Pagos móviles, preparando el despegue

Como ocurre, generalmente, con nuevas tecnologías y servicios en esta industria, desde hace mucho tiempo —años— se habla en América Latina de la los pagos móviles o banca móvil, y claro que también se ha escuchado acerca de diferentes proyectos en varios países de la región. Sin embargo, como se sabe, puede pasar bastante tiempo desde que se comienza a oír acerca de un avance de este tipo hasta que se transforma finalmente en una realidad. Y por estos días han coincidido en diversos países diferentes proyectos relacionados con la capacidad de utilizar el teléfono celular como medio de pago o para acceder a servicios bancarios, conceptos que despiertan amplio interés en América Latina. Y con razón, ya que según datos de la Organización de las Naciones Unidos (ONU), en la región casi un 70 por ciento de la población adulta no tiene acceso a servicios financieros formales.

Hay una multitud de conceptos alrededor de esta noción: algunos de los más populares son banca móvil, pagos móviles, comercio móvil (m-commerce), dinero móvil, billetera móvil, micropagos, entre varios otros. Cada uno de ellos abraza una cantidad de servicios diferentes, y hay muchos también por desarrollar. Sin embargo, todos tienen algo en común: requieren de infraestructura, por un lado, y la suficiente confianza del usuario para depositar el manejo de su dinero en el teléfono, un dato que no es menor, por el otro.

Todavía es temprano para la adopción de pagos móviles, no sólo en América Latina sino en el mundo, de acuerdo con un estudio de Mastercard denominado “Índice de Preparación para Pagos Móviles (Mobile Payment Readiness Index, MPRI)”. Sin embargo, según la investigación, algunos mercados están progresando hacia la mezcla exacta de fuerzas de mercado y aceptación de los usuarios. Este estudio contempla tres variantes de pagos móviles: persona a persona, comercio móvil (comercio electrónico móvil) y pagos móviles en el punto de venta.

El MPRI establece una escala de puntos de cero a 100, siendo 60 el puntaje de inflexión —es decir, cuando los móviles sean una parte “apreciable” de este negocio—. Ninguno de los 34 países ha alcanzado esa puntuación, ya que el más maduro, Singapur, obtuvo 45,6 puntos, seguido por Canadá (42) y Estados Unidos (41,5). Entre los países analizados hay cuatro representantes latinoamericanos: Brasil (33,4 puntos), Colombia (32,4 puntos), México (27,7) y Argentina (22,4).

Pyramid Research estima que los usuarios de banca móvil pasarán de 18 millones en 2011 a 49 millones en 2012, para llegar en 2015 a 140 millones. Si tenemos en cuenta que la población total de los países de la región ronda los 580 millones de habitantes, vemos que aún faltan algunos años para lograr una masa crítica de usuarios para estos servicios.

Saliendo de la teoría hacia la práctica, en Argentina, la semana pasada se presentó oficialmente Wanda, una empresa conjunta entre Telefónica y MasterCard que brindará servicios de billetera móvil, es decir, permitirá a los usuarios utilizar el celular para realizar transferencia de dinero, pagar en comercios adheridos y recargar saldo. Además de Argentina, la empresa espera lanzar el servicio en otros once países de la región, para atender a un universo de nada menos que 87 millones de potenciales clientes que representa los clientes activos del operador español en la región.

A comienzos también de la semana pasada trascendió que El Salvador implementaría hacia comienzos de 2013 un proyecto de banca móvil. Según publicó el periódico El Mundo, el sistema entraría en marcha durante el primer trimestre del próximo año, pese a que en un principio había estado previsto que funcionara ya en 2012. Víctor Ramírez, titular de la Superintendencia del Sistema Financiero (SSF), dijo al medio que la demora se debe a atrasos en la elaboración de los mecanismos legales que deben coordinarse entre  las instituciones involucradas. “La seguridad es un tema fundamental porque, por ejemplo, hay que ligar el tema de lavado (de dinero) con banca móvil, es decir, que no se pueden permitir operaciones arriba de un monto previamente definido”, explicó el funcionario.

En el proyecto, que se puso en marcha a través de un memorando de entendimiento firmado el pasado mes de diciembre, están involucrados la SSF, el Banco Central de Reserva (BCR), la Banca de Desarrollo (Bandesal) y el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), que brinda asistencia técnica. Es que la ONU considera a la banca móvil como un instrumento de inclusión, dado que permite a la población de bajos recursos acceder a servicios financieros y bancarios.

Mientras tanto en México, de acuerdo con la Asociación de Bancos de México, hay un millón de usuarios, aunque la implementación permite sólo operaciones de bajo valor. Y una encuesta reciente de PriceWaterhouseCoopers (PWC) apunta que seis de cada 10 mexicanos usa el celular para realizar transacciones y consultas bancarias. El estudio no especifica cuántos sólo realizan consultas y cuántos autorizan operaciones desde el móvil, pero la cifra puede resultar indicativa del interés y/o del nivel de confianza de las personas en esta tecnología.

A comienzos de este mes, la Asociación de Bancos de Perú (Asbanc) indicó que la banca móvil será un factor fundamental para impulsar la inclusión financiera en el Perú en el corto plazo. Según esta entidad, durante 2012 habrá lanzamientos de billetera móvil en el mercado local.

En Colombia, las transacciones realizadas a través de móviles son aún insignificantes en el total, pero entre los segundos semestres de 2009 y 2011 se duplicaron, pasando de 878.000 a 1,6 millones. Sin embargo, el número se pierde entre los 925 millones de transacciones realizadas, quedando en un 0,17 por ciento del total.

Lucas Ledesma es un periodista que cubre el sector de telecomunicaciones y tecnologías de la información desde 2004. Ha trabajado y colaborado en diversos medios digitales e impresos relacionados con estos sectores. En abril de 2007, se unió a Tele-Medios como editor de TeleSemana.com. Su formación académica incluye la licenciatura en Comunicación Social de la Universidad Nacional de Quilmes (Buenos Aires, Argentina) y un posgrado en Gestión Estratégica de las Comunicaciones en la Universidad de Belgrano (Ciudad de Buenos Aires, Argentina).

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