El Mobile 360 LATAM 2025 aterrizó en Ciudad de México con una premisa clara: ya no basta con hablar de transformación digital, hay que ejecutarla. Y el evento dejó una postal compleja pero estimulante. Por un lado, la región avanza con más convicción que antes hacia la digitalización; por el otro, persisten obstáculos crónicos como marcos regulatorios obsoletos, espectro costoso y brechas tecnológicas profundas. En ese vaivén se movieron las declaraciones de operadores, reguladores, proveedores y tecnólogos que, por momentos, parecieron estar todos de acuerdo en lo esencial: colaborar o estancarse.
El anuncio más concreto fue el lanzamiento del GSMA Open Gateway en México, con el respaldo de los cuatro principales operadores del país: América Móvil, Telefónica, AT&T y Altán Redes. A través de APIs estandarizadas como SIM SWAP, Number Verification y Device Location, el sector busca abrir sus redes a desarrolladores, fintechs y bancos para crear servicios digitales más seguros y dinámicos. La promesa no es menor porque se pretende pasar de vender conectividad a habilitar ecosistemas. Alejandro Adamowicz, director de tecnología para América Latina de la GSMA, fue categórico: “Ya no va de competir por tarifas, sino por facilitar innovación”.
En paralelo, la inteligencia artificial (IA) volvió al centro de la escena, esta vez con menos humo y más sustancia. Gil Rosen, CMO de Amdocs, advirtió que los agentes conversacionales deben hablar como humanos, entender el contexto emocional de los clientes y actuar como extensiones creíbles de las marcas. Osvaldo Aldao, CTO de Enea, fue más filosófico: “La ciberseguridad hoy es un campo de batalla entre inteligencias humanas y artificiales”, dijo, recordando que la supervisión humana sigue siendo crítica. En otras palabras, la IA no reemplaza a las personas: las amplifica, las desafía y, a veces, las expone.
La cuestión del espectro fue otra de las tensiones recurrentes. Daniel Hajj, CEO de América Móvil, alzó la voz: “Disponer de espectro a precios accesibles y en igualdad de condiciones es un componente fundamental para el futuro del sector”. No fue el único. Patricia Falconi, de ASETEL Ecuador, insistió en la necesidad de abandonar el enfoque recaudatorio. Y desde Huawei, Daniel Zhou aportó contexto y cifras: la primera ola de 5G en Brasil, Chile y México elevó el ARPU entre 3,8 y 8,8 por ciento, pero la penetración de terminales 5G sigue siendo baja y la asignación de espectro sigue siendo discontinua. “El futuro no espera”, advirtió Zhou, y el mensaje quedó flotando como una advertencia.
Mientras tanto, los evangelistas de la automatización se turnaron en el escenario para prometer un futuro sin fricción. Red Hat habló de redes autónomas y sistemas que anticipan fallas antes de que ocurran. AWS presentó arquitecturas en la nube capaces de lanzar un MVNO en cuestión de semanas. Future Connections presumió de su independencia frente a los vendors tradicionales y su habilidad para armonizar tecnologías dispares. Pero ni siquiera los más entusiastas negaron que todavía estamos en una etapa de pruebas. “La realidad sigue siendo híbrida”, admitió Livio Silva, de Red Hat. El camino hacia redes autogestionadas es largo, pero ya no parece ciencia ficción.
El telón de fondo institucional también tuvo su momento. La CITEL, brazo técnico de la OEA en telecomunicaciones, presentó 14 recomendaciones para modernizar los marcos regulatorios en la región. Sandboxes regulatorios, análisis de impacto con herramientas de IA y mayor flexibilidad normativa fueron algunas de las propuestas. ¿La buena noticia? Ya hay países como República Dominicana y Colombia poniéndolas en práctica. ¿La mala? Aún hay demasiada retórica y pocos incentivos alineados para que el resto siga el ejemplo.
Lo que emergió de esta edición del Mobile 360 fue una narrativa algo menos ingenua. Las telcos ya no se ilusionan con promesas milagrosas. Saben que el cambio será lento, costoso y lleno de fricciones. Pero también quedó claro que la única vía posible es la del trabajo conjunto a través de operadores que abren sus redes, reguladores que escuchan a la industria, proveedores que bajan al barro de los desafíos reales, y gobiernos que deciden dejar de obstaculizar para empezar a habilitar.
Porque si algo quedó claro en Ciudad de México es que el futuro digital de América Latina no se va a decretar en conferencias. Se va a construir en decisiones concretas que no queden en meras palabras.