Cómo transformarse digitalmente de forma ágil cuando cada paso supone un desafío

Llevo una racha de dos opiniones hablando en forma negativa de la 5G, y parece que hoy no voy a cambiar la dinámica. No es que quiera ser negativo deliberadamente, ni creo que 20 años en el sector me estén haciendo mella, por lo que concluyo que estas opiniones son honestas, dentro de mi limitado entendimiento de lo que significa ese concepto. Y llega la hora de la transformación digital, porque la llegada de la 5G se supone que viene a propiciar un cambio disruptivo.

Si uno ve la 5G como algo más que velocidad, latencia y capacidad, y ve una red basada en software y conectada con el resto de nubes, entonces la 5G ya no es ni siquiera una tecnología, sino un ecosistema donde la frontera entre el operador y el resto de servicios digitales desaparece para los usuarios. Esta última frase produce pavor a los ejecutivos de los principales operadores porque aún viven anclados en ser “dueños” de clientes que hace tiempo que han dejado de ser de alguien. Si para los usuarios donde empiezan y acaban los servicios es irrelevante, para los operadores debería ser irrelevante donde empieza y acaba la definición de quien, cómo, donde y cuándo un usuario le pertenece.

La transformación digital de los operadores es compleja, como se está demostrando en el intento de ir a NFV y ahora a NFC —de virtualizar funciones de red a cloudificarlas—. Pero es que, además, si uno analiza los procesos de los operadores de telecomunicaciones, se da cuenta que la digitalización se desarrolla como un puzzle, algunas piezas se digitalizan mientras que otras todavía no. Todas pasarán por ese proceso, pero no todas lo harán a la vez ni de la misma forma. Cada paso que da el operador para digitalizarse, a cada pieza del rompecabezas a la que le quiere dar la vuelta, debe demostrarse a sí mismo que tiene un retorno sobre la inversión.

Imaginando una red de telecomunicaciones y todas sus partes y departamentos, es fácil entender la tarea titánica que supone digitalizar por completo a una empresa de estas características. Sólo un ejemplo sirve para demostrar este desafío mayúsculo: la llegada de la eSIM. La eSIM es la digitalización no sólo de la tarjeta SIM sino de todos los procesos asociados, especialmente aquellos relacionados con la logística física, y también de todos los procesos manuales que hay que realizar para activar una tarjeta una vez está en manos del usuario, sin contar el trabajo previo del fabricante de la tarjeta para cargar los perfiles de cada operador.

Migrar a un ambiente de eSIM parecería algo por lo que apostarían los operadores que quieren modernizarse, ¿no? Pues la realidad es que no. Los operadores quieren tanto a la digitalización como la temen. Digitalizar ciertas áreas, si bien abre oportunidades, encierra algunos riesgos que son mucho menores que sus beneficios. Sin embargo, se ven magnificados por la incógnita y por el poco entendimiento de lo que realmente significa digitalizarse. A esto, hay que sumarle que si la inversión no tiene un caso de negocio o un retorno muy claro, estos procesos de modernización se ven frenados parcialmente.

Así, los operadores irán digitalizándose sólo cuando tengan la certeza de que ir a la era digital —algo imparable— les aporta el beneficio que ellos anticipan, esperan o que esté acorde a su idea de retorno sobre la inversión. Esta fórmula no es igual para las empresas nativas digitales, que operan así en un todo y no por trozos. El problema no es conceptual de cómo digitalizar, pues no parece haber alternativa a hacerlo al modo “baby steps”, sino a gestionar esta realidad con un entorno digital que no va dando pasitos sino que va a la carrera.

¿Pueden los operadores digitalizarse a pedazos y a diferentes velocidades y, a la vez, ser competitivos contra aquellos que están cien por cien digitalizados? La respuesta intuitiva sería, nuevamente, no. Y e aquí el gran problema del sector y el reto a resolver: ser competitivo cuando uno solo puede uno modernizarse por trozos.

Cuenta con más de 22 años de experiencia cubriendo el sector de las telecomunicaciones para América Latina. El Sr. Junquera ha viajado constantemente alrededor del mundo cubriendo los eventos de mayor relevancia para la industria en América, Europa y Asia. Su experiencia académica incluye un BA en periodismo escrito por la Universidad de Suffolk en Boston, MA, y un Master en Economía Internacional en la misma institución.

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