La conectividad Wi-Fi acaba de cruzar un umbral que redefine lo que las empresas pueden esperar de sus redes inalámbricas. Los ensayos de campo liderados por la Wireless Broadband Alliance (WBA), en colaboración con AT&T, CommScope (Ruckus) e Intel, han confirmado que Wi-Fi 7 no es una evolución más: es una plataforma pensada para las aplicaciones más críticas del futuro inmediato.
Realizados en entornos empresariales reales —no en laboratorios controlados—, los ensayos compararon Wi-Fi 7 con Wi-Fi 6E usando canales de 160 MHz en la banda de 6 GHz y canales de 40 MHz en la banda de 5 GHz. Los resultados son contundentes: Wi-Fi 7 duplicó la velocidad de Wi-Fi 6E en 5 GHz, mantuvo más de 1 Gbps a una distancia de hasta 12 metros del punto de acceso en 6 GHz, y alcanzó picos de hasta 2,1 Gbps de subida. Todo ello con una latencia reducida y una eficiencia notable incluso en entornos de alta densidad con miles de dispositivos conectados.
Los resultados dejan claro que el salto tecnológico es tanto cuantitativo como cualitativo. No se trata solo de más velocidad, sino de una plataforma que permite desplegar funcionalidades como realidad extendida (XR), automatización con inteligencia artificial (IA), gemelos digitales y comunicaciones críticas sin temor a la congestión de red.
Entre las novedades que habilitan estas mejoras destacan Multi-Link Operation (MLO), que permite a un dispositivo usar múltiples enlaces simultáneamente; 4K QAM, que incrementa la capacidad espectral; y una gestión de calidad de servicio basada en programación, ideal para garantizar rendimiento predecible en aplicaciones sensibles al retardo. Todo ello respaldado por un diseño de red pensado para oficinas densas, donde el espacio entre puntos de acceso es de apenas 10 a 12 metros, dice WBA en su comunicado de prensa.
Lo más interesante es que los beneficios no se limitan a la banda de 6 GHz. Incluso en la banda de 5 GHz, que sigue siendo esencial para la compatibilidad con dispositivos heredados, Wi-Fi 7 logró duplicar el rendimiento de Wi-Fi 6 usando el mismo ancho de canal (40 MHz). Esto garantiza una transición más suave para las empresas que quieren avanzar sin dejar atrás su parque tecnológico actual, añade WBA.
Los ensayos también arrojan lecciones sobre el diseño de red. La tecnología demuestra un excelente desempeño con canales de 160 MHz, los cuales permiten una mayor densificación sin incurrir en interferencias que limitarían la escalabilidad. En cambio, los 320 MHz, aunque prometedores, seguirán siendo más adecuados para entornos residenciales o redes menos densas.
En definitiva, Wi-Fi 7 está listo para producción y preparado para aplicaciones de misión crítica. Si antes las redes Wi-Fi eran vistas como el “plan B” frente a conexiones cableadas o privadas, esta nueva generación eleva su estatus al de infraestructura central, incluso en escenarios industriales o sanitarios.
Las pruebas también revelaron detalles técnicos interesantes, como la sensibilidad de la señal en rangos cortos debido a la propagación multipath, o el impacto del mobiliario y las paredes en entornos reales, lo cual refuerza la importancia de planificar cada despliegue con precisión.
Las conclusiones del informe son rotundas: Wi-Fi 7 no solo mejora el rendimiento, sino que resuelve los cuellos de botella estructurales de generaciones anteriores, ofreciendo una base sólida para la próxima ola de servicios empresariales basados en conectividad ubicua, inteligencia distribuida y experiencias inmersivas.
Wi-Fi 7 no compite con las redes privadas celulares… ¿o sí?
Las recientes pruebas de la WBA han evidenciado mejoras significativas en velocidad, latencia y eficiencia con la llegada de Wi-Fi 7. Esto inevitablemente plantea una cuestión clave: ¿se posiciona Wi-Fi 7 como un competidor directo de las redes privadas LTE o 5G?
La respuesta concisa sigue siendo no, pero se requiere una comprensión más profunda de los matices y las aplicaciones específicas.
Wi-Fi 7 y las redes privadas celulares están diseñadas para abordar necesidades fundamentalmente distintas. Las redes celulares, con su espectro licenciado y cobertura garantizada, mantienen su superioridad en entornos extensos, exteriores o con alta movilidad –como puertos, minas o infraestructuras críticas– donde la predictibilidad y la fiabilidad son cruciales. En contraste, Wi-Fi 7 despliega su potencial en espacios interiores densos como oficinas, hospitales, almacenes o centros educativos, ofreciendo una implementación rápida, flexible y, generalmente, más económica.
Sin embargo, la aparición de Wi-Fi 7 introduce una alternativa real donde antes las redes privadas LTE parecían la única opción viable para ciertas aplicaciones con requisitos exigentes. Su prometedor rendimiento sostenido en la banda de 6 GHz (siempre sujeto a la disponibilidad y regulaciones locales), su capacidad para operar eficientemente en alta densidad y la creciente, aunque aún no completamente madura, disponibilidad de dispositivos compatibles lo convierten en una opción atractiva para organizaciones que buscan evitar la complejidad y los costos asociados a la gestión del espectro celular.
Es crucial entender que no se trata de una sustitución directa, sino de una elección estratégica basada en las necesidades específicas. En muchos escenarios, la coexistencia inteligente se perfila como la solución óptima: redes celulares para la cobertura exterior y el IoT industrial, y Wi-Fi 7 para entornos interiores inteligentes y aplicaciones de colaboración intensiva.
En definitiva, no existe una única red universal. La clave reside en implementar cada tecnología de manera inteligente, aprovechando sus fortalezas para lograr una sinergia que potencie la conectividad general. La evolución continua de ambas tecnologías también podría redefinir sus roles en el futuro.