Redes privadas 5G: ¿podrán los operadores perder más espacios estratégicos?

La próxima generación de tecnología móvil está asociada inevitablemente con la transformación digital de las organizaciones. Las características avanzadas de la red hacen que sea más apetecible para el sector corporativo que para el consumidor final, que no está dispuesto a pagar más por capacidades superiores de latencia o velocidad —a pesar de que los precios iniciales de los servicios 5G sí son más caros que los 4G—. Se espera que la 5G sea la palanca de la transformación de las organizaciones, la economía y los países, y se espera también que los operadores tengan un rol protagónico en este camino.

Si embargo, y si bien en algunos mercados ya se ha lanzado la 5G, la incertidumbre que aparece por el modelo de negocio ha abierto la puerta a que las compañías empiecen a evaluar construir sus propias redes privadas en vez de esperar a que los operadores lo hagan por ellas. Esta parece ser la conclusión a la que se llega del último informe de la consultora Capgemini, publicado la semana pasada.

Casi la mitad de las grandes empresas industriales (47 por ciento) tendría interés en solicitar una licencia de uso de espectro radioeléctrico para el desarrollo de sus propias redes 5G, de acuerdo con la encuesta realizada por Capgemini a cerca de 800 directivos de empresas industriales y 150 del sector de telecomunicaciones en 12 países, la mayoría de ellos de economías desarrolladas.

El informe muestra optimismo en cuanto a la familiarización que tienen los directivos sobre la 5G y los beneficios que podrían tener para su negocio, a diferencia de otros estudios anteriores que mostraban una desconexión entre la nueva tecnología móvil y lo que las empresas esperaban de ella —quizás porque la muestra de esta encuesta son empresas de países de economías maduras o quizás porque a pocos meses del 2020 ya está más claro qué significa la próxima red 5G—. El informe parece demostrar que las compañías (al menos las industriales) tienen claro por qué será importante 5G para su negocio y apunta que cerca del 72 por ciento de las fábricas está dispuesta a pagar más por aumentar la velocidad y capacidad de banda ancha móvil.

El 65 por ciento de las empresas planea adoptar esta tecnología en los dos primeros años de disponibilidad en el mercado. En Italia (35 por ciento), Francia (30 por ciento) y Canadá (27 por ciento), más de una cuarta parte tiene intención de utilizar la 5G ya en el primer año, mientras que el 75 por ciento de las empresas industriales del Reino Unido e Italia, el 69 por ciento de España y el 68 por ciento de Estados Unidos y Noruega planean hacerlo dentro de los dos primeros años desde su salida.

No obstante, lo más interesante del informe es que un tercio de las empresas industriales está evaluando solicitar su propia licencia 5G, cifra que se eleva hasta el 47 por ciento en el segmento de grandes organizaciones —más de 10.000 millones de dólares de facturación—. ¿La razón? Un deseo de mayor autonomía y seguridad de sus redes junto a inquietudes en torno a si los operadores de telecomunicaciones actuarán con demasiada lentitud a la hora de desplegar redes 5G públicas.

El informe pone en alerta a los operadores que, hasta ahora, parecían cómodos en una posición que indicaba que, si ellos no despliegan 5G, no lo haría nadie. Capgemini demuestra que, al menos en países maduros, las empresas podrían estar interesadas en hacerlo si se dan las condiciones regulatorias y de acceso al espectro.

Un informe de Qualcomm de mayo de este año señala que existen cuatro alternativas para que las empresas consigan el espectro para desplegar redes 5G privadas, de las cuales en una sola tiene un papel que jugar el operador. Las alternativas van desde la adquisición de espectro dedicado para uso industrial —ejemplo, la banda de 3,7 GHz en Alemania— hasta el uso de espectro sin licencia con compartición sincronizada o no sincronizada. También Qualcomm menciona la posibilidad de que los operadores asignen espectro en áreas específicas para IoT industrial.

En caso de que las redes privadas 5G se desarrollen, el operador de telecomunicaciones podría llegar a ser el único perdedor, excepto que encuentren la forma de aprovechar sus tenencias de espectro o puedan ofrecer a las compañías servicios administrados para desplegar y operar sus redes privadas 5G.

La amenaza del avance de redes privadas no es nueva. Es cierto que en el pasado las redes privadas móviles existieron y no implicaron necesariamente una pérdida de negocio para el operador. Sin embargo, en un contexto de incertidumbre sobre el modelo de negocio de 5G, que exista cierto interés de las empresas por prescindir del operador para sus propios proyectos de 5G no es para despreciar.

Si nos guiamos por las cifras de Research and Markets, las proyecciones indican que el mercado global de LTE privado crecerá de 2.400 millones de dólares en 2018 a 4.500 millones en 2023, a un crecimiento compuesto anual del 13 por ciento, impulsado por la necesidad redes de mayor calidad y convergencia entre 5G y LTE privado. La cifra es importante, pero no lo suficiente como para poner en jaque un mercado móvil que mueve cerca de un billón de dólares anuales en inversión e ingresos y aportó 3,9 billones de dólares al PBI global de 3018, de acuerdo con cifras de GSMA.

La pregunta que queda por hacerse es si con LTE y NB-IoT crecen las redes privadas por motivos de seguridad pública o desarrollo de proyectos IoT, ¿sucederá lo mismo con la 5G? La amenaza que parece ahora acechar a la industria es que los operadores pierdan un espacio estratégico que es el de la 5G en el sector industrial. Un espacio que podría ser llenado por sus propios proveedores que ofrecerán servicios administrados y equipamiento para redes privadas que solamente tendrán contacto con el operador para el acceso a Internet.

Leticia Pautasio es periodista y Licenciada en Comunicación Social por la Universidad Nacional de Quilmes (Buenos Aires, Argentina). Durante su carrera profesional se desempeñó en gráfica, radio y medios de comunicación en línea. Desde 2009 se especializa en tecnología, telecomunicaciones y negocios; cubriendo la realidad del sector en América latina. En 2013 obtuvo el diplomado "El Periodista Latinoamericano como agente y líder en el desarrollo social" del Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey (México). Contacto: [email protected]

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