¿Otra vuelta al ciclo? La consolidación vuelve a marcar el ritmo del sector telco

En un sector donde la promesa de la conectividad ubicua se enfrenta a la dura aritmética del negocio, la consolidación se está convirtiendo en la vía predilecta para redefinir el futuro de las telecomunicaciones. No es una moda ni un accidente coyuntural. Parece, cada vez más, una necesidad estructural.

Pero conviene mantener la perspectiva ante esta nueva oleada. La consolidación no es un fenómeno nuevo en este sector. Al contrario, ha sido una constante a lo largo de las últimas dos décadas. El sector ha atravesado distintas fases de consolidación, impulsadas por la desregulación, la convergencia tecnológica y la necesidad de escalar. La década de 2000 estuvo marcada por grandes fusiones horizontales y verticales con el objetivo de ampliar alcance y ofrecer servicios empaquetados. Lo que observamos en 2024 —y probablemente veamos intensificarse en 2025— podría entenderse como un nuevo repunte dentro de un patrón cíclico. El valor total de los acuerdos ha aumentado de forma significativa, y la actitud de los reguladores, particularmente en Europa, parece más flexible. ¿Estamos ante una nueva ola estructural o simplemente ante una fase más de este vaivén histórico?

De hecho, el análisis de los datos recientes ofrece una lectura reveladora. Tras el pico excepcional de 2021, cuando el valor de las fusiones y adquisiciones en telecomunicaciones alcanzó los 263.900 millones de dólares —impulsado por un entorno de liquidez abundante y un apetito inversor generalizado que elevó a 5,9 billones de dólares el total de transacciones a nivel global en todos los sectores—, los años siguientes mostraron una clara desaceleración. En 2022, el valor de las operaciones en telecomunicaciones cayó drásticamente, quedándose en 84.400 millones de dólares, una disminución del 68 por ciento respecto al año anterior, a pesar de que el conjunto del sector  de tecnología, medios y telecomunicaciones (TMT) registró cifras mucho más elevadas, cercanas a los 700.000 millones. Esta tendencia bajista continuó en 2023, con estimaciones que sitúan el valor de los acuerdos en torno a los 111.000 millones de dólares al cierre del año, lo que representó una caída del 39 por ciento en comparación con 2022, según diversas fuentes.

Sin embargo, 2024 marca un punto de inflexión y el valor total de las fusiones y adquisiciones en el sector superó los 127.000 millones de dólares, situándose como el nivel más alto desde el repunte de 2021. Esta recuperación no solo es significativa desde el punto de vista cuantitativo, sino también cualitativo. El mercado ha pasado de centrarse en desinversiones de infraestructura a operaciones centradas en la consolidación de operadores de telecomunicaciones, lo que evidencia un cambio de enfoque estratégico. Esta nueva dinámica responde a presiones bien identificadas: la necesidad urgente de inversión en redes 5G y fibra —y en breve 6G—, la competencia implacable de los OTTs, y la mayor apertura regulatoria en mercados clave como el europeo, donde voces influyentes han abogado públicamente por permitir mayor concentración para garantizar sostenibilidad e innovación. Todo ello sugiere que la consolidación de 2024 no es un rebote aleatorio, sino una respuesta estratégica a condiciones estructurales que podrían marcar el ritmo de los próximos años.

Este resurgir del apetito por los acuerdos no se limita a unos pocos mercados. Norteamérica, Europa, Asia y América Latina están viendo cómo operadores grandes y pequeños se funden, se compran o simplemente desaparecen del mapa. Las razones son múltiples, pero todas apuntan a una misma conclusión: el modelo actual de las telecomunicaciones ya no da para más.

Y es que a medida que la presión sobre los ingresos crece y el capital necesario para desplegar infraestructuras 5G o redes de fibra se dispara, los operadores buscan socios con quien compartir la carga o eliminar presiones competitivas.

La consolidación plantea una pregunta incómoda: ¿es una maniobra ofensiva o un síntoma de debilidad? La respuesta, como casi todo en este sector, depende de la perspectiva. Para algunos, es la única manera de evitar la irrelevancia en un mercado saturado y sin crecimiento orgánico. Para otros, es una jugada estratégica para tomar posiciones de liderazgo, prepararse para nuevas olas tecnológicas y racionalizar estructuras pesadas. En ambos casos, la consolidación está moldeando el ADN del negocio.

Históricamente, las autoridades de competencia han sido reacias a permitir fusiones que reduzcan el número de operadores a tres o menos. Pero esa ortodoxia está cambiando y si no, debería. La lógica regulatoria ya no se basa exclusivamente en proteger precios bajos. Ahora se ponderan también la resiliencia de la red, la innovación, la cobertura y la capacidad de inversión. En un contexto donde los MVNOs, el acceso inalámbrico fijo y los satélites LEO están aumentando las opciones de conectividad, la reducción de actores tradicionales quizás no debería percibirse necesariamente como una amenaza.

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Cuenta con más de 22 años de experiencia cubriendo el sector de las telecomunicaciones para América Latina. El Sr. Junquera ha viajado constantemente alrededor del mundo cubriendo los eventos de mayor relevancia para la industria en América, Europa y Asia. Su experiencia académica incluye un BA en periodismo escrito por la Universidad de Suffolk en Boston, MA, y un Master en Economía Internacional en la misma institución.

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