Hace no muchos años, el fastidioso sonido del módem telefónico intentando conectarse a la web para mostrarnos un mail en no menos de treinta segundos resonaba en la mayoría de rincones de Argentina.
Primero fue el furor de las proovedores “gratuitos” que mediante una sencilla configuración de discado nos permitían acceder a la web pagando los pulsos telefónicos.
Más tarde, las principales ciudades de Argentina se vieron inundadas por la plaga de los cyber-cafés que promocionaban en sus vidrieras el futuro a menos de un dólar: navegar bajo la asombrosa velocidad de 128 Kbps. En cada cuadra había al menos uno y los más osados hasta ofrecían webcams y mensajería instantánea a través del ICQ.
La postal ya se ha desteñido y hoy ya no es negocio un locutorio con máquinas para acceder a banda ancha.
El Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC) indicó en su último reporte difundido que la banda ancha alcanza a 9,8 de cada 10 conexiones a internet en los hogares de todo el país. Según medios locales, en el mercado nacional ya existen 8.084.108 accesos a través de banda ancha.
Dentro del mercado doméstico aún existen 81.203 usuarios que se conectan a través del dial-up, de los cuales la mitad utiliza proveedores gratuitos.
En lo que respecta a la banda ancha, la distribución entre los principales operadores es homogénea. Telefónica cuenta con el 29,3 por ciento del mercado, escoltada por Telecom con su 28,5 por ciento.
En tanto, Fibertel se ubica en el tercer lugar con el 24,2 por ciento, mientras que Telecentro consigue el 7,8 por ciento. Por último, el 10,2 por ciento queda en manos de compañías pequeñas.