Banda ancha fija inalámbrica 5G, ¿ser o no ser?

5G es la nueva generación de tecnología móvil. Sin embargo, por alguna razón, muchas de las pruebas y primeras implementaciones se están pensando para el mundo fijo.

No es la primera vez que sucede. Ya en los inicios de la 4G también se hablaba de las posibilidades de esta tecnología para el mercado residencial, quizás debido a que no era posible imaginar casos de uso en el que un dispositivo móvil demandara semejante incremento de la capacidad. Sin embargo, la realidad nos muestra que 4G terminó siendo una tecnología fundamentalmente móvil, con algunas aplicaciones en banda ancha fija.

En el caso de 5G, el modelo de negocio está todavía difuso. Se sabe que será una tecnología que habilitará el crecimiento exponencial del Internet de las Cosas (IoT) pero este mercado no parece ser suficiente para garantizar el retorno de la inversión en tecnología. El acceso es la parte de menor valor del mercado IoT y los operadores tienen, además, el desafío de concientizar a los verticales sobre el valor de implementar soluciones IoT.

La posibilidad de particionar la red gracias a network slicing abre la puerta a múltiples subredes con múltiples propósitos, aunque podríamos decir que, en general, cuando hablamos de 5G hablamos de mayor latencia y velocidad para servicios OTTs, que siguen acaparando gran parte de los ingresos del ecosistema móvil.

En el segmento fijo, en tanto, 5G ofrece una posibilidad de llegar a sitios no conectados de manera mucho más económica que con las tradicionales redes fijas y con velocidades similares a la fibra óptica. El ahorro de costos parece ser el motivo que impulsa el avance de 5G.

Pero claro que 5G deberá apalancarse en una hiperdensificación de la red con una infraestructura de fibra óptica potente, lo que podría hacer que la tecnología no sea del todo viable en zonas rurales —allí el satélite en banda Ka se está haciendo camino—.

Esto hace que 5G se piense primero para pequeñas zonas de cobertura —hotspots— en grandes ciudades con alta demanda de tráfico, donde ya existe una red de fibra óptica capaz de soportar el crecimiento del tráfico pero incapaz de llegar a cada hogar. 5G podría ser la tecnología que más rápidamente llegue a América Latina, pero eso no significa que sea la que se masificará al igual que lo hizo 4G. “No vamos a ver todo Brasil cubierto con 5G, pero sí vamos a ver todo Brasil cubierto con 4G”, aseguraba en 2016 Dimitri Diliani, presidente de Nokia para América Latina en el marco de Futurecom.

5G comenzará en las grandes ciudades como una tecnología fija, según los propios anuncios de Verizon, que planea poner en marcha la tecnología en 2018 para servicios residenciales. AT&T también planea ofrecer banda ancha inalámbrica (FWA, por sus siglas en inglés) y a juzgar por las pruebas de compañías como Samsung, Cisco y Huawei, la nueva tecnología móvil tiene cada vez más oportunidades en el mundo fijo. Incluso, un informe de O2 Reino Unido publicado el año pasado indicaba que la infraestructura 5G superará los beneficios económicos de la fibra de banda ancha fija en 2016, seis años después de su lanzamiento.

Un año atrás, en febrero de 2017, ABI Research pronosticaba que los suscriptores de banda ancha fija inalámbrica crecerían un 30 por ciento anual hasta alcanzar 151 millones de conexiones en 2022.

Además del empuje que dará la llegada de 5G, las conexiones fijas inalámbricas están creciendo por el impulso que le están dando los propios operadores a 4G. En Chile, por ejemplo, Entel utiliza su amplia cobertura de 4G para poder empaquetar servicios residenciales ya que no llega con red fija propia a los hogares. En Brasil, en tanto, TIM aprovecha la red móvil para ofrecer banda ancha en hogares en aquellos sitios dónde su red fija no tiene cobertura.

La disponibilidad de 700 MHz impulsa el crecimiento de este tipo de ofertas 4G fijo, fundamentalmente en ámbitos rurales —aunque todavía la tecnología móvil parece demasiado cara para ser la responsable de lograr la cobertura universal—. Al menos en América Latina, se utiliza la tecnología inalámbrica únicamente en aquellos sitios dónde los operadores no llegan con redes fijas mientras que en las grandes ciudades, en cambio, las inversiones tienden a ser para desplegar redes de fibra, cada vez más cerca del hogar.

4G aparece entonces como un primer paso en la conquista del operador móvil del hogar, que tradicionalmente era responsabilidad de los operadores fijos. Con 5G, los operadores podrían ofrecer servicios similares a fibra, siempre que por detrás exista una infraestructura fija de backhaul y backbone potente que soporte el tráfico —y con las inversiones en fibra en grandes ciudades, es posible que la haya—.

En una primera etapa, con Verizon a la cabeza, el modelo parece enfocarse en el consumidor hogareño: que demanda más cantidad de capacidad de red por el consumo de video para entretenimiento y servicios IoT como videovigilancia. Pero con fibra óptica al hogar en las grandes ciudades, ¿cuál es el sentido de ofrecer un servicio inalámbrico?

Quizás la tecnología nos demuestre una vez más que los dispositivos personales pueden ser también responsables de altos consumos de tráfico, haciendo de la 5G una tecnología predominantemente móvil. Sprint tiene esa visión: luego del anuncio de Verizon, la compañía indicó que no tiene planes de lanzar la 5G en formato fijo y apuntó que “el foco estará en la banda ancha móvil, donde la economía es mucho mejor”. ¿Quién tendrá razón?

Leticia Pautasio es periodista y Licenciada en Comunicación Social por la Universidad Nacional de Quilmes (Buenos Aires, Argentina). Durante su carrera profesional se desempeñó en gráfica, radio y medios de comunicación en línea. Desde 2009 se especializa en tecnología, telecomunicaciones y negocios; cubriendo la realidad del sector en América latina. En 2013 obtuvo el diplomado "El Periodista Latinoamericano como agente y líder en el desarrollo social" del Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey (México). Contacto: [email protected]

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