¿Debe ser el sector agresivo en sus esfuerzos por reducir sus emisiones? La respuesta sencilla es que …

El informe “Smarter Networks, Greener Planet”, presentado por Liberty Global y EY, defiende la sostenibilidad como un pilar estratégico para el futuro de las telecomunicaciones. Argumenta que el sector debe intensificar sus esfuerzos para reducir su consumo energético y adoptar tecnologías avanzadas como la inteligencia artificial (IA). Sin embargo, al analizar en profundidad los datos y las tendencias expuestas, surge la cuestión de si este énfasis es realmente proporcional al impacto del sector o si responde más a las expectativas sociales y al interés en la reducción de costos operativos.

El informe argumenta que las telecomunicaciones consumen entre el uno y el 1,5 por ciento de la electricidad mundial y contribuyen con hasta el 0,5 por ciento de las emisiones de gases de efecto invernadero. Estas cifras, aunque significativas, son pequeñas en comparación con sectores como el transporte, que representa aproximadamente el 25 por ciento de las emisiones globales, o la industria pesada. Además, el documento subraya que el tráfico de datos global se ha multiplicado 25 veces desde 2010 y que las demandas seguirán creciendo con la digitalización y la proliferación de dispositivos conectados.

Sin embargo, es importante considerar que las telecomunicaciones también generan beneficios indirectos significativos para la sostenibilidad. Al permitir el teletrabajo, las videoconferencias y la digitalización de procesos, el sector ha contribuido a reducir la necesidad de transporte físico, uno de los mayores responsables de emisiones. Esta contribución indirecta, que no se destaca lo suficiente en el informe, plantea la duda de si las telecomunicaciones deberían priorizar más la facilitación de soluciones sostenibles para otros sectores que enfocarse agresivamente en su propio impacto ambiental. Nos estamos acostumbrando a calcular los impactos medioambientales en base a situaciones que se cierran en una urna de cristal, como por ejemplo el impacto de los autos eléctricos, que emiten menos pero que su huella de carbono teniendo en cuenta su fabricación y el uso de baterías —y su futuro reciclaje o desecho, no se cuál será peor— hacen que la ecuación a largo plazo no esté tan clara en su favor.

El informe pone énfasis en el papel transformador de la IA para mejorar la eficiencia energética en telecomunicaciones. Según los autores, la IA puede optimizar operaciones como el enfriamiento de centros de datos, reduciendo el consumo energético hasta en un 15 por ciento. También puede ajustar dinámicamente el uso de recursos en redes, evitando el desperdicio en períodos de baja demanda. Sin embargo, implementar y operar estas tecnologías requiere infraestructuras avanzadas que, paradójicamente, pueden aumentar el consumo energético global del sector inicialmente ya que la IA consume más energía que tecnologías anteriores por su necesidad de capacidad de computo.

Otro aspecto destacado es el potencial de la IA para fomentar la economía circular —yo no conozco otra—. El informe menciona que el sector genera alrededor de 4,7 millones de toneladas de residuos electrónicos al año, principalmente por la rápida obsolescencia de dispositivos y equipos. La IA puede ayudar a mitigar este problema mediante la mejora de procesos de reciclaje y la reutilización de materiales. Sin embargo, la industria de telecomunicaciones tiene un impacto moderado en este ámbito comparado con otros sectores, lo que sugiere que esta narrativa podría estar algo sobredimensionada nuevamente si tenemos en cuenta que muchos de estos equipos deberían haber evitado el uso de otras fuentes de energía más contaminantes al evitar desplazamientos de personas y mercancías —ya no hay que distribuir cintas de video, DVDs—.

El informe también insiste en que tecnologías como la fibra óptica son esenciales para mejorar la eficiencia energética, argumentando que son un 85 por ciento más eficientes que las líneas de cobre. Además, sugiere que el apagado de redes heredadas como 3G y 2G podría reducir el consumo energético hasta en un 15 por ciento. Sin embargo, es válido cuestionar si estas medidas, aunque justificadas ambientalmente, no están igualmente motivadas principalmente por el interés en reducir costos operativos. Optimizar el consumo energético claramente tiene beneficios ambientales, pero también es una estrategia lógica para mejorar márgenes en una industria cada vez más competitiva. Y esto no es una crítica, sino simplemente dejar claro que el sector podría estar persiguiendo la sostenibilidad por iun tema principalmente económico que como resultado redunda en una mejora de la biodiversidad. En cualquier caso entender las motivaciones de forma certera es mucho mejor que la alternativa.

Aunque el informe hace un llamado a las telecomunicaciones para liderar la sostenibilidad ambiental, sugiere indirectamente un enfoque limitado al enfatizar las reducciones internas de emisiones. En realidad, el sector tiene un impacto mucho mayor como facilitador de la sostenibilidad global. Las redes modernas permiten a otras industrias descarbonizarse mediante la digitalización, un efecto positivo que debería ocupar un lugar central en la narrativa del sector.

Por ejemplo, el transporte y la logística han reducido significativamente su huella gracias a la conectividad avanzada, mientras que los modelos de teletrabajo han disminuido la necesidad de desplazamientos masivos. Estas contribuciones, aunque menos tangibles que los ahorros energéticos directos, tienen un peso significativo en la lucha global contra el cambio climático.

El informe “Smarter Networks, Greener Planet” es valioso al subrayar la importancia de la sostenibilidad, pero también es necesario equilibrar su enfoque. Las telecomunicaciones ya están haciendo una contribución ambiental considerable al reducir indirectamente las emisiones de otros sectores. En lugar de concentrarse excesivamente en la reducción de su propio consumo, el sector debería destacar su papel como habilitador de una economía más sostenible.

La presión para cumplir con expectativas sociales y regulaciones no debe llevar a las empresas a perder de vista la “película completa”. Es crucial que las telecomunicaciones adopten un enfoque pragmático, optimizando su eficiencia sin comprometer sus recursos en iniciativas que, aunque bien intencionadas, puedan ser desproporcionadas respecto a su impacto real.

El sector de las telecomunicaciones debería recalibrar su narrativa, priorizando su capacidad de generar impactos positivos en otros sectores en lugar de exagerar la urgencia de reducir su propio impacto ambiental. La sostenibilidad no es solo una cuestión de responsabilidad, sino una oportunidad estratégica para posicionar al sector como un catalizador de transformación global.

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Cuenta con más de 22 años de experiencia cubriendo el sector de las telecomunicaciones para América Latina. El Sr. Junquera ha viajado constantemente alrededor del mundo cubriendo los eventos de mayor relevancia para la industria en América, Europa y Asia. Su experiencia académica incluye un BA en periodismo escrito por la Universidad de Suffolk en Boston, MA, y un Master en Economía Internacional en la misma institución.

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