Wi-Fi público: cada rosa tiene una espina para los operadores

En la idea de universalizar el servicio de banda ancha, gobiernos de distintos países han desarrollado proyectos de Wi-Fi sin costo para el usuario final. Si bien a priori estas iniciativas, sumadas a otras que van en la misma dirección, no aparecen en el listado de cuestiones a atender por parte de los operadores, a mediano o largo plazo podrían poner en riesgo su mayor negocio: la conectividad.

La lentitud con lo que se afianzan los proyectos de Internet inalámbrico por Wi-Fi y la poca organización con la que se ejecutan hacen invisible al potencial monstruo que se está creando y los operadores pueden caer en una máxima de las más complejas: algo peor que tener un problema es tenerlo y no saberlo. No es la primera vez que ocurre, con la llegada de los OTTs, a los operadores la competencia les tomó por sorpresa y su lentitud para reaccionar —aún están en este proceso— les hizo perder parte del mercado.

Según información de Cisco, el tráfico en móviles se multiplicará por siete para 2021 y, por entonces, el 60 por ciento se cursará por Wi-Fi.  Además, en 2016 el tráfico mensual descargado sobre redes Wi-Fi fue de 10,7 Exabytes frente a los 7,2 Exabytes del tráfico mensual móvil. A esto se suma una calidad deficiente del servicio móvil, que es constantemente eje de quejas por parte de los usuarios.

En este contexto no suena descabellado pensar que los usuarios elegirán Wi-Fi por sobre otro tipo de acceso en caso de que las opciones se presentan en simultáneo y en iguales condiciones. Actualmente el uso de contraseñas y los límites de tiempo en el acceso, sumado a la poca velocidad y dudas sobre la seguridad de la conexión limitan la evolución de los proyectos de Wi-Fi sin costo para usuarios en distintos mercados.

Un estudio reciente da cuenta que la velocidad mundial promedio en LTE es de 8,8 Mbps de bajada y casi el doble, 16,2 Mbps, cuando se mide Wi-Fi. A pesar de esto, hay informes anteriores que rompen algunas lanzas por los operadores e indican que en la Corea del Sur de 2013, por citar un ejemplo, caía el uso de Wi-Fi en personas que accedían a LTE frente a las que usaban otras tecnologías. Si bien el caso representa a un mercado con altos niveles de conectividad y dificilmente pueda ser tomado como referencia, se descubre allí un ejemplo de que una buena conectividad celular podría ganar la batalla a otras opciones.

Cisco señala que al cierre de 2016 había unos 100.000 hotspots Wi-Fi públicos en todo el mundo y espera que ese número se multiplique por seis para llegar a 541.600 en 2021. Para entonces las conexiones sobre esta tecnología pueden robustecerse también en términos de calidad y, con una mejor gestión, generar un problema en los ingresos de los operadores, pues correrán riesgo de que sus clientes escojan por el uso gratuito de Wi-Fi por sobre el de sus redes.

En este marco es válido discutir el potencial de los proyectos de Wi-Fi, más aún si se contempla que hay otras iniciativas que avanzan en paralelo y que son prueba de que sí existe forma de monetizar el servicio. ¿Cómo? La respuesta es amplia pero se puede sintetizar en un solo concepto: big data.

La de las telecomunicaciones es una industria en que las verdades cambian al ritmo de las nuevas necesidades; pero hay algo en lo que todos coinciden y es que saber qué quiere el usuario, cuándo y para qué es información que puede traducirse en dinero. Aquí es donde gana sentido invertir en Wi-Fi libre en un aeropuerto, sólo por citar un ejemplo. Las iniciativas gubernamentales, en cambio, responden, en la mayoría de los casos, a políticas públicas y su objetivo no es monetizar el servicio.

Competencia

Abordada la situación general, es justo hablar de casos específicos. Es aquí, quizás, donde las pequeñas luces de conectividad que hoy parecen parte del paisaje pueden convertirse en problemas para las compañías móviles. Perder una batalla no es perder la guerra, claro, pero si los operadores se aferran a este dicho popular podrían, a mediano plazo y por un cúmulo de derrotas, ver afectado su negocio.

Google presentó su proyecto Fi en Estados Unidos, que consiste básicamente en que los dispositivos elijan en tiempo real cuál es la mejor conexión posible y la utilicen. Así, los usuarios pueden rotar o migrar del 4G ofrecido por Sprint al de T-Mobile o bien utilizar Wi-Fi si resultara conveniente. Este es un caso en que los operadores dejan a merced de terceros, en este caso Google, su principal vector de ingresos.

También se deben mencionar a las SIM embebidas (eSIM), que dejarían tentativamente de lado los chip físicos. Entre sus ventajas se destaca la mayor disponibilidad de espacio en dispositivos y, principalmente, la posibilidad de agilizar los procesos que quieran llevar a cabo los usuarios, como cambiar de compañía. Esta variante podría generar más presión para los operadores, que deberán destacarse de sus competidores minuto a minuto para no perder clientes.

Por otra parte, en este conflicto que aún está en etapa de gestación, aparece un factor que siempre es eje de las discusiones del sector y nunca pasa desapercibido por parte de los usuarios: la calidad del servicio. Suena apresurado hablar de lo que pasará de acá a unos años pero si se puede decir que la idea de “Wi-Fi First” está cada vez más instalada en Estados Unidos con el propio Google Fi, Republic Wireless, Scratch o Freedom Pop.

Proyectos

Aunque, como ya se mencionó, en la mayoría de los mercados la opción de Wi-Fi público aparece como un atenuante a los números en rojo en los índices de conectividad, está no es una política que se aplique sólo en países con carencias. La prueba de esto es que Cisco fue escogido hace pocos días por 02 para desplegar un proyecto de Internet inalámbrico sin costo para usuarios en Londres. La iniciativa estará operativa antes de fin de año y busca dar conectividad a unas 400.000 personas.

Además, en la búsqueda de más cantidad y calidad de conexiones de usuarios móviles, surgen nuevas herramientas que ponen al Wi-Fi en la cima de las opciones. Por ejemplo, está en funcionamiento la aplicación Instabridge, que funciona como rastreador de sitios Wi-Fi en todo el mundo y permite la interacción de usuarios para añadir puntos de libre acceso o incluso de los privados, dando a conocer a otros la contraseña.

En Latinoamérica la mayoría de los proyectos están liderados por gobiernos y, entre algunos casos, se destacan el de Colombia, a cargo del Ministerio de TIC, y el de Chile, que tiene a la Subsecretaría de Telecomunicaciones (Subtel) como organismo responsable. En ambos las iniciativas son tomadas como políticas de Estado y consisten en zonas de acceso a Internet inalámbrico en puntos previamente seleccionados y distribuidos en todo el país.

En Colombia, el regulador tiene como meta alcanzar los 1.000 puntos de acceso sin costo para el usuario a 2018 y ya puso en funcionamiento 728, según consta en su página. Cada zona cubre aproximadamente 7.800 metros cuadrados y está en funcionamiento todos los días durante las 24 horas. Cada usuario puede conectarse durante 60 minutos gratis con la posibilidad de reconexión en caso de la estén utilizando menos de 200 personas, el máximo permitido en simultáneo. Los usuarios comparten una velocidad de 20 Mbps.

Por el lado de Chile, autoridades de Subtel explicaron a TeleSemana.com cómo funciona WiFi Chile Gob: “Es una iniciativa de gobierno financiada con subsidio estatal que busca masificar el acceso a Internet mediante la exención del pago durante un período determinado”, comenzaron.

Los proyectos se desarrollan mediante concursos públicos al que se presentan empresas interesadas. “Es el adjudicatario el que que debe dar cumplimiento del servicio y la Subtel la encargada de vigilar el correcto funcionamiento de las zonas Wi-Fi”.

A la fecha el país cuenta con 1.158 zonas Wi-Fi. Se sumarán otras 65 en lo que resta del año y 21 más en el primer semestre de 2018 para alcanzar 1.244 en las 15 regiones del país. Para la ejecución de las seis etapas en las que se divide el proyecto el Estado entregó un total de 8.722.595.714 pesos chilenos (13,2 millones de dólares) en concepto de subsidios.

Sobre la posición de las empresas celulares, el regulador indicó  que “es un servicio distinto al prestado por los operadores móviles (…) Por esta razón entendemos que no hubo oposición ni interés de su parte”. Luego, señalaron que las empresas que se adjudicaron este concurso son firmas “de menor tamaño y locales”.

Sacar una conclusión resultaría complejo y atolondrado. Con la realidad sobre la mesa y proyectos aún en marcha parece que tomar la tesis como válida o echarla por tierra quedará en manos del tiempo y de cómo se desempeñe la industria de aquí en adelante. ¿Qué está dotando de Internet al dispositivo que usa para leer esto? Quizás allí esté la respuesta.

Nicolás Larocca es Técnico Superior en Periodismo (TEA) y Locutor Integral (ISER). Durante su carrera profesional se desempeñó en diferentes medios radiales, digitales y en gráfica como productor de contenidos, redactor y analista. Tiene conocimientos en comunicación interna, deportes, bancos y seguros, y desde 2013 se especializa en el mercado de las telecomunicaciones a escala regional.

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