IDC ha vuelto a ajustar su brújula. En su último informe, publicado la semana pasada, la consultora redujo su previsión de crecimiento para el mercado mundial de smartphones en 2025, pasando de un ya modesto 2,3 por ciento a un casi estancado 0,6 por ciento. Se espera que se despachen 1.240 millones de unidades, una cifra que refleja más una industria en modo de resistencia que en expansión. La culpa la tienen factores conocidos: inflación persistente, aumento del desempleo, tensiones geopolíticas, ciclos de reemplazo cada vez más largos y una creciente preferencia por dispositivos reacondicionados. En este contexto de fragilidad, el smartphone deja de ser símbolo de innovación perpetua para convertirse en termómetro de un sistema global bajo presión.
Sin embargo, incluso en este entorno, emergen fuerzas contrapuestas. Estados Unidos y China, pese a sus desencuentros políticos y comerciales, son los dos principales motores del escaso crecimiento proyectado. En el caso chino, el estímulo proviene directamente del Estado, con subsidios que fortalecen la posición de fabricantes locales y de Android frente a Apple. IDC estima un crecimiento interanual del tres por ciento en ese país, aunque con matices: la exclusión de los modelos de Apple de los subsidios —limitados a terminales de hasta 6.000 yuanes—, sumada al regreso competitivo de Huawei, hará que la compañía de Cupertino retroceda un 1,9 por ciento en volumen durante este año. Aun así, campañas como la del Festival 618 —similar al Black Friday pero en China— y el esperado lanzamiento del iPhone 17 podrían amortiguar el golpe, especialmente si se confirman los rumores de mejoras sustanciales en hardware y funciones potenciadas por inteligencia artificial (IA).
El panorama estadounidense no es menos complejo. IDC proyecta un crecimiento del 1,9 por ciento en el mercado norteamericano, afectado por el retorno de las políticas proteccionistas del presidente Donald Trump. Las amenazas de nuevos aranceles —de hasta un 30 por ciento— a los smartphones fabricados fuera del país han sembrado incertidumbre tanto entre consumidores como fabricantes. Aunque en abril se anunció una exención parcial para estos dispositivos, la ambigüedad en la comunicación oficial y la inclusión de los smartphones en una “categoría especial” junto a los semiconductores han provocado un efecto paralizante. La Corte de Comercio Internacional incluso declaró inconstitucionales varios de los aranceles impuestos por la administración, pero el Departamento de Justicia de ese país ha respondido con una apelación de emergencia, manteniendo a la industria en vilo.
En este entorno, la idea de relocalizar la producción ha vuelto al centro del debate. El propio Trump ha instado públicamente a Apple a fabricar sus dispositivos en suelo estadounidense. Sin embargo, como señala Neil Shah, vicepresidente de Counterpoint Research, esa opción implicaría costos tan elevados como los de los aranceles que se pretenden evitar. El CEO de Apple, Tim Cook, ya advirtió que las tarifas podrían sumar hasta 900 millones de dólares a sus costos operativos. Por eso, los fabricantes continúan mirando hacia India y Vietnam como destinos estratégicos para diversificar la producción. Pero aunque estos países ofrecen alternativas viables a China, la transición está lejos de ser inmediata.
Paradójicamente, parte de la estabilidad en el mercado estadounidense proviene no de la demanda directa del consumidor, sino de la intermediación de los operadores móviles. Según IDC, la mayoría de los smartphones en Estados Unidos se adquieren a través de operadores que ofrecen agresivos planes de financiación sin intereses y programas de canje.
Pero incluso en este escenario de incertidumbre y contención, hay una dimensión de esperanza tecnológica: la irrupción de la GenIA. IDC ya había anticipado que una de las pocas palancas capaces de reactivar la demanda de smartphones en 2024 y 2025 sería la integración de capacidades de GenAI directamente en los dispositivos. Esta tendencia, impulsada por la necesidad de diferenciar nuevos modelos en un mercado saturado, está llevando a los fabricantes a incorporar asistentes más potentes, edición de contenido en tiempo real, traducción simultánea en local y automatización contextual de tareas.
Apple, Samsung y varios fabricantes chinos están trabajando en nuevas arquitecturas de hardware y software que permitan procesar modelos de GenIA de forma eficiente en el propio dispositivo, sin depender de la nube. La idea es volver a hacer que el smartphone sea una herramienta indispensable, pero también más privada, más inteligente y, quizás, nuevamente deseable.
De momento, el impacto de esta ola aún es incipiente. La combinación de tarifas, subsidios, judicialización y una economía global aún inestable sigue dominando las decisiones de compra. Pero a medida que la GenIA madure y se convierta en estándar, es posible que el mercado recupere parte del dinamismo perdido. Mientras tanto, IDC proyecta una evolución tímida pero constante con un crecimiento compuesto del 1,4 por ciento entre 2024 y 2029, suficiente para sostener la industria, pero muy lejos de los tiempos dorados de antaño .
El mercado de smartphones está suspendido entre dos fuerzas. Por un lado, la erosión estructural que impone el contexto macroeconómico y regulatorio, y por el otro, una posible reinvención tecnológica que aún está por despegar.