DTW Ignite 2025: Por qué Aduna es clave para el futuro de las APIs, y qué retos siguen abiertos

Los debates sobre APIs en Copenhague pusieron a Aduna bajo el reflector como gran acelerador de la estandarización y el acceso global, aunque el reto de la monetización y la adopción masiva aún permanece abierto.

Aduna ha irrumpido en la escena de las telecomunicaciones con la promesa de convertir la vieja aspiración de una economía global de APIs en una realidad tangible. Respaldada por un consorcio de operadores de primer nivel y Ericsson, su surgimiento pone fin a años de retórica vacía y frustraciones técnicas que han impedido a la industria transformar sus sofisticadas capacidades de red en activos digitales realmente comercializables. ¿Es este el punto de inflexión definitivo para el sector telco, o simplemente el último giro de una rueda que se resiste a arrancar?

El drama central del negocio de las telecomunicaciones, desde que la conectividad se volvió un bien casi indiferenciado, ha sido el estancamiento en la monetización. Durante años, los operadores han invertido cientos de millones de dólares en tecnología —5G, edge, virtualización—, solo para ver cómo el grueso del valor migraba a otras capas del ecosistema digital.

En este contexto, la idea de exponer funciones avanzadas de red a través de APIs estandarizadas y globales aparece como la gran apuesta para recuperar el terreno perdido y posicionar a los operadores como auténticos orquestadores de la nueva economía digital. La receta, sin embargo, dista mucho de ser sencilla.

Aduna ha entendido mejor que nadie que el gran freno no era técnico, sino estructural. Hasta ahora, los desarrolladores que querían construir soluciones globales sobre infraestructura telco se enfrentaban a una maraña de APIs propietarias, contratos distintos, condiciones comerciales dispares y la fragmentación geográfica.

Integrar una simple funcionalidad como la verificación de número o el SIM Swap en varios mercados podía ser tan costoso y laborioso que, para la mayoría, simplemente no valía la pena. Aduna plantea un corte radical: crea una capa de agregación y estandarización global, prometiendo que acceder a capacidades de red en América, Europa o Asia sea tan simple como invocar una API cloud. Y lo hace con una vocación casi filantrópica: márgenes mínimos, reinversión continua en innovación y la clara intención de ser facilitador, no dueño del ecosistema.

Pero la clave no está solo en la tecnología. Aduna ha tejido una red de alianzas que va mucho más allá del club telco. Ha sumado a gigantes como Microsoft, integradores globales como Wipro y Tech Mahindra, y plataformas internacionales como Syniverse.

Este enfoque multiplica la relevancia: los integradores pueden insertar las APIs de Aduna en las grandes transformaciones digitales de banca, logística o manufactura; los hyperscalers llevan las APIs telco a comunidades de desarrolladores que nunca habrían tratado directamente con una operadora; y los propios operadores aportan el volumen y la capilaridad necesarias para que la idea de “network capability economy” tenga sentido real. Es la antítesis del telco tradicional con más apertura, más colaboración, menos control.

El problema, sin embargo, es que la promesa de las APIs no se monetiza por decreto. Estandarización y certificación —el gran trabajo de la GSMA con Open Gateway y CAMARA, y la reciente certificación unificada con TM Forum— son condiciones necesarias, pero no suficientes. El verdadero desafío es cultural y comercial.

La industria telco debe abandonar, de una vez por todas, la arrogancia tecnológica y abrazar la lógica de los marketplaces, la experiencia de usuario del desarrollador, la documentación clara, el onboarding automático y los modelos de negocio orientados al valor y al resultado, no solo al volumen.

Las APIs no pueden seguir hablándole solo a ingenieros con décadas de experiencia en protocolos 3GPP; deben convertirse en productos digeribles, con facturación flexible, garantías de servicio claras y casos de uso tangibles que justifiquen su adopción más allá del hype.

Nada de esto sucederá si los operadores siguen atados a sus sistemas legacy o a procesos internos pensados para otra era. El reto no es solo técnico ya que integrar APIs modernas en entornos heredados exige actualizaciones, middleware, nuevas competencias organizativas y, sobre todo, una disposición real a transformar la cultura corporativa desde dentro. Sin eso, incluso el mejor agregador se convertirá en otra pieza inerte en el museo de los grandes fracasos telco.

Y hay más. Ningún desarrollador apostará su negocio crítico a una API telco si no confía en su seguridad, en la protección de datos y en el cumplimiento normativo, especialmente en industrias sensibles como la banca o la salud.

¿Dónde está entonces la palanca de monetización? Olvídense del “acceso por suscripción” y del “precio por llamada API”. El futuro —si realmente hay futuro— está en modelos flexibles, por uso, por resultados, en precios vinculados al ahorro real de fraude, a la eficiencia operativa o a la generación de nuevo negocio para el cliente. Esto exige cambiar no solo la factura, sino la narrativa comercial y la capacidad de explicar, y demostrar, el valor diferencial de las capacidades de red expuestas como servicios. Es un cambio de piel que muchos operadores aún no están listos para afrontar.

¿La oportunidad es real? Sin duda. Aduna ha demostrado que la economía de las APIs ya no es solo una quimera de consultores, sino una infraestructura viva y una estrategia colectiva. Pero sería ingenuo pensar que basta con estandarizar y agregar. Solo el trabajo sostenido en la experiencia de desarrollador, la cultura comercial, la seguridad, la integración de sistemas heredados y, sobre todo, la capacidad de crear casos de uso de alto impacto podrá transformar las APIs telco en una fuente de ingresos recurrentes y relevante. La industria tiene ante sí el último tren para evitar convertirse en mero “carrier” de bits en un mundo dominado por plataformas globales.

Aduna es el catalizador, pero la ejecución para cambiar están en manos de cada operador. O la industria aprende a hablar el idioma del software, la colaboración y el valor, o verá pasar la próxima ola digital desde la barrera.

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Cuenta con más de 22 años de experiencia cubriendo el sector de las telecomunicaciones para América Latina. El Sr. Junquera ha viajado constantemente alrededor del mundo cubriendo los eventos de mayor relevancia para la industria en América, Europa y Asia. Su experiencia académica incluye un BA en periodismo escrito por la Universidad de Suffolk en Boston, MA, y un Master en Economía Internacional en la misma institución.

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