Torres, celdas y capital: lo que revela la radiografía 2024 de la infraestructura inalámbrica en Estados Unidos

Detrás de cada clic, de cada app y de cada asistente de inteligencia artificial (IA) hay una infraestructura física masiva, costosa y estratégicamente distribuida que rara vez es alabada por los usuarios que la dan por dada. Pero sin ella, no hay economía digital. Así lo recuerda el último informe de la Wireless Infrastructure Association (WIA), elaborado por la consultora iGR, que ofrece una panorámica numérica y operativa del ecosistema inalámbrico en Estados Unidos al cierre de 2024.

Titulado Wireless Infrastructure by the Numbers 2024, el informe se adentra en la anatomía de la red móvil estadounidense, revelando un sector que no solo sigue creciendo, sino que está evolucionando en dirección a una mayor eficiencia, densificación y compartición de recursos. Y aunque la WIA representa a las empresas que construyen y gestionan esa infraestructura —torres, small cells, redes indoor—, sus datos y mensajes ofrecen también claves relevantes para operadores móviles, proveedores tecnológicos y responsables de política pública.

Según el informe, Estados Unidos cerró 2024 con 154.800 torres específicamente diseñadas para redes móviles, 248.050 macroceldas activas, 197.850 small cells exteriores y nada menos que 802.500 nodos interiores, que incluyen desde Distributed Antenna Systems (DAS) hasta redes privadas CBRS y soluciones en bandas licenciadas como mmWave.

Esta infraestructura no se distribuye de forma aleatoria. El documento señala que más macroceldas que torres es señal de un modelo basado en la colocation, donde varias operadoras comparten una misma estructura. Esta práctica —cada vez más extendida también en Europa— reduce la duplicación de infraestructura, optimiza inversiones y facilita la cobertura en zonas menos rentables, como áreas suburbanas o rurales.

Un punto que el informe destaca es el crecimiento más lento de lo previsto en las small cells exteriores. Con cerca de 200.000 unidades en operación, el despliegue no ha alcanzado el ritmo proyectado antes de la pandemia. La WIA lo atribuye, entre otros factores, al cambio en la distribución de tráfico hacia zonas menos densas y a desafíos normativos para la instalación urbana.

En contraste, los nodos interiores han experimentado un impulso notable. El informe identifica como motor de esta tendencia el regreso parcial a oficinas, estadios, centros de convenciones y aeropuertos, donde la conectividad indoor se ha vuelto una ventaja competitiva tanto para empresas como para proveedores.

El modelo de infraestructura compartida recibe una atención especial en el informe. La WIA defiende —con datos y argumentos— que compartir torres, DAS o small cells no solo permite ahorrar costes, sino que facilita el despliegue en zonas complejas y acelera el retorno de inversión para todos los actores involucrados.

Este enfoque tiene fundamentos sólidos ya que hoy en día, la mayoría de las torres en Estados Unidos no son propiedad de los operadores móviles, sino de compañías independientes que arriendan espacio a múltiples clientes. El modelo ha permitido a los operadores liberar capital para enfocarse en servicios, espectro y digitalización, una estrategia que se ha consolidado desde principios de los años 2000.

Uno de los datos que llama la atención es la distribución del gasto: 10.800 millones de dólares en construcción y expansión de redes frente a casi 53.000 millones en gastos operativos. Esto incluye desde mantenimiento de equipos hasta arrendamientos de torres, enlaces de fibra, energía y operaciones de red, excluyendo atención al cliente o facturación.

Para la WIA, esta diferencia refleja una mayor eficiencia por gigabyte transmitido, fruto de redes más densas, tecnologías más maduras y un uso más estratégico de los recursos. Pero también es un recordatorio de que el futuro de la conectividad no se juega solo en cuántas antenas nuevas se activan, sino en cómo se gestionan, optimizan y escalan las redes existentes.

Detrás de esta infraestructura hay personas. Muchas. El informe estima que 368.750 trabajadores a tiempo completo o equivalente están directamente involucrados en la construcción, operación y soporte de redes inalámbricas en ese país en 2024. Técnicos, ingenieros, especialistas en fibra, legal y operaciones. No se trata solo de empleos en los grandes operadores, sino en toda la cadena de valor que da soporte físico a lo digital.

En un contexto donde la digitalización se asocia a automatización y pérdida de empleos físicos, este dato refuerza la relevancia industrial de la infraestructura inalámbrica como generadora de empleo calificado, dice el informe.

Para los operadores y proveedores tecnológicos, el mensaje es claro: el futuro no está necesariamente en más torres, sino en torres mejor aprovechadas. No en crecer por crecer, sino en escalar con inteligencia. Y no en competir por infraestructuras físicas, sino en colaborar sobre plataformas comunes que reduzcan fricción y multipliquen capacidades.

La infraestructura ya no es solo un activo fijo: es un activo estratégico. Y quien no lo entienda a tiempo, puede quedarse sin terreno donde levantar su próxima torre —o su próximo negocio.

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Cuenta con más de 22 años de experiencia cubriendo el sector de las telecomunicaciones para América Latina. El Sr. Junquera ha viajado constantemente alrededor del mundo cubriendo los eventos de mayor relevancia para la industria en América, Europa y Asia. Su experiencia académica incluye un BA en periodismo escrito por la Universidad de Suffolk en Boston, MA, y un Master en Economía Internacional en la misma institución.

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