Open RAN en Glasgow: ¿hito disruptivo o laboratorio urbano?

Three UK acaba de encender 18 celdas Open RAN en el corazón de Glasgow y, con ello, ha encendido también el debate sobre el verdadero estado de esta tecnología en la industria móvil. ¿Estamos ante una revolución tecnológica consolidada o seguimos atrapados en una fase experimental demasiado celebrada?

Según el comunicado de la operadora, el despliegue logró duplicar las velocidades 4G y 5G en horas pico, alcanzando hasta 520 Mbps, mientras alivió la congestión de las estaciones base adyacentes. Pero más allá del impacto puntual en la conectividad de los transeúntes de Sauchiehall Street, lo realmente relevante es que se trata del primer ensayo urbano de Open RAN en Reino Unido —un entorno mucho más complejo que los despliegues rurales previos.

La elección de Glasgow como laboratorio es significativa porque tiene un terreno denso, tráfico intenso y coexistencia de múltiples tecnologías. No es poca cosa que una arquitectura aún joven como Open RAN funcione aquí sin colapsar. Pero una golondrina no hace verano. Estamos hablando de 18 nodos. Incluso con la ampliación prometida a 34, sigue siendo un experimento controlado, no una migración estructural de red.

El entusiasmo tecnológico suele alimentarse de “primicias”, pero a menudo se queda corto en consistencia. El hecho de que sea la primera vez que Open RAN pisa asfalto urbano británico dice menos de su madurez que de la precaución extrema con la que la industria se está moviendo. La promesa de flexibilidad, reducción de costos y soberanía tecnológica no ha sido suficiente para mover a los grandes operadores más allá de pruebas piloto, muchos de ellos aún atrapados entre los fantasmas de la interoperabilidad y los dolores de cabeza de la integración.

El despliegue en Glasgow se realizó sobre infraestructura de múltiples proveedores, uno de los supuestos superpoderes de Open RAN. Pero esa diversidad es también su talón de Aquiles porque cada nodo requiere un esfuerzo quirúrgico de integración. No hay aún una plataforma que garantice interoperabilidad plug-and-play, y las fricciones entre vendors siguen multiplicando los costos de implementación. En palabras del propio Iain Milligan, chief network officer de Three UK, “hemos tenido que navegar capas de seguridad, sistemas heredados y software cambiante”.

En otras palabras: no es una red abierta por naturaleza, sino una red abierta por insistencia técnica.

Open RAN promete ahorro a largo plazo, pero el corto plazo sigue siendo más caro y complejo. Un dato ampliamente repetido en el sector —creo que en base a Rakuten en Japón— estima que podría recortar en un 40 por ciento el costo total de propiedad (TCO, por sis siglas en inglés) de la RAN a 10 años vista. Sin embargo, pocos operadores parecen dispuestos a pagar hoy un sobreprecio por una promesa de ahorro difuso en un horizonte tan largo —y con tantos riesgos técnicos de por medio.

Tampoco está claro si el juego competitivo de Open RAN, basado en el aumento de la diversidad de proveedores, realmente está rompiendo la concentración del mercado. Si bien grandes operadores han coqueteado con nuevos jugadores, muchos despliegues terminan cerrándose con los mismos proveedores de siempre, solo que en diferentes módulos.

Lo cierto es que Open RAN no se va a desvanecer. Tiene sentido en ciertas geografías, en ciertos segmentos (como redes privadas o coberturas específicas), y como arquitectura futura de referencia, especialmente para un eventual 6G basado en software y automatización.

El caso de Glasgow es valioso porque prueba que se puede. Pero aún falta demostrar que vale la pena.

En tiempos en que las telcos se replantean sus prioridades, no basta con que una tecnología funcione. Tiene que funcionar mejor, más barato y más rápido. Y, por ahora, Open RAN sigue teniendo dificultades para cumplir las tres al mismo tiempo.

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Cuenta con más de 22 años de experiencia cubriendo el sector de las telecomunicaciones para América Latina. El Sr. Junquera ha viajado constantemente alrededor del mundo cubriendo los eventos de mayor relevancia para la industria en América, Europa y Asia. Su experiencia académica incluye un BA en periodismo escrito por la Universidad de Suffolk en Boston, MA, y un Master en Economía Internacional en la misma institución.

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