TV White Spaces: una gran idea social pero un mal negocio

No será ni la primera ni la última vez que una tecnología válida se queda por el camino. Ha pasado en múltiples ocasiones: CDMA 450 MHz o WiMAX pueden dar fe de ello. Incluso teniendo empresas y un ecosistema respaldándolas, las economías de escala y volumen de negocio de otras alternativas, aunque fuesen tecnológicamente inferiores, supusieron barreras imposibles de derribar.

En 2010 se inició un interesante debate sobre el uso de lo que se conoce como TV White Spaces, espectro utilizado por las televisiones que en sus bandas de guarda se podía utilizar para ofrecer conectividad de banda ancha fija. Sus características de propagación y su posible utilización como bandas sin licencia despertaron interés por el importante valor social que podía ocupar: nada más y nada menos que conectar de forma barata, rápida y sencilla a los desconectados. Entre 2010 y 2013 el debate fue relativamente intenso, especialmente en el ámbito regulatorio, liderado por Estados Unidos y Reino Unido, y seguido, quizás de forma tímida por otros países.

Pasado 2013 encontramos un cierto vacío en el mercado. Las asociaciones que defienden y promueven el uso de los TV White Spaces, como Dynamic Spectrum Alliance (DSA) o WhiteSpace Alliance (WSA) han seguido avanzando tanto en el diálogo regulatorio —involucrando a reguladores en mercados emergentes—, como en el desarrollo del estándar y su certificación, pasos importantes para el desarrollo de su ecosistema.

Sin embargo, en 2017 encontramos que el panorama con los TV White Spaces parecen haber quedado reducidos a el debate regulatorio en mercados emergentes y a pruebas pilotos por parte de jugadores poco tradicionales en el desarrollo de redes de telecomunicaciones. La explicación a la poca actividad en el desarrollo de una gran idea puede deberse a que no cuenta con un modelo de monetización claro, algo que en parte viene asociado a ser una tecnología para espectro sin licencia.

Los argumentos señalados se condicen a la perfección con los (pocos) datos y previsiones que se exponen para este segmento. El valor del mercado la tecnología Wi-FAR —la tecnología que utiliza espacios en blanco de TV— se estimó en 2,1 millones de dólares para 2015, con una previsión de crecimiento anual acumulado de 74,3 por ciento hasta 53,1 millones en 2022. La proyección, de Markets and Markets, incluye todo el segmento, como dispositivos e infraestructura.

Al contrastar las cifras de TV White Spaces con las de otros mercados la diferencia es abrumadora. IDC estimó que el mercado de IoT será de 1,4 billones de dólares para 2021. Otras previsiones señalan que los ingresos por servicios M2M alcanzarán 67.000 millones para 2021. Y, por ejemplo, el mercado de LTE Broadcast alcanzará los 14.000 millones para 2020. Al hablar de 5G, la estimación es que el valor de ese mercado en términos de ingresos será de 247.000 millones para 2025.

Estas cifras demuestran que el uso de espacios en blanco de televisión tendrá una escala significativamente menor a otras alternativas que se esperan crezcan en los próximos años —e incluso de aquellas como LTE Broadcast, a la que no le vemos un buen futuro—, lo que pone en jaque las perspectivas de éxito a gran escala de este tipo de proyectos.

Regulación

La Comisión Federal de Comunicaciones (FCC) de los Estados Unidos publicó la primera regulación que se conoce de los espacios en blanco de televisión para la utilización de tecnologías de Internet inalámbrico. El regulador norteamericano optó por la alternativa de ofrecer el espectro de manera no licenciada, al igual que más adelante lo haría el regulador del Reino Unido, Ofcom.

En estas primeras regulaciones se establecieron las bases del modelo, que luego fueron seguidas por reguladores de países como Singapur, Canadá o Sudáfrica. En algunos mercados ya existe regulación específica sobre el uso de espacios en blanco de televisión, mientras que en otros casos, sólo se menciona que los White Spaces podrían ser utilizados para dar servicios de banda ancha. En Colombia, dónde se han realizado algunas pruebas piloto en escuelas rurales, el marco regulatorio se encuentra en discusión.

La Dynamic Spectrum Alliance —uno de los grupos que más impulsa el uso de espacios en blanco de TV— ha colaborado recientemente tanto con Colombia como con reguladores de India, Trinidad y Tobago y Francia para crear un marco regulatorio que permita apalancar el uso de los espacios en blanco de televisión.

Debido a sus características técnicas de propagación y la decisión de ser ofrecido como espectro sin licencia, la tecnología de TV White Spaces —y su regulación— tiene como principal desafío evitar la interferencia. La regulación de la FCC establece que los terminales que se utilicen para espacios blancos de TV deben ser capaces de identificar bandas sin uso y evitar interferencia con servicios licenciados que operen en éstas. Para ello, el regulador norteamericano establece el empleo de una base de datos de geolocalización y capacidades sensoriales de espectro para identificar la presencia de señales de otros transmisores.

El uso de bases de datos que identifiquen ubicaciones y frecuencias disponibles es una alternativa que ya se ha probado y en Estados Unidos hasta Google ofrece la capacidad de acceder a la información de espacios en blancos de TV desde la web. La recomendación de la Dynamic Spectrum Alliance —basada en las decisiones de la FCC— es que estas bases de datos deben revisar todas las semanas si existen nuevas operaciones, mientras que los dispositivos deberían hacerlo diariamente. La base de datos, siguiendo el modelo propuesto por la DSA, puede ser administrada por una entidad pública o múltiples entidades privadas.

FCC establece dos tipos de terminales para el uso de TV White Spaces: fijos y móviles. Sin embargo, otros reguladores que hoy están analizando la creación de legislación específica para este mercado sólo están considerando su uso para dispositivos fijos. En cartas escritas por la Dynamic Spectrum Alliance a reguladores de Latinoamérica y el Caribe, la organización recomienda habilitar los dos tipos de dispositivos con el objetivo de acomodarse a la propuesta norteamericana y así fomentar la innovación y el desarrollo del ecosistema.

En ningún mercado parece haber regulación específica que tenga por objetivo promover el uso de TV White Spaces en sus territorios. La GSMA —cuya posición parece ser de no involucrarse en este asunto porque no parece ser un negocio atractivo para los operadores— cree que la tecnología puede ser utilizada únicamente para proveer servicios de corto alcance de manera secundaria o como backhaul de hotspots Wi-Fi en zonas donde no exista cobertura móvil. “Al ser espectro compartido, no hay garantías de que los usuarios puedan permanecer conectados o directamente, conectarse a la red”, remarca en sus recomendaciones para reguladores.

GSMA también se muestra preocupada por la interferencia entre servicios —la organización señala que la tecnología no ha sido probada lo suficiente— e insta a los reguladores a pesar reglas que no interfieran con la disponibilidad de espectro proveniente del segundo dividendo digital —700 MHz, 800 MHz y 600 MHz, dependiendo el mercado—, que podría ser utilizado para servicios de banda ancha móvil bajo un modelo de espectro licenciado.

Ecosistema tecnológico

El estándar, o tecnología, para ser utilizado en los TV White Spaces lo viene desarrollando el IEEE en su versión 802.22, también conocido como Wi-FAR —el nombre combina Wi-Fi con un rango mayor de propagación— nombre que le puso la WSA, organismo que nació en 2012, en pleno debate del uso de los espacios en blanco de TV. Esta alianza asegura que en cada canal se pueden obtener velocidades de entre 22 y 29 Mbps. La tecnología operaría en las bandas de televisión VHF y UHF en el rango de frecuencias entre 54 MHz y 862 MHz.

La tecnología cuenta con una propagación que podría ir de los 10 a los 30 kilómetros y que podría operar con y sin línea de vista (NLoS, LoS). Según IEEE una estación base Wi-FAR podría cubrir un área de entre 300 a 2.700 kilómetros cuadrados. Además, mediante el uso de técnicas de radio cognitivas, tales como las bases de datos de white spaces y spectrum sensing, Wi-FAR puede evitar las interferencias.

Inicialmente se quiso asociar a la tecnología con Wi-Fi, llegando a recibir el apodo de Súper Wi-Fi. Este intento de unir ambas tecnologías duró poco ya que fue la propia Wi-Fi Alliance la que salió al paso para alertar al mercado que no debían asociarse: “La Wi-Fi Alliance apoya los esfuerzos para la utilización de espectro sin licencia en lo que se conoce como Television White Spaces para expandir la conectividad. Sin embargo, Wi-Fi Alliance alerta de que el uso de la terminología “Súper Wi-Fi” o “Siguiente Generación de Wi-Fi” para las implementaciones de TV White Spaces solo pueden conducir a crear una sustancial confusión entre los usuarios. Los consumidores deben saber que los recientes anuncios de despliegues usando el término “Súper Wi-Fi” no son de hecho Wi-Fi.

IEEE considera que la tecnología puede cubrir una serie de aplicaciones tales como acceso a banda ancha en zonas muy alejadas y con condiciones de NLoS, acceso a Internet de banda ancha en zonas remotas o rurales, aplicaciones IoT, offload de tráfico en redes móviles, backhaul de largo alcance, entre otras.

Wi-FAR es una opción tecnológicamente atractiva para ofrecer conectividad fija inalámbrica especialmente en regiones del planeta donde existen deficiencias de infraestructura de telecomunicaciones fijas. Esto explicaría por qué son los países en vías de desarrollo los que más interés tienen en explorar y probar esta tecnología.

Sin embargo, los desarrollos tecnológicos siguen un patrón inverso en el sector de las telecomunicaciones. Inicialmente las nuevas tecnologías encuentran su abono en los mercados maduros donde los usuarios de mayores recursos adoptan y pagan un precio superior por acceder a ellas. Una vez que los mercados maduros alcanzan una madurez —valga la redundancia—, el precio de la tecnología disminuye permitiendo su implementación en países emergentes. Este ciclo de desarrollo no debería ser diferente para Wi-FAR, que debería florecer en mercados maduros antes de poder dar el salto a mercado en vías de desarrollo.

En los mercados de mayor potencial, como por ejemplo Estados Unidos —que como hemos visto es además uno de los más activos en debatir sobre la regulación de estos espacios ya que la conectividad en mercados avanzados se empieza a considerar como un derecho fundamental de sus ciudadanos— son las empresas de Internet, como Microsoft, Google o Facebook las que parecerían mostrar mayor entusiasmo en el desarrollo de la tecnología. Este interés va en línea con el interés general de estas empresas en desarrollar cualquier tipo de tecnología que pueda llegar a los usuarios de todo el mundo, independientemente de su poder adquisitivo. De ahí que Google cuenta con el proyecto Loon y Facebook, sus aviones con paneles solares.

Sin embargo, la realidad es que ni siquiera estos grandes y millonarios jugadores de Internet son suficientes cómo para movilizar al mercado más allá de pruebas pilotos para la implementación de Wi-FAR. De hecho, a pesar de los intentos de asociaciones como el DSA o WSA de reavivar la llama de Wi-FAR, el mercado parece estar bastante dormido.

Esto se debe a que, al margen de Wi-Fi, desarrollar un robusto ecosistema con tecnologías sin licencia no es sencillo. Si bien el uso libre permite que cualquiera pueda acceder a él —democratizar el espectro— lo cierto es que el espectro licenciado suele ser capaz de generar mayor capacidad de desarrollo de un ecosistema de propiedad intelectual, infraestructura, dispositivos y aplicaciones. Quizás el beneficio indirecto que debería producir un ecosistema basado en espectro licenciado supere al beneficio directo de ofrecerlo sin licencia —los inversores buscan siempre un amparo legal para invertir—.

Así pues, sin el apoyo de los grandes desarrolladores de infraestructura y sus clientes (los operadores) la tecnología parece estar destinada a cubrir un espacio marginal que es el de poder conectar a zonas remotas o muy aisladas del planeta, ya sea bajo inversiones públicas o a través de aventuras privadas con fuertes incentivos públicos. No parece que Microsoft, Google o Facebook vayan a ser capaces de convertirse en desarrolladores de infraestructura masiva para esta tecnología en el corto plazo —Google parece que aprendió la lección de ser un operador con Google Fiber como para repetir maniobra en mercados deprimidos desde el punto de vista financiero—.

No se les puede acusar de no intentarlo. Microsoft está involucrándose en proyectos en lugares tan diversos como Jamaica, Colombia, Botswana, Kenia y Filipinas.
La tecnología está mostrando tener un gran valor social pero un bajo valor de negocios, lo que dificulta que se genere un ecosistema dinámico de innovación a su alrededor que pueda ponerla a la altura de otras alternativas como Wi-Fi o Sigfox, por mencionar dos tecnologías —una consolidada y otra de moda— que operan en bandas sin licencia. Tampoco parece poder ser un contrincante contra las tecnologías con licencia como LTE.

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