La industria de las telecomunicaciones tiene una habilidad especial para inventar acrónimos, pero rara vez una marca consigue capturar el pulso de toda una era. MEF –el viejo foro de Ethernet que alguna vez reinó en las discusiones técnicas de transportes y servicios gestionados– se despide de su nombre y se reinventa como Mplify Alliance. No es sólo un ejercicio de marketing, la jugada responde a la urgencia de una industria que ya no puede permitirse vivir en el pasado mientras la economía digital, impulsada por la inteligencia artificial (IA) y la automatización, pisa el acelerador.
Mplify aparece en escena con una promesa contundente: ser el epicentro de la colaboración, la estandarización y la certificación en la era del servicio bajo demanda, la automatización inteligente y la ciberseguridad. No se trata sólo de telecomunicaciones, sino de un ecosistema que une operadores, hyperscalers, centros de datos, integradores y grandes empresas con el objetivo de diseñar servicios seguros, abiertos y realmente programables. La idea, dicen, es dejar atrás viejas fronteras y “amplificar” —literalmente— la innovación y la interoperabilidad a escala global. Todo suena muy bien sobre el papel, aunque la industria ya nos ha acostumbrado a grandes anuncios que, sin ejecución, se quedan en humo.
La decisión de rebautizarse viene acompañada de una agenda mucho más ambiciosa. Mplify quiere dejar claro que su campo de juego va mucho más allá del mundo telco tradicional y ahora busca incluir a empresas cloud, integradores y tecnológicas en una comunidad que prioriza la seguridad, la automatización y la IA como requisitos mínimos de la nueva conectividad. Un guiño directo a los tiempos que corren, donde el Network-as-a-Service (NaaS) no es ya una hipótesis, sino una necesidad urgente para quienes aspiran a no desaparecer bajo la ola de los hyperscalers y los nuevos gigantes digitales.
No es casualidad que el cambio de nombre llegue acompañado de frases como “la industria necesita confianza y transparencia”, o que se ponga el foco en certificar servicios SASE (Secure Access Service Edge), ciberseguridad y orquestación inteligente. En un entorno donde todos prometen ser “seguros” y “automatizados”, pero nadie define de manera objetiva lo que eso significa, Mplify se posiciona como árbitro: si no puedes certificarlo, no eres parte del club. ¿Una barrera de entrada? Sin duda. ¿Un valor diferencial frente a la jungla de proveedores con marketing agresivo y poca sustancia? También.
El comunicado oficial insiste en que todo lo bueno de MEF se mantiene, como los programas, la membresía y el rigor técnico que convirtió a Carrier Ethernet en estándar mundial no desaparecen. Pero ahora la voz es más moderna, el alcance es más amplio y la urgencia por atraer a nuevos jugadores es total. Quieren dejar claro que la nueva Mplify nace de una visión de futuro, no de la nostalgia por el pasado.
Sin embargo, sería un error ver en este anuncio un simple punto de inflexión repentino. En realidad, Mplify es el resultado lógico de una evolución que lleva más de dos décadas gestándose. MEF supo leer, antes que la mayoría, que la estandarización era la clave para convertir tecnologías marginales en mercados multimillonarios. Definió el Carrier Ethernet y puso orden en un ecosistema caótico, integrando hasta a sus competidores en alianzas que resultaron tan fructíferas como improbables. Cuando el mundo empezó a hablar de virtualización, SD-WAN y automatización, el antiguo MEF no se limitó a contemplar el espectáculo sino que expandió su alcance, sumó capas tecnológicas y diseñó marcos de orquestación que permitieron a los operadores abrazar la complejidad sin morir en el intento.
Con MEF 3.0, el foro mostró que la certificación y la estandarización ya no podían ser solo ejercicios técnicos. Era imprescindible que los estándares fueran, además, herramientas para el negocio: frameworks capaces de acelerar el time-to-market, reducir riesgos y ofrecer confianza en un mercado plagado de soluciones cerradas y promesas incumplidas.
El paso a Mplify no es más que la formalización de ese cambio de paradigma. Ahora, con el foco en la IA, la ciberseguridad y el NaaS, la alianza aspira a marcar el ritmo de una industria que, sin marcos comunes, se arriesga a ser absorbida por los intereses de los gigantes cloud o perderse en guerras de APIs y versiones incompatibles.
Por supuesto, la tarea es hercúlea. No faltan obstáculos ya que los intereses de los grandes proveedores, la tentación del vendor lock-in y la eterna dificultad de hacer convivir la innovación ágil con la necesidad de estabilidad y garantías para los clientes empresariales. La apuesta por la certificación abierta, la interoperabilidad real y la convergencia de comunidades tan dispares como los hyperscalers, los operadores de red y los integradores puede sonar utópica. Pero, en un entorno donde la fragmentación es el principal enemigo del crecimiento, no parece haber otra vía.
Mplify se lanza, por tanto, a una carrera donde el verdadero valor no está solo en definir estándares, sino en conseguir que toda la industria los adopte y los traduzca en servicios reales, certificados y, sobre todo, confiables. No es poca cosa. La historia de MEF demuestra que es posible reinventarse cuando la supervivencia está en juego, aunque solo el tiempo dirá si la nueva identidad conseguirá movilizar a toda la cadena de valor en torno a una visión común.
Para quienes aún se resisten a abrazar la estandarización y la certificación como palancas de negocio, el mensaje es claro: la economía digital no espera, y sólo aquellos que sean capaces de colaborar y demostrar, con hechos y no solo con eslóganes, que ofrecen servicios seguros, automatizados y realmente interoperables, podrán aspirar a protagonizar la próxima década de las redes. El resto tendrá que conformarse con mirar el desfile desde la barrera, preguntándose en qué momento perdió el tren.