A primera vista, el mercado global de smartphones parece haber salido de la cama con el pie izquierdo en 2025. El crecimiento fue casi simbólico: Canalys habla de un alza del 0,2 por ciento, IDC sube la apuesta al 1,5 por ciento, y Counterpoint, más optimista, llega al tres por ciento. No es que las cifras no importen, pero lo que realmente cuenta es lo que reflejan: un sector maduro que, tras la resaca del exceso de envíos de finales de 2024, empieza el año con más preguntas que respuestas.
Samsung sigue en lo alto del podio, aunque más por inercia que por impulso. Enviaron 60,5 millones de unidades, apenas un suspiro por encima del año pasado. Su serie Galaxy S25 y los renovados modelos de gama media ayudaron a mantener su cuota, que ronda el 20 por ciento, según una media de todos los analistas. Pero los focos este trimestre se los llevó, otra vez, Apple.
La compañía de Cupertino logró lo que parecía improbable: crecer a doble dígito en un mercado estancado. Sus 55 millones de unidades representaron un aumento del 13 por ciento, apuntalado por el iPhone 16e, una versión más económica que sedujo tanto a usuarios estadounidenses como a compradores en los rincones más dinámicos de Asia Pacífico. La jugada, minimalista, funcionó.
Más abajo en la tabla, Xiaomi resistió en tercera posición con 41,8 millones de unidades y un tímido crecimiento del tres por ciento. En su caso, China fue el ancla y el salvavidas a la vez, gracias a subsidios gubernamentales que impulsaron la demanda. Por su lado, vivo, con una estrategia similar, escaló un siete por ciento y alcanzó los 22,9 millones de unidades. OPPO, en cambio, tropezó: cayó un nueve por ciento, víctima quizás de un portafolio demasiado conservador o de una ejecución menos afilada.
Pero los números no viven en el vacío. En Estados Unidos, el mercado creció un sorprendente 12 por ciento, con Apple como motor principal. La combinación de nuevos lanzamientos y rumores sobre futuras subidas de precios actuó como catalizador. Europa, por su parte, volvió a congelarse tras una breve primavera: el exceso de inventario y las exigencias del nuevo diseño ecológico europeo —todavía en fase de digestión por parte de los fabricantes— enfriaron la demanda.
Asia Pacífico ofreció un espectáculo bipolar. Mientras países como China se beneficiaban de políticas públicas agresivas, gigantes del sur como India mostraban señales de fatiga. América Latina y Oriente Medio también vieron una caída, sugiriendo que la fase de reemplazo masivo podría estar llegando a su fin. África, en cambio, fue la excepción: el crecimiento llegó desde abajo, empujado por una mayor presencia minorista y por modelos más asequibles.
Así, el trimestre dejó una paradoja: un mercado que no crece, pero que cambia. Apple se reinventa, China subvenciona, y el resto del mundo trata de encontrar una narrativa que encaje. No es el fin del ciclo, pero sí un punto de inflexión. Los gigantes lo saben. Y el margen de error, en este nuevo tablero, es cada vez más estrecho. Veremos que pasa en el segundo trimestre.