—, y otros por que creen que los resultados son, por ponerlo suave, muy arbitrarios.
Carlos Slim, quien si de algo sabe es de la situación del mercado de telecomunicaciones en México, pues aunque no es el dueño del mismo, poco le falta, ha criticado los resultados del estudio en tono elevado por, supongo, dos motivos. El primero, porque evidentemente sus dos empresas, América Móvil y Telmex, son acusadas de haber estrangulado al mercado con su fuerte presión durante muchos años. Sin embargo, como empresas privadas han hecho lo que haría cualquier otra: conquistar mercado y someterlo a sus intereses y el de sus accionistas tanto como se pueda.
Por alusión directa a ambas empresas Slim ha tenido que salir a criticar unas duras cifras que colocan al mercado mexicano de las telecomunicaciones en una situación sonrojante con respecto a otros países de la región, algo que como argumentan otros críticos no necesariamente alineados con Slim, ya se sabía.
Segundo, no puede descartarse que a Slim le puede llegar a pesar, como ciudadano mexicano, que sus empresas tengan parte de culpa en el retraso del sector en su país, mientras sus filiales, en mercados como el brasileño, por ejemplo, hayan sido beneficiosas para esa sociedad. Con esto no quiero decir que Slim no aporte al mercado mexicano, su aportación existe y es la que es. Simplemente la reacción parece haber tocado una fibra personal porque a nadie le gusta que le señalen como factor importante, sino determinante, de un mal mayor.
El magnate ha respondido como quien se siente, en gran parte, responsable de una situación determinada, cuando, en principio, él ha sido como un judoca que aprovecha las fortalezas de su oponente para moverlo a su antojo. El imperio Slim en México es hoy en día lo que es porque él ha sabido moverse y porque otros le han dejado maniobrar. Son estos últimos los que deberían responder con vehemencia antes los resultados del estudio.
