Si la relación entre los operadores y los OTTs fuera una serie, la nueva etapa que se presenta obligaría a abrir otra temporada. Los protagonistas serían las empresas de telecomunicaciones, que ahora deben buscar otros diferenciales para competir con sus pares. Es que sus acuerdos con plataformas de este tipo pasaron de ser excepción a convertirse en regla. Velocidad de integración y astucia serán claves para adelantarse al resto.
En el repaso de las temporadas anteriores no podrá faltar lo que mostraba el mercado en los primeros capítulos, en los que los operadores se quejaban ante las autoridades por reglas iguales para competir. Tampoco se omitirá que esas quejas mermaron en paralelo con la decisión de varios países de la región de añadir a los OTTs como actores sujetos de impuestos locales. Luego aparecerán en escena los primeros acuerdos fruto de una amistad por conveniencia apalancada por los operadores ante las dificultades para competir.
La llegada de cada vez más OTT sumó peso al lado de la balanza que representaba a los operadores, pues la competencia interna entre estos actores puso en manos de las empresas del sector la posibilidad de demostrar su valor y capitalizar una lucha que no los tenía como protagonista. Pero tantos acuerdos se firmaron entre las partes que los OTT se posicionaron como aliados impostergables y ahora los operadores tienen el desafío de aprovechar mejor que sus rivales esos vínculos, que ya son moneda corriente.
La serie de la que hablamos solo puede verse por Netflix. La empresa se consolidó como el aliado más elegido por todos y pasó de ser una opción a una plataforma casi obligatoria en el portafolio de los operadores. Sus casi 140 millones de usuarios alrededor del mundo alejan dudas de los motivos que lo llevaron a ocupar ese lugar y los 8.000 millones de dólares invertidos en contenido original durante 2018 explican por qué intentar combatirlo no era una opción para los proveedores de servicios tradicionales. Otro que avanza casilleros es Amazon Prime Video, que pasó a ser parte del portafolio de Tigo y ya era parte del abanico de Vivo en Brasil.
En este contexto, parece ahora el momento de los operadores de encontrar nuevas estrategias para fortalecer su negocio de la mano de los OTT, plataformas que se vieron nuevamente fortalecidas con la multiplicidad de acuerdos. En la astucia está una de las respuestas que espera en sector, más si se tiene en cuenta que hay más de 250 OTT de video en Latinoamérica y los acuerdos se concentran en un puñado de empresas. Quizás haya vida más allá de Netflix y quedará en cada compañía encontrar aliados poco explotados como diferencial, al menos hasta que sus competidores lo descubran y lo obliguen a abrir una nueva búsqueda.
Por otra parte, como ya fue advertido, la velocidad puede ser un factor que determine el éxito o fracaso de una propuesta en el mediano plazo. Telefónica anunció en mayo de 2018 un acuerdo con Netflix que implicaba varios niveles y puso como fecha tentativa de implementación diciembre de ese año. Ya corren para ambos los beneficios del acuerdo pero al operador le tomó siete meses integrar completamente al OTT en su plataforma. Como la justicia, la innovación lenta parece no ser tal.
Con la facturación como un arma posible de seducción, los operadores se enfrentan al desafío de revisar la relación que los une con los OTT para convertirlos en un beneficio concreto en sus propuestas. Deberán ser astutos para no repetir las ideas de sus competidores y trabajar en los tiempos de integración para evitar que buenas alternativas se conviertan en bluff. No parece una situación de vida o muerte pero adaptarse ahora posicionará mejor a las empresas para protagonizar futuras películas de las que todavía ni siquiera hay tráiler.
