Por qué pensamos que era Nokia quien ayudaba a Microsoft

Microsoft y Nokia en anuncio de cooperación en segmento de smartphones en 2011

Cuando en 2011 Nokia anunciaba que su apuesta a futuro para seguir liderando las ventas de teléfonos pasaba por asociarse con Microsoft, aparte de creer que era un error y criticarlo como tal, pensamos que en realidad era Nokia quien le hacía un favor a Microsoft y por eso, esta empresa, le abonaba 1.000 millones de dólares a la finlandesa por el compromiso de exclusividad con su plataforma. No en vano Nokia hace algo más de un año seguía siendo el líder del mercado y Microsoft contaba con una plataforma de baja penetración en el mundo de la telefonía móvil. Eso sí, Nokia parecía ser una apuesta segura para revertir rápidamente esta situación; aparte del dinero no sabemos que le aportaba Microsoft a Nokia.

Sin embargo, esta semana Reuters publicaba una nota bajo el título: “Nokia’s woes might call for Microsoft aid”. Es decir, que ¿sería Microsoft quien vendría a rescatar a Nokia de su situación en el sector de la telefonía móvil? La idea que parece indicar el artículo es que Microsoft tiene una pila de billetes verdes para invertir, tantos como 60.000 millones de dólares, que podría utilizarse para comprar parte de la empresa—parece descartado que sea toda—y reflotarla. El valor de Nokia ha caído en la bolsa en un 90 por ciento, y esos 60.000 millones de dólares podrían comprar a cinco Nokias en la actualidad (tiene un valor de unos 12.000 millones de dólares).

Sin embargo, los factores no están del todo bien interpretados en esta ecuación. Antes de asociarse con Nokia, Microsoft, por más dinero que tuviera en sus balances, no había sido capaz de lanzar el sistema operativo para móviles a lo alto de la pirámide. Y tampoco parece que sea un problema del OS en sí, pues operadores y usuarios que han probado los Lumia dicen que es un dispositivo interesante. Ahora bien, una vez en las tiendas, parece que Android y iOS de Apple siguen siendo los sistemas favoritos de los usuarios, por lo que los operadores europeos tampoco están muy contentos con el lanzamiento, por ahora.

Así pues, no parece que el problema de Nokia, y Microsoft, en el sector de la telefonía móvil esté relacionado con el dinero, por más que los balances del fabricante de dispositivos ahora sean un coladero que le haya empujado a la decisión más dolorosa: despedir a empleados. Pero es que si a un colador se le tira más agua, tarde o temprano, la cuela.

Aún sin ser un problema de dinero, parece que Microsoft está dispuesto a invertir para que Nokia no fracase en su intento de recuperar el terreno pérdido en el mercado de los smartphones, o por lo menos, ocupar una posición acorde con su historia. Para Microsoft, el fracaso de Nokia sería un duro golpe y posiblemente le cerraría definitivamente la puerta a poner a su plataforma en este sector con aspiraciones a poder dictar la dirección del mercado como hace en el mundo de las PCs.

Por lo que no hay vuelta atrás para ninguno de los dos. Son socios en esta difícil aventura en la que ambos se han embarcado. Aún nos cuesta entender porque Nokia se lo jugó todo a una carta, por más que sea una carta con la cuenta corriente llena de dinero. Mucho nos tememos que no es el dinero lo que devolverá a Nokia a la cima del mercado, sino una sería estrategia de recuperación de marca, algo que se consigue volviendo a poner dispositivos con su marca en las manos de los usuarios de todo el mundo. Y no cualquier dispositivo, smartphones.

Abrirse a otras plataformas como Android, aunque suene a paso atrás, puede ser la mejor estrategia para ambas, porque a Microsoft una Nokia debilitada que sólo ofrezca su plataforma le sirve menos que una Nokia fuerte que ofrece otras plataformas. Para pensárselo.

Cuenta con más de 22 años de experiencia cubriendo el sector de las telecomunicaciones para América Latina. El Sr. Junquera ha viajado constantemente alrededor del mundo cubriendo los eventos de mayor relevancia para la industria en América, Europa y Asia. Su experiencia académica incluye un BA en periodismo escrito por la Universidad de Suffolk en Boston, MA, y un Master en Economía Internacional en la misma institución.

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