¿Y si esta vez tampoco funciona? Los datos de GSA sobre 5G-Advanced mantienen la incógnita sobre la monetización del 5G

La industria móvil ha cruzado ya el umbral de 5G-Advanced. Así lo confirma el último informe de la Global mobile Suppliers Association (GSA), publicado en mayo de 2025, que documenta cómo seis operadores en el mundo han lanzado redes comerciales con esta nueva generación tecnológica, y otros veinte están evaluando o iniciando inversiones. Sobre el papel, se trata de una evolución profunda: redes más inteligentes, con IA integrada, segmentación refinada, eficiencia energética mejorada y posicionamiento centimétrico. Técnicamente, 5G-Advanced es todo lo que el 5G prometió ser y aún no ha sido.

Y esa es justamente la cuestión: si los despliegues de 5G —tanto NSA como SA— no han logrado ofrecer aún un camino claro hacia la monetización, ¿por qué habríamos de creer que esta nueva iteración lo hará?

Los datos de la propia GSA invitan al escepticismo estratégico. Tras años de retórica sobre la promesa del 5G, la realidad es que menos de la mitad de los operadores que invierten en 5G SA (44,7 por ciento) han pasado del piloto al lanzamiento, y solo una fracción mínima se ha atrevido ya con 5G-Advanced. No porque no puedan, sino porque no saben bien para qué. La tecnología está lista. El negocio, no tanto.

Desde un punto de vista técnico, no hay duda: 5G-Advanced es una transformación de fondo. Su arquitectura está diseñada para un mundo donde la red es tan programable como una nube, donde los recursos se asignan dinámicamente según el contexto, y donde cada servicio puede tener su propia red virtual, con latencias garantizadas y rendimiento ajustado por SLA. Pero el mercado no se activa por capacidades, sino por necesidades. Y hoy, fuera de unos cuantos nichos industriales —fábricas inteligentes, realidad extendida empresarial y logística crítica—, cuesta encontrar casos donde esas capacidades sean imprescindibles y, sobre todo, pagadas a precio premium.

La comparación histórica es inevitable. El salto de 2G a 3G trajo datos móviles. El de 3G a 4G trajo video, redes sociales y la explosión del smartphone. ¿Qué trajo 5G? Mayor velocidad, sí, pero en un contexto donde el retorno por usuario sigue descendiendo. Ahora bien, 5G-Advanced no es un salto de velocidad. Es un salto de concepto: de red genérica a red especializada. Pero esa especialización solo será monetizable si hay demanda dispuesta a pagar por ella. Y eso, por ahora, sigue en fase de hipótesis.

GSA subraya que gran parte de la funcionalidad de 5G-Advanced —como el slicing avanzado, la detección integrada (ISAC) o el soporte para redes no terrestres— dependerá también de la evolución del ecosistema de dispositivos. A mayo de 2025, solo un chipset (Snapdragon 8 Elite) es plenamente compatible con Release 18, y el número de dispositivos realmente preparados para aprovechar las nuevas capacidades sigue siendo limitado. La red puede ser inteligente, pero si el terminal no lo es, el usuario no lo percibe. Y si no lo percibe, no lo paga.

Por eso, más que una carrera tecnológica, lo que está en juego es una carrera de narrativa. ¿Logrará el sector construir un relato de valor que conecte estas capacidades técnicas con oportunidades comerciales reales? ¿Podrán los operadores dejar de vender acceso y empezar a vender soluciones verticales con precio diferenciado?

Los primeros pasos no son alentadores. Los despliegues de 5G-Advanced están concentrados en Asia —China, Singapur, Macao— y son liderados por actores que ya dominaban la escena en 5G SA. En América Latina, África y buena parte de Europa, la adopción ni siquiera ha comenzado. Y no es por falta de ambición, sino por falta de certezas.

Hay quienes ven en 5G-Advanced una plataforma para recuperar control estratégico: redes privadas para industrias críticas, segmentación como servicio, nuevos modelos de negocio basados en APIs, integración con IA para eficiencia operativa. Todo eso suena bien. Pero no olvidemos que también sonaba bien hace cinco años cuando se hablaba del 5G como catalizador de nuevas fuentes de ingresos. Hoy, ese ingreso sigue sin aparecer.

Tal vez la gran enseñanza que deja el informe de GSA no es que 5G-Advanced está listo, sino que el mercado aún no lo está. Que el reto no es desplegar la red, sino encontrar qué problema resuelve. Que la verdadera innovación ya no está en la torre, sino en el tablero estratégico. Y que, al menos por ahora, 5G-Advanced es más una promesa estructurada que una certeza financiera.

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Cuenta con más de 22 años de experiencia cubriendo el sector de las telecomunicaciones para América Latina. El Sr. Junquera ha viajado constantemente alrededor del mundo cubriendo los eventos de mayor relevancia para la industria en América, Europa y Asia. Su experiencia académica incluye un BA en periodismo escrito por la Universidad de Suffolk en Boston, MA, y un Master en Economía Internacional en la misma institución.

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