Neutralidad de red: separando la paja del trigo

Tener o no un Internet abierto no está en discusión. Ningún periodista, analista, político, CEO o empresa se atrevería a afirmar lo contrario: Internet debe ser abierto y los proveedores de Internet no deben priorizar, degradar velocidad ni bloquear contenidos —excepto, claro está, en el caso de delitos, dónde la Justicia actúe—.

Ayer se realizó en Estados Unidos un Día de Acción sobre la Neutralidad de Red, una movida impulsada por grandes proveedores de servicios sobre Internet —Google, Twitter, Reddit, Netflix, por solo nombrar algunos— que verían su negocio muy complicado si los operadores de telecomunicaciones pudieran elegir priorizar determinados servicios sobre otros. La jugada tiene un noble propósito, pero reduce el conflicto entre las decisiones de la Comisión Federal de Comunicaciones (FCC) y los operadores de servicios de Internet al problema de la neutralidad, cuando el trasfondo es mucho más complejo. Y aún más, reduce la discusión sobre neutralidad a una máxima que indica que si se aprueban las modificaciones presentadas por la FCC, es el fin del Internet abierto.

El verdadero conflicto entre los operadores y la regulación que había impulsado en su momento el expresidente Barack Obama no es tanto sobre la neutralidad de red —aunque luego argumentaremos que también lo es—, sino porque ubicó a Internet como servicio público. Esta catalogación no es sólo un simple cambio de título, sino que implica que los proveedores de servicios de Internet deben adecuarse a una carga regulatoria que consideran excesiva —o que al menos no estaban acostumbrados a cumplir—. Esta regulación, además, fue pensada en 1934 para un mercado de telecomunicaciones muy distinto del actual —un argumento en el que se escudan los operadores para combatir la decisión de 2015 de la FCC— y su cumplimiento, dicen los expertos de la industria, detiene la innovación del sector.

El conflicto en Estados Unidos es interesante de observar, no solo porque se trata de uno de los mercados más grandes del mundo, sino que las discusiones que se tienen allí bien podrían replicarse en Brasil —y lo están haciendo—, Argentina, Chile, Colombia, México o la isla más lejana del Caribe. Se trata de una discusión sobre si regular a los operadores de servicios de Internet como un servicio público —es decir, de la misma forma que se regula a los proveedores de telefonía básica fija— o si se deja la regulación algo más abierta al mercado, como podría ser el modelo de servicios móviles. Una discusión en plena vigencia y cuya resolución sentará las bases de la economía digital.

Una vuelta atrás a lo que sucedía antes de 2015 —una alternativa que la FCC, bajo la nueva administración, intenta impulsar— implicaría también un cambio en la regulación de la neutralidad de red. La modificación del título de banda ancha no fue gratuito y trajo consigo toda una normativa referente a la imposibilidad de bloquear contenidos, priorizar contenidos y degradar el servicio.

Si bien a los operadores les encantaría poder cobrar un peaje diferencial por ciertos contenidos —algo así como las rutas express que tienen algunas autopistas en los Estados Unidos—, parecen haberse acostumbrado a que ese modelo no será posible. Desde la llegada de los OTTs hasta ahora, no fueron exitosos los intentos del mercado por crear modelos que permitan ganar dinero por ofrecer una vía más rápida. Además, como comentábamos al principio, ningún operador en el mundo se atrevería a marchar en 2017 con una bandera en contra de la neutralidad de red.

Podríamos decir que, entonces, la neutralidad de la red está garantizada. La discusión, ahora, es qué se entiende por neutralidad de red. La legislación al respecto se reduce a estos tres ítems en los que todos acordamos, pero cuando vamos a los detalles, el concepto se desvanece —¿Es que realmente alguna vez existió?—.

La pregunta que deberían realizarse los encargados de diseñar las políticas y regulación del sector es si, por ejemplo, los modelos de zero rating o los contenidos patrocinados atentan contra la neutralidad de red o no. Y aquí la discusión es compleja. Si bien es posible argumentar que un usuario está más permeable a elegir un contenido, aplicación o servicio porque se lo ofrecen gratuitamente cuando otro no lo es, también es cierto que esa misma gratuidad es lo que hace muchas veces que Internet funcione en aquellos mercados o segmentos de mercado dónde antes no podía penetrar. ¿Qué es mejor: eliminar el zero rating para balancear el mercado pero creando una barrera de acceso para los usuarios o dejar que el mercado haga su curso y que permita mayor acceso a determinadas aplicaciones o servicios? Las prioridades a nivel de política y regulación determinarán la respuesta. Ninguna opción es, por defecto, positiva o negativa.

En los Estados Unidos, aún con una neutralidad de red en vigencia, los operadores fueron capaces de lanzar servicios de contenidos patrocinados. Una buena noticia para ellos, que encuentran un nicho de negocio para sumar ingresos sin ponerse en contra de la legislación de neutralidad.

El zero rating o los contenidos patrocinados son solo un ejemplo, pero se puede hacer el mismo ejercicio con cualquier otro escenario en dónde se discute si existe una violación o no a la neutralidad de la red. Y se puede hacer el mismo ejercicio sobre si es conveniente un mercado desregulado —como parece empiezan a pensar algunas autoridades de la región— o altamente regulado.

Ver como se resuelve la discusión en Estados Unidos puede darnos una pista sobre cómo deben moverse los reguladores en América Latina. En nuestros países la neutralidad de red ha sido normada solo en algunos mercados, aunque muchas veces limitándose a una línea que pide garantizar la neutralidad de la red, dentro de un corpus legislativo más extenso. Falta aún en nuestros mercados una definición de qué implica la neutralidad de la red y un mecanismo de control por parte de los reguladores para garantizar su cumplimiento.

A pesar de esto, la industria celebra en los mercados en dónde sí existe una norma al respecto, ya que son los mismos operadores los que se ocupan de su cumplimiento. “Es un juego donde todos los interesados están muy pendientes de que se estén brindando las mismas condiciones para todos”, indicaba hace un tiempo Gonzalo Rojón, director de Mejores Prácticas y Análisis Regulatorio de OTI.

Los principales operadores de los Estados Unidos, con Verizon y AT&T a la cabeza, se mostraron ayer convencidos de la importancia de la neutralidad de Internet y alabaron el Día de Acción propuesto por los OTTs. Pero también ambos focalizaron en la necesidad de revisar la categorización del servicio de Internet bajo el Título II de la Ley de Telecomunicaciones, la verdadera queja por parte de la industria.

Verizon todavía fue más allá: pidió al Congreso crear una legislación de Neutralidad “de una vez por todas”. Verizon no quiere que la neutralidad sea solucionada a través de resoluciones de la FCC, que así como aparecen en 2015, pueden desaparecer en 2017. Verizon parece pedir por una norma avalada por el sistema bipartidista que reina en los Estados Unidos para que todos los interesados se puedan poner de acuerdo sobre qué es y cómo garantizar la neutralidad de red.

Leticia Pautasio es periodista y Licenciada en Comunicación Social por la Universidad Nacional de Quilmes (Buenos Aires, Argentina). Durante su carrera profesional se desempeñó en gráfica, radio y medios de comunicación en línea. Desde 2009 se especializa en tecnología, telecomunicaciones y negocios; cubriendo la realidad del sector en América latina. En 2013 obtuvo el diplomado "El Periodista Latinoamericano como agente y líder en el desarrollo social" del Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey (México). Contacto: [email protected]

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