Precios de dispositivos y servicios de datos frenan la adopción de la 3G en Latinoamérica, dice Qualcomm

Cobertura especial Uplinq, San Diego.- La promesa de la conectividad a través de smartphones y 3G no termina de cristalizar aún en Latinoamérica, y Qualcomm lo sabe. Para la empresa, las principales causas están asociadas a la baja penetración de teléfonos inteligentes y a los precios todavía altos de los operadores para los planes de datos. De acuerdo con Rafael Steinhauser, presidente de Qualcomm para Latinoamérica, “la gran mayoría de usuarios en nuestra región tienen teléfonos de 2G a pesar de que tenemos redes 3G en toda la región. De cada cinco teléfonos que se venden en las redes actuales de la región, en promedio cuatro son 2G, condenados a la voz. Es muy poco si se tiene en cuenta las grandes inversiones en cobertura de redes que se han hecho en los países latinoamericanos”.

“Tenemos una especie de círculo vicioso que nos deja sin el gas que quisiéramos en 3G, comparando con otras regiones. En la media mundial, los teléfonos 3G representan el 44 por ciento de terminales vendidos, es decir, estamos por debajo de la mitad. Y ésta es la media mundial, sin hablar específicamente de países donde ya no se venden teléfonos 2G”, apunta Steinhauser.

El ejecutivo argentino, nacionalizado brasileño, considera que uno de los principales factores del bajo porcentaje de ventas de dispositivos inteligentes tiene que ver con el desconocimiento acerca de los beneficios de la 3G. “Los usuarios muchas veces no conocen las ventajas del 3G, entonces cuando van a la tienda obviamente entre dos teléfonos iguales 2G y 3G optan por el más barato. Y lo mismo ocurre con la cadena de ventas, si no tienen incentivos para vender 3G y desconocen las diferencias esto también va a ocurrir”.

Claro que también hay un componente no menor, que es el precio de los terminales, y también de los planes de acceso. “Como la masa crítica está en 2G, en nuestra región la diferencia de precios entre 2G y 3G es muy grande aún, y los operadores no tienen la costumbre de incentivar, subsidiar mucho las ventas. El tercer factor son los incentivos del operador, los planes de datos, paquetes, etcétera, todavía en nuestra región no son tan agresivos como para motivar a la gente a ir a 3G”.

Pero por encima de todo, Steinhauser cree que el principal causante del círculo vicioso que mantiene atrapada a la 3G en América Latina es la falta de un ecosistema fuerte de aplicaciones. “Un smartphone sólo lo es si existe la chance de comprar o bajar aplicativos que sean relevantes para mí, para la gran mayoría de la población. No existe ni de lejos lo que existe por ejemplo en China, donde hasta el smartphone más económico viene con al menos 50 aplicativos precargados, y muchos operadores exigen 100 o más. Y son aplicaciones en lengua local, ligados a la red social, a la banca, entretenimiento, juegos, información, etcétera. Y tienen un atractivo tan interesante que la gente ni se pregunta si va a comprar un teléfono 2G o un smartphone 3G. Esto no ocurre en América Latina. Y eso es lo que nos motiva a crear el laboratorio de aplicaciones en Brasil para la región, para promover el ecosistema”.

Sin embargo, negó que vaya a ser una incubadora de startups, sino que buscarán ser aliados de los desarrolladores en el diálogo con operadores, fabricantes y sistemas operativos. En forma similar, señala que también buscarán ayudar a crear conciencia acerca de la 3G, haciendo campañas junto con operadores y fabricantes, y ayudar a los operadores a “pensar constructivamente” en el tema de las tarifas de los planes de acceso. Y finalmente, se mostró abierto a iniciar contactos también con el sector público. “Estamos abiertos a establecer acuerdos similares en Brasil con otros gobiernos de la región”.

Lucas Ledesma es un periodista que cubre el sector de telecomunicaciones y tecnologías de la información desde 2004. Ha trabajado y colaborado en diversos medios digitales e impresos relacionados con estos sectores. En abril de 2007, se unió a Tele-Medios como editor de TeleSemana.com. Su formación académica incluye la licenciatura en Comunicación Social de la Universidad Nacional de Quilmes (Buenos Aires, Argentina) y un posgrado en Gestión Estratégica de las Comunicaciones en la Universidad de Belgrano (Ciudad de Buenos Aires, Argentina).

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