En Brasil, solo el 20 por ciento de la población tiene acceso a una Internet de calidad y existen 33.9 millones de desconectados, según el estudio que hace horas publicó la consultora PWC Brasil en colaboración con el Instituto Locomotiva. El reporte fue titulado “El abismo digital en Brasil” y subrayó la problemática que implica la baja calidad de los servicios, el costo de los abonos y de los dispositivos en aquel país.
La transformación digital que viven las poblaciones a partir de la pandemia es un proceso irreversible, pues los hábitos de uso y consumo se transformaron. Fueron dos años en que la suerte de la vida social, educativa y productiva estuvo atada casi exclusivamente a la virtualidad como único canal viable porque la emergencia sanitaria obligó a mermar los traslados físicos de las personas para controlar los contagios de covid-19. Y aún en ese contexto, aquel país licitó su espectro para dar lugar al despliegue de las comunicaciones de quinta generación. Sin embargo, el estudio publicado en esta oportunidad refleja que aún hay falencias de accesibilidad.
Hace instantes, las consultoras realizaron una presentación de este informe, en vivo por Linkedin, en el que TeleSemana.com participó, y donde señalaron que la reducción de ese abismo digital requiere de acciones públicas y privadas para el despliegue de infraestructura porque, de lo contrario, traerá consecuencias para la economía local.
Renato Meirelles, presidente del Instituto Locomotiva, dijo en ese marco que “es necesario dar un debate más amplio y serio sobre conectividad, oportunidades en el que se propongan soluciones conjuntas”. E inclusive redobló la apuesta: “El 5G, al que mucha gente señala como la solución de las problemáticas de conectividad, no resolverá nada si no está acompañada con la instalación de antenas en las zonas periféricas, con una mayor y mejor asequibilidad de las conexiones. De lo contrario, no se va a resolver el problema de Internet y se incrementará ese abismo”, dijo y sentenció que “ésta puede ser una excelente oportunidad para resolverlo pero requiere que los sectores públicos y privados se unan”.
El escenario es complejo y lo reflejan los datos: Brasil tiene 49,4 millones de conectados (personas que pueden acceder casi a diario) cuyos hogares se encuentran en las zonas más ricas del país para representar al 29 por ciento de la población. Sin embargo, el mapa se completa con 44,8 millones de personas que están parcialmente conectadas (acceden, al menos, 25 días al mes), 41,8 millones que están sub-conectados (acceden, al menos, 19 días al mes) y 33,9 millones de desconectados. Y, entre ellos, naturalmente, impacta también la alfabetización digital con la que estos usuarios pueden enfrentar y aprovechar o exponerse en la red.
De este modo, se explica por qué aunque el 81 por ciento de la población brasilera mayor a los 10 años tiene acceso a Internet pero que sólo el 20 por ciento de ellos posee enlaces de calidad. Inclusive, refleja que el 58 por ciento de la población accede a Internet únicamente desde su teléfono inteligente.
“Los mas ricos están más conectados que los pobres y la gente cuya piel es negra está más desconectada”, dijo Meireles en el evento virtual sobre los indicadores que señalan que el 75 por ciento de la población negra tiene conectividad frente al 83 por ciento de la población que no lo es, al tiempo que el 78 por ciento de las escuelas públicas tienen enlaces frente al 98 por ciento de las escuelas privadas.
En este marco, el uso de la red fue señalado “en emergencia” porque condiciona cómo Internet puede ser aprovechada y qué posibilidades ofrece o niega a la población. A esa conclusión se sumó la importancia de hacer foco en la infraestructura del país, a la que calificaron “deficiente”, sobre todo, en las zonas periféricas: 13,5 millones de hogares tienen conexión de banda ancha móvil a través de módem o chip, y nueve de cada 10 de estos hogares pertenecen a las clases sociales más necesidades. Es decir, tienen conexiones de menor calidad, al tiempo que el 68 por ciento de los encuestados señaló al costo del servicio como el principal impedimento para tener un mejor enlace.
“La brecha digital nos impide aprovechar la gran oportunidad que representan los empleos que surgen con la tecnología y nos deja rezagados en relación al mundo, afectando nuestra economía al atraer menos inversión por esta falta de mano de obra calificada. Es urgente cambiar esta realidad para asegurar tanto una economía más robusta como una población mejor preparada para el mercado laboral en los próximos años”, dijo Marco Castro, socio gerente de PwC Brasil al medio local Telesíntese.
Otro aspecto que este trabajo toma está vinculado a las oportunidades laborales que las TICs propician y señala que el reemplazo de recursos por aplicaciones de inteligencia artificial y de mecanismos de automatización significó una caída en el mercado laboral mundial, que pasó del 15,4 por ciento en 2020 y que caerá al nueve por ciento en 2025; al tiempo que se duplicarán las oportunidades para personas capacitadas en datos e inteligencia artificial: oportunidades que pasarán del 7,8 por ciento al 13,5 por ciento a escala global.
Según el análisis de PwC para el Foro Económico Mundial, la inversión acelerada en habilidades digitales para los trabajadores podría agregar al menos 6.500 millones de dólares al PIB mundial para 2030 y crear 5,3 millones de empleos (netos), escenario en el que los países de América latina se ubican entre los que más pueden beneficiarse e incrementar el 7,7 por ciento del PIB regional. Sin embargo, este abismo digital atenta contra esa posibilidad.
