Los tres operadores móviles chilenos, Claro, Movistar y Entel PCS se caracterizan por manejar un mercado de telefonía móvil dinámico y moderno que no duda en adoptar las nuevas tendencias en cuanto están a su alcance. Sin embargo, cuando Nextel, que será en breve el cuarto operador en el mercado, propone compartir sitios para el despliegue de infraestructura, los tres operadores, enemigos en la batalla, y amigos de la evolución del sector, se cierran en banda.
Es difícil de explicar cómo en un mercado tan avanzado en materia de telecomunicaciones como el chileno, los operadores ponen obstáculos a una tendencia tan extendida en otros mercados del mundo que suelen ser quienes marcan tendencia, como podría ser el Reino Unido o España. Parece incongruente pensar que luego de introducir conceptos avanzados como ser pioneros en la legislación relacionada con la “neutralidad de red” haya oposición para compartir sitios para el despliegue de infraestructura o incluso la infraestructura misma.
El principal argumento de los operadores para negarse a compartir su infraestructura con Nextel son las inversiones y antigüedad de la instalación de la misma. Los tres operadores argumentan que la infraestructura instalada se viene desarrollando desde hace una década y significó unos costos en inversión de unos 8.000 millones de dólares. De permitir el uso por parte de Nextel, se le estaría brindando a esta empresa una ventaja competitiva significativa que atentaría con las leyes de la competencia y la constitución.
Nextel, sin embargo, opina lo contrario. “Los costos de operación y explotación asociados a la instalación de las antenas están debidamente compensadas en el articulado. Creemos que no hay ningún problema de constitucionalidad”, indica Miguel Oyonarte, vicepresidente de Asuntos Legales de Nextel, en declaraciones a Diario Financiero.
Dos años atrás, en medio de la crisis económica financiera y la consecuente falta de financiación para expandir la infraestructura la Unión Internacional de Telecomunicaciones (UIT) recomendaba a los operadores de todo el mundo compartir su infraestructura. Remarcando el carácter de la tendencia a nivel mundial, especialmente en mercados maduros y emergentes para fomentar la conectividad. En ese momento compartir la infraestructura podía justificarse en aspectos económicos. Las tendencias de la región hacia desplegar la banda ancha para garantizar el acceso a todos los habitantes y acortar los plazos para digitalizar toda la TV establece otro escenario sobre el cual debatir el compartir infraestructura entre competidores.
En el Reino Unido y Uruguay los operadores ya comparten infraestructura. Vivo, la mayor operadora móvil brasileño, desde hace varios años pide lo mismo con el propósito de acelerar el despliegue de la red 3G. Por lo que no sólo se trata del resguardo celoso de la infraestructura propia ni de estructuras de costos. Es claro que la tendencia mundial marca otro rumbo, y va en la dirección que busca el equilibrio entre el despliegue necesario de redes, la preservación del medioambiente y la promoción de la competencia, la cual no se dirime sobre la cobertura sino sobre los servicios.
“El proyecto de ley de antenas que se discute en el Congreso [de Chile] coloca barreras de entrada a la competencia, ya que impide un despliegue rápido de las redes”, explica Oyonarte.
Compartir infraestructura no sólo disminuye el impacto ambiental y costos, tiene un trasfondo latente más allá de lo económico. Compartir la infraestructura, ir en la dirección de compartir no solo torres y mástiles para colocar antenas sino la red, es cambiar el enfoque de pensar en la cobertura para proyectar en servicios. Es abandonar la idea de que la cobertura lo era todo cuando solo se podía pensar en voz y SMS. En la actualidad, la situación es otra, y en la región los Estados y los operadores saben que la banda ancha móvil es la que soportará el desarrollo de los servicios que hará que los usuarios se desplacen mayor cantidad de horas del escritorio al móvil, algo que los suscriptores esperan y para lo que ya están preparados. Compartir la infraestructura es acelerar el despliegue y es la herramienta para promover la competencia sobre los servicios.
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