Brasil ha sido criticado en numerosas ocasiones por la presión impositiva a la que están sujetos los operadores de telecomunicaciones.
Un informe de 2016 de Telebrasil señalaba que en ese país la participación de los impuestos en relación a los ingresos del sector superaba el 47 por ciento. Un año después, durante el Foro de Inclusión Digital, organizado en el marco de la reunión de la Comisión Interamericana de Telecomunicaciones (Citel), se indicaba que la carga tributaria en Brasil ascendía al 43 por ciento, sólo superada en la región por Argentina, con el 44 por ciento.
Sin importar cuál sea el número exacto, lo cierto es que en toda reunión del sector se critica a la “lógica recaudadora” y se remarca la necesidad de que Brasil disminuya la presión tributaria para acelerar el desarrollo del sector y fomentar la inversión.
Con el advenimiento de IoT, la industria pidió poner un freno a los impuestos que aquejan al sector. En febrero pasado, SindiTelebrasil sugirió que los impuestos son el gran problema para la adopción de IoT en Brasil, incluso para las etapas de investigación y desarrollo. Pidió la creación de un Régimen Especial de Tributación con el fin de mitigar la “incertidumbre jurídica” que trae la elevada tasa de impuestos.
Los pedidos parecen haber sido escuchados y ahora se encuentra en manos de los gobernantes cumplir las promesas pendientes. La reforma tributaria y el decreto que pondrá en funcionamiento el Plan Nacional de Internet de las Cosas (IoT) en Brasil parecen crear el momento oportuno para debatir los cambios. La semana pasada, el director de Ciencia, Tecnología e Innovación del Mctic, adelantaba que IoT no sería considerado como un servicio de telecomunicaciones a fines jurídicos, lo que lo exoneraría del pago del Impuesto sobre Circulación de Mercaderías y Prestación de Servicios (ICMS).
El secretario de Políticas Digitales del Ministerio de Ciencia, Tecnología, Innovación y Comunicaciones (Mctic), Thiago Lopes, fue un paso más allá y defendió la exoneración de impuestos por 10 años para equipamiento y plataformas de Internet de las Cosas como una forma de estimular el sector en Brasil.
Lopes apuntó que lo que, en este sentido, se deberá construir un sistema legal que permita diferenciar IoT de otras aplicaciones tecnológicas y estimular inversiones. En línea con su par del Mctic, Lopes explicó que Internet de las Cosas no debería ser confundida con servicios de valor agregado, ya que se trata de una infraestructura sobre la cual estos mismos servicios son construidos. Tampoco se debe confundir con “cosas más inteligentes” porque se trata de “crear una infraestructura dónde la comunicación consiga alcanzar una velocidad que permita el uso de datos para elaborar nuevos modelos de negocio”. No se trata de valor agregado, pero, a pesar de que se trata de infraestructrua, Mctic considera que no debería entrar dentro del marco de las telecomunicaciones.
“Defendemos este modelo para fomentar las inversiones en el sector en los próximos años”, apuntó Lopes. Su propuesta fue confirmada por Aníbal Diniz, de la Agencia Nacional de Telecomunicaciones (Anatel) que remarcó que desde el regulador están “de acuerdo con una tributación cero para las aplicaciones”.
Por ahora, los dichos de los funcionarios son promesas de un equipo que pretende reducir impuestos para fomentar la inversión. Sin embargo, todavía hace falta el aval del área de Ingresos Federales, que es la entidad encargada de gestionar la recaudación fiscal.
