El futuro de las telecomunicaciones se fragua, cada vez más, en los laboratorios donde la física cuántica abandona la pizarra y se conecta, literalmente, a la red. Así lo demuestran los recientes anuncios de dos gigantes europeos: Vodafone y Orange Business.
El primero, presentando una colaboración con la británica ORCA Computing para utilizar ordenadores cuánticos fotónicos en la optimización de redes fijas y móviles; el segundo, lanzando junto a Toshiba el primer servicio comercial de comunicaciones cuánticamente seguras en Francia. Más allá del “hype” tecnológico, estos movimientos representan el inicio de una competencia silenciosa –y estratégica– en torno a la computación cuántica en el sector de las telecomunicaciones.
El anuncio de Vodafone deja poco lugar a la interpretación ya que por primera vez, una de las mayores operadoras del mundo reconoce que los problemas de planificación y despliegue de redes, tradicionalmente resueltos a golpe de superordenador y semanas de cálculo, pueden encontrar una nueva vía en los procesadores cuánticos. En una prueba reciente, el software de Vodafone corrió sobre el sistema fotónico de ORCA Computing y logró resolver en minutos un problema matemático que, en equipos clásicos, llevaría horas.
El mensaje es claro de este anuncio y prueba es claro porque corrobora que la computación cuántica está empezando a ofrecer, aunque sea en áreas acotadas, ventajas que la industria no puede permitirse ignorar. Y si bien el proyecto aún es piloto, encarna una tendencia más profunda como la búsqueda de eficiencia en un sector donde cada metro de cable y cada antena adicional representan millones de euros.
Casi en paralelo, Orange Business y Toshiba anuncian el arranque de Orange Quantum Defender, el primer servicio disponible en París que promete proteger a empresas financieras y a organismos públicos contra las amenazas que plantea la próxima generación de supercomputadores cuánticos.
El producto, apoyado en tecnologías como la Distribución Cuántica de Claves (QKD, por sus siglas en inglés) y la criptografía post-cuántica, no es solo una solución de nicho sino que marca la llegada a Europa de los primeros servicios comerciales que se preparan, no para el hoy, sino para el día en que la criptografía actual será vulnerable ante los ordenadores cuánticos.
Estos anuncios no son anécdotas aisladas ni apuestas sin fundamento. Reflejan una realidad. La computación cuántica ha dejado de ser un experimento de laboratorio para convertirse en una prioridad estratégica para las grandes telcos. Un reciente informe sectorial ya que en los últimos dos años la carrera cuántica en telecomunicaciones se ha acelerado con anuncios por parte de Vodafone, Orange, Telefónica, Deutsche Telekom (DT), NTT Docomo, SK Telecom y China Telecom que han lanzado proyectos piloto o servicios comerciales en campos como la optimización de redes, la ciberseguridad y la gestión inteligente de infraestructuras.
El denominador común es la colaboración con empresas tecnológicas especializadas, como ORCA Computing, Toshiba, D-Wave o ID Quantique. Nadie avanza en solitario porque la física cuántica requiere, por ahora, de alianzas para traducirse en aplicaciones prácticas.
La oportunidad, desde luego, no es menor. En un contexto de despliegues masivos de fibra óptica y densificación de redes móviles, los ordenadores cuánticos prometen resolver en minutos problemas logísticos y de optimización que hoy consumen recursos y limitan la capacidad de crecimiento.
El caso de NTT Docomo en Japón, anunciado en agosto de 2024, es revelador y tras aplicar algoritmos cuánticos de optimización en sus redes móviles, logró mejoras del 15 por ciento en eficiencia en la congestión de su red de señalización –una cifra que, traducida a escala global, supone millones en ahorros de inversión y mejor calidad de servicio.
Pero no todo es eficiencia y despliegue. Para muchos, la prioridad real es la seguridad. El auge de la computación cuántica supone una amenaza existencial para la criptografía tradicional que protege la banca, los datos personales y la infraestructura crítica.
Aquí, Europa y Asia oriental marcan el paso por desplegar redes y servicios “quantum-safe”, combinando la QKD (por hardware) con la criptografía post-cuántica (por software). Mientras, en Estados Unidos y Canadá, los operadores observan y se preparan, en parte esperando a que el NIST finalice los nuevos estándares de algoritmos resistentes a cuántica, en parte porque la adopción comercial masiva aún depende de una caída de costes que está lejos de materializarse.
¿Estamos entonces ante una revolución inminente? Quizá no todavía, pero los primeros ladrillos de la nueva era están colocados. Hoy por hoy, las redes cuánticamente seguras de Orange Business se limitan al área de París y clientes corporativos con mucho que perder. Los experimentos de Vodafone y ORCA Computing son promesas, no productos. Los servicios de China Telecom protegen sobre todo agencias gubernamentales y empresas estatales, no consumidores finales.
La gran incógnita es cuándo –y cómo– estas tecnologías migrarán del nicho premium a las capas más amplias del mercado. Pero para las grandes operadoras, el mensaje es inequívoco y ya no hay marcha atrás. La computación cuántica está llamada a redefinir la eficiencia, la seguridad y la propia estructura de la industria. Los anuncios de Vodafone y Orange marcan solo el principio de una carrera que, como la física cuántica, aún desafía la intuición.