El operador brasileño Oi y la española Telefónica recibieron con buenos ojos uno de los últimos decretos de la presidencia de Michele Temer, la aprobación del nuevo Plan General de Metas de Universalización (PGMU), que modifica los contratos de telefonía fija. Además de eliminar gastos innecesarios y reemplazar obligaciones de mantener tecnologías obsoletas por otras más modernas, la noticia permitió impulsar las acciones de Oi y Telefónica el viernes, una noticia que ningún CEO de operador puede despreciar —más en estos tiempos—.
El cambio en el PGMU era uno de los principales reclamos del sector de telecomunicaciones en Brasil y uno de los principales argumentos que tenían los operadores a la hora de excusarse por balances negativos o caída de las inversiones.
Es que el anterior plan tenía previsto que los operadores de telefonía fija destinen una buena parte de sus inversiones a terminales de telefonía pública que, con la masificación de la telefonía móvil, quedaron en desuso y ya no generan suficientes ingresos.
Entre las determinaciones del nuevo PGMU se establece que los teléfonos públicos de localidades con hasta 300 habitantes deberán ser mantenidos porque todavía existe demanda. Sin embargo, en el resto del país, ya no regirá la obligación de mantener una red en desuso. En sustitución, los concesionarios tendrán la nueva obligación de implementar sistemas de acceso fijo inalámbrico para banda ancha.
El único operador que se pronunció tras la publicación del decreto fue Oi, que estará obligado a atender 866 localidades en la región 1 y otras 289 en la región dos, según un cronograma que empieza en 2019 y termina con el 100 por ciento de cobertura en 2023. La compañía ya ratificó que cumplirá con esta obligación con la instalación de antenas de telefonía móvil 4G mientras, seguramente, brindaba con una botella en la mano. Es que el PGMU lo beneficia y cualquier noticia es buena en medio de su plan de recuperación.
