VoLTE: el mercado está dividido en tres capas

Hemos empezado el año, en parte y de forma involuntaria, alineados con el evento CES 2014 que se está celebrando en Estados Unidos esta semana. Allí, aparte de hablar de los autos conectados, operadores de ese mercado le han dado un impulso a los servicios de voz sobre LTE (VoLTE). Y decimos que ha sido una alineación involuntaria porque nuestro equipo editorial determinó en diciembre que el mes de enero iba a estar dedicado a VoLTE, entre otros temas. Ayer, después de varias charlas con proveedores de servicios de voz sobre IP (VoLTE y no VoLTE), se nos ocurrió enfrentar a los servicios de voz best effort con los carrier class; poco después de publicar dicha nota, tuvimos la oportunidad de charlar con Camilo Caliz, gerente de los servicios de comunicación para América latina de Ericsson, quien nos dibujó una radiografía de la situación de VoLTE que me parece merece la pena compartir.

Caliz divide el mercado de VoLTE en tres “olas” que definen la presión tecnológica y de mercado de los diferentes operadores que cuentan con redes LTE. Estas tres etapas se dividen de la siguiente forma y todas están activas de forma simultánea. Es decir, lo que sigue vendría a ser una radiografía bastante certera de lo que está sucediendo con VoLTE en el mercado y que explicaría la fragmentación en lo que a despliegues se refiere—o se referirá cuando empiecen este año—. Estas serían las tres etapas que se producen en la actualidad:

  1. Los operadores CDMA que han migrado a LTE y que empiezan a ver escasez en la oferta de dispositivos duales que les permitan confiar todo a utilizar sus redes CDMA (Circuit Switch Fall Back o CCFB) para los servicios de voz. Estos operadores se encuentran en Estados Unidos, Japón y Corea—China podría estar en esta lista por SC-CDMA, y de hecho se espera que en China lance pronto VoLTE—. En Estados Unidos se espera que Verizon Wireless lance VoLTE, y Metro PCS (ahora de T-Mobile) ya lanzó este servicio en 2012. AT&T también lanzará este servicio de voz por la rápida expansión de LTE y la competencia con el resto de operadores. En Japón, KDDI se encuentra en la misma situación al ser un operador CDMA, así como todos los operadores coreanos.
  2. En una segunda fase se encuentran los operadores que siempre operaron con tecnologías 3GPP (GSM/WCDMA/LTE) y que no tienen prisa por lanzar VoLTE porque cuentan con redes 2G y 3G con buena cobertura que les permiten hacer buen uso de CCFB. En este grupo de operadores, sin embargo, encontramos aquellos que preferirían poder migrar a LTE las redes 2G y 3G mediante el refarming —EE en el Reino Unido entraría en esta categoría de espectro para aprovechar las ventajas de LTE tanto para datos como voz —según Caliz, VoLTE permite doblar el número de usuarios simultáneas realizando una llamada en el espectro existente—.
  3. Y por último, un tercer grupo de operadores que no tienen ningún tipo de presión para ofrecer este servicio de voz porque el mercado aún es joven y la noche es larga.

América latina estaría entre la segunda y tercera fase dependiendo de la madurez de cada mercado.

En cuanto a los retos de  VoLTE, nada nuevo en el horizonte. Caliz concuerda con que la implementación de un core IMS es el principal factor que puede frenar su desarrollo, porque aún los operadores deben descubrir los servicios asociados a IMS que les traigan ingreso. El ejecutivo considera que empieza a haber innovación en este sentido, por lo que IMS no es sólo para la oferta de VoLTE y servicios tipo RCS/Joyn, sino que es una puerta para la creación de nuevas aplicaciones que deberían traer nuevos negocios —u otra forma de encararlo—.

Pone como ejemplos dos servicios basados en IMS para demostrar que existen iniciativas que van más allá de la voz cuando se trata de invertir en IMS. Caliz hace referencia a los servicios lanzados por Swisscom en Suiza bajo el nombre “iO” y el “One Number” del operador canadiense Rogers.

La primera, iO, es una aplicación que unifica la mensajería y los servicios bajo una sola plataforma. Es como tener un Viber o Skype pero del operador. El diferenciados en este caso serían, según el propio operador: su inteligencia, simplicidad y seguridad, así como la garantía que siempre ha ofrecido el operador a sus usuarios —el famoso carrier grade—.

One Number, por otro lado, permite al usuario tener sus comunicaciones en varios dispositivos a la vez y cambiar entre ellos sin que se corte la llamada. Por ejemplo, el usuario puede iniciar una llamada de voz en su celular para cambiar a la PC sin que se corte la comunicación. Básicamente el operador integra el servicio móvil a una plataforma basada en el navegador del usuario y que permite acceder a los servicios desde cualquier PC o Mac. Este servicio también requiere la descarga de una aplicación al dispositivo móvil.

El problema con estos servicios no suele estar ligado a su innovación, sino a su capacidad de generar ingreso de forma inmediata, pues la mayoría de estas aplicaciones se ofrecen sin cargo y con ventajas a la hora de utilizarse en redes Wi-Fi, donde suelen ser de acceso gratuito o donde se factura igual que si se utilizaran únicamente desde el celular—existe la ganancia en el supuesto aumento del uso del servicios ¿suficiente para justificar IMS?—.

Por lo que el debate nos devuelve a la situación inicial planteada en el primer artículo de este semana: puede la voz ser un valor en sí misma en el futuro o su función será de apoyo para el desarrollo de otros servicios monetizables?

Caliz respondió a esta pregunta mencionando el caso de Skype y su adquisición por parte de Microsoft, la más grande en términos financieros realizada por el gigante del software. Y, si Microsoft le da tanto valor a la voz de Skype, ¿podría esto indicar que estos servicios sí tiene un papel principal en el negocio de los operadores en el futuro?

Es una pregunta que tiene varias interpretaciones y que obliga a hacer un ejercicio futurista sobre el futuro valor de un servicio. Viendo como se gestionan los negocios de Internet, pareciera que la voz tiene una importancia como imán para generar ingreso por otras vías, pero no tanto como la vía central de ingreso, como les sucede a los operadores en la actualidad. Las cifras de mercado parecen indicar que la voz pierde peso monetario. Caliz, basándose en número que maneja Ericsson, estima que entre 2013 y 2018 los operadores perderán 55.000 millones de dólares en los servicios de voz, que se verán compensados por los accesos a los servicios de datos, aunque alerta que puede que la compensación a futuro no sea suficiente.

Les vuelvo a dejar pues con la reflexión sobre el futuro valor de la voz y su rol en el negocio de los operadores. Quizá este debate ayude a entender cómo deben los operadores encarar sus futuros servicios de voz, si mediante una arquitectura IMS/RCS o a través de soluciones más económicas que permitan ofrecer servicios de voz como complemento a otros servicios por los que se puedan facturar y cuyas inversiones estén acorde con el retorno del servicio —espero que no se interprete que este artículo defiende la no inversión en IMS, pues por el momento las dos notas sobre VoLTE publicadas en TeleSemana están arrojando más incógnitas que certezas—.

Cuenta con más de 22 años de experiencia cubriendo el sector de las telecomunicaciones para América Latina. El Sr. Junquera ha viajado constantemente alrededor del mundo cubriendo los eventos de mayor relevancia para la industria en América, Europa y Asia. Su experiencia académica incluye un BA en periodismo escrito por la Universidad de Suffolk en Boston, MA, y un Master en Economía Internacional en la misma institución.

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