En un sector habituado a mirar hacia Silicon Valley o Shenzhen para anticipar disrupciones, pocos habrían apostado por Riad como centro de la próxima revolución digital. Pero eso es exactamente lo que pretende Arabia Saudí con HUMAIN, una iniciativa estatal que combina capital, visión estratégica y tecnología para posicionar al Reino como actor global en inteligencia artificial (IA).
Respaldada por el poderoso Fondo de Inversión Pública (PIF) y liderada por Tareq Amin —ex Rakuten y figura central en la transformación digital de redes de telecomunicaciones—, HUMAIN aspira a construir un stack completo de IA: desde modelos de lenguaje multimodal hasta centros de datos hiperescalables, con infraestructura abierta y alianzas tecnológicas de primer orden.
El mensaje al mundo es claro: Arabia Saudí no quiere ser cliente, sino proveedor. Y en ese camino, inevitablemente colisiona con los intereses —y tal vez con las oportunidades— de los operadores de telecomunicaciones globales.
La magnitud de la apuesta es difícil de ignorar. Solo la alianza con Nvidia contempla la instalación de 18.000 GPUs Grace Hopper en una primera fase, dentro de un despliegue que podría alcanzar los 500 megavatios de capacidad computacional. AMD, por su parte, firmó un acuerdo paralelo por otros 10.000 millones de dólares, aportando CPUs, GPUs, DPUs y su software ROCm de código abierto. Amazon Web Services (AWS) está desplegando una zona de IA regional sobre infraestructura dedicada, y Supermicro equipará centros de datos tanto en Arabia como en Estados Unidos.
Más allá del músculo financiero —que es indiscutible— lo relevante es la arquitectura estratégica ya que HUMAIN combina soberanía tecnológica (modelos desarrollados localmente), capacidad de ejecución (alianzas con fabricantes top-tier) y una narrativa nacional clara para dejar atrás la dependencia del petróleo y posicionarse como hub digital global.
¿Y esto como afecta a las telco? La relación con el sector de las telecomunicaciones no es tangencial. HUMAIN se alimenta de fibra óptica internacional, centros de datos interconectados y, en alianza con Qualcomm y Aramco Digital, de redes 5G privadas en bandas dedicadas como los 450 MHz. Esta no es una IA encapsulada en la nube. Es una IA que desciende hasta el borde de la red, que convive con sensores, robots, dispositivos IoT, y que necesita de operadores para escalar.
En ese sentido, el proyecto saudí refleja una visión más integrada que la de los hiperescaladores tradicionales y el modelo HUMAIN no separa conectividad de inteligencia. Las trata como partes del mismo sistema.
Para los operadores globales, esto plantea una doble posibilidad: colaborar o competir. La colaboración podría adoptar formas concretas —desde integraciones en edge computing hasta co-desarrollo de soluciones verticales—. Pero la competencia es real. Si Arabia Saudí empieza a ofrecer inferencia de IA, gemelos digitales o modelos generativos desde su infraestructura, lo hará desde una posición de costos favorecida —gracias a energía barata y subsidios estatales— y con una cadena de suministro diversificada entre Nvidia, AMD y Qualcomm.
Hasta ahora, los operadores han externalizado gran parte de sus ambiciones digitales hacia proveedores tradicionales o hiperescaladores. HUMAIN irrumpe como una tercera vía. Ofrece acceso a cómputo, talento y modelos. Pero también podría escalar hasta convertirse en socio de referencia en ciertos segmentos —especialmente en el mundo árabe y eventualmente en África y Asia—.
Esto obliga a las telcos a hacerse una pregunta incómoda: ¿quién controla los cimientos digitales sobre los que queremos construir nuevos modelos de negocio? Si la IA pasa a ser crítica para la gestión de red, el servicio al cliente y la monetización B2B, ¿puede una telco permitirse no tener injerencia en las plataformas que definen esa inteligencia?
La respuesta no es evidente. Y la irrupción de Arabia Saudí en este terreno añade una capa geopolítica que complica aún más el panorama. A diferencia de los proveedores chinos —cuestionados por reguladores occidentales—, HUMAIN parece diseñado para convivir con los intereses de Estados Unidos: las tecnologías son estadounidenses, los chips se fabrican en Estados Unidos o Taiwán, y la gobernanza es local. Parece una globalización bajo nuevos términos.
HUMAIN no va a sustituir a AWS o a Azure. Tampoco va a desplazar a los fabricantes de red en el corto plazo. Pero sí puede cambiar las reglas de juego. Puede convertirse en un proveedor regional de IA para gobiernos, empresas y —por qué no— para operadores. Puede ofrecer una alternativa a telcos que no quieren o no pueden construir su propia infraestructura cognitiva.
Más importante aún, puede acelerar el colapso de las fronteras tradicionales entre telecomunicaciones, nube e inteligencia. En ese nuevo escenario, los operadores tendrán que decidir si quieren ser meros canales de conectividad o actores activos en la cadena de valor de la IA.
Arabia Saudí, con HUMAIN, ya ha elegido su rol.