El negocio oculto de 5G: Nokia lidera el mercado de redes privadas, donde sí hay un modelo de monetización

Mientras las redes 5G públicas siguen atrapadas en una narrativa de promesas y despliegues sin retorno claro, las redes privadas 5G ya están entregando lo que el resto de la industria apenas anuncia: valor tangible para las empresas. Casos reales, soluciones verticales, productividad medible.

El nuevo informe de Omdia, que posiciona a Nokia como líder indiscutido del mercado de redes privadas 5G, es solo la punta del iceberg. Detrás de esta clasificación se encuentra un cambio de paradigma donde 5G deja de ser tecnología para volverse solución. Pero incluso este avance enfrenta amenazas internas y una guerra regulatoria por el espectro en Estados Unidos demuestra que sin certezas normativas, ni el modelo mejor diseñado está a salvo.

El informe de Omdia no premia a los más ruidosos, sino a los más enfocados. Nokia, posicionada como la única “campeona” en la evaluación y lidera por haber entendido antes que nadie que en redes privadas no se vende conectividad, sino soluciones de negocio. Con su oferta que incluye Digital Automation Cloud y MX Industrial Edge, apunta a resolver problemas reales en sectores como manufactura, minería o puertos.

ZTE estaría adoptando un enfoque arquitectónico innovador a través de redes sin core 5G tradicional, bajo costo y baja latencia, ideal para casos de uso intensivos como realidad virtual. Ericsson, por su parte, estaría apostando a que los operadores móviles actúen como canal de distribución de su red privada programable, confiando en su ecosistema de APIs y relaciones con grandes cuentas.

En paralelo, Huawei domina en implementaciones de redes privadas de área amplia, mientras NEC y Samsung apuestan por modelos “todo en uno” para facilitar la adopción empresarial. Todos compiten por lo mismo: ser el proveedor de confianza en la nueva era de conectividad especializada.

Por otro lado, Estados Unidos parecía haber resuelto el dilema del espectro empresarial con CBRS, una banda de 3,5GHz compartida que permite a empresas, WISPs y operadores coexistir bajo un modelo estructurado de acceso. Tres niveles (usuarios históricos, licencias PAL y acceso abierto GAA) conformaban una arquitectura tan equilibrada como innovadora.

Pero AT&T pareciera que quiere cambiar las reglas. Al no haber adquirido espectro licenciado en CBRS, busca ahora elevar los niveles de potencia en el uso abierto (GAA), lo que permitiría tratar la banda como si fuera espectro macro comercial. De tener éxito, esto abriría la puerta a interferencias, desplazamiento de usuarios actuales y devaluación de las inversiones realizadas por empresas y operadores como Verizon, que sí apostaron por el modelo original.

La FCC aún no ha tomado una decisión, pero el desenlace tendrá repercusiones globales. La lección es clara e incluso el modelo de espectro mejor diseñado puede fracasar si no se respalda con estabilidad jurídica y un regulador capaz de resistir presiones corporativas. CBRS nació para democratizar la conectividad privada, pero está en riesgo de ser capturado por los mismos de siempre.

Mientras se discuten conceptos como network slicing, las redes privadas 5G ya están generando ingresos porque resuelven problemas empresariales concretos como la automatización industrial, monitoreo de infraestructura crítica, gestión de flotas autónomas, conectividad en tiempo real para fábricas inteligentes.

Esto no es una “promesa de futuro”. Es presente medible en fábricas de BMW, en plantas de Toyota, en puertos de Brasil. Lo que tienen en común no es solo la tecnología, sino la lógica de implementación ya que son redes personalizadas, verticalizadas, con integración con los sistemas de las empresas y un modelo de negocio claro.

La tecnología 5G tiene una vía clara de monetización y se llama red privada. Pero para que ese modelo se consolide hacen falta tres cosas: visión de los proveedores, ejecución industrial centrada en necesidades reales y, sobre todo, reglas estables para que el terreno de juego no cambie a mitad del partido.

Mientras tanto, como bien lo resumía Pablo Tomasi, analista principal de Omdia: “Mientras todos hablan de las empresas como la gran oportunidad para 5G, los que están en redes privadas están haciendo el trabajo duro para convertir el marketing en ingresos”. El trabajo duro ya está dando frutos. Ahora toca protegerlo.

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Cuenta con más de 22 años de experiencia cubriendo el sector de las telecomunicaciones para América Latina. El Sr. Junquera ha viajado constantemente alrededor del mundo cubriendo los eventos de mayor relevancia para la industria en América, Europa y Asia. Su experiencia académica incluye un BA en periodismo escrito por la Universidad de Suffolk en Boston, MA, y un Master en Economía Internacional en la misma institución.

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