Brasil continúa delineando sus planes de corto y largo plazo: por estas horas, la Agencia Nacional de Telecomunicaciones (Anatel) publicó su plan estratégico para los próximos cinco años, en el que hace foco en el acceso a la banda ancha y en diversos desafíos regulatorios y sociales, de cara a “crear las condiciones necesarias para ampliar la conectividad y modernizar la infraestructura de telecomunicaciones, con el fin de contribuir al desarrollo nacional, la digitalización de la sociedad y la reducción de desigualdades sociales y regionales”, tal como su introducción lo precisa.
El propósito final es ambicioso, “conectar Brasil para mejorar la vida de sus ciudadanos” tal como lo precisa el regulador en este plan, que puede consultarse aquí, y en el que se señala el rol que la conectividad y la “era digital” ocupan en las sociedades actuales, por ejemplo, en lo relativo al desarrollo de las economías, la educación, la medicina, los sistemas productivos, la gestión de las ciudades, el medio ambiente y los recursos naturales. Sí, la mirada es holística.
Se trata de un plan quinquenal que se publicó en el país, pocos días después que se conociera la Estrategia de Transformación Digital hasta 2026 (E-Digital), aunque ambas estrategias parecen indicar un mismo camino. En este caso, el Plan Estratégico 2023-2027 proponer cuatro objetivos, entre los que se detallan las expectativas vinculadas a la conectividad, la apuesta por estimular el mercado, la decisión de fomentar la transformación digital y de corroborar que todas estas medidas y esfuerzos se traduzcan en impactos sociales positivos.
Por ejemplo, este Plan Estratégico prevé ampliar el acceso a Internet de banda ancha hogareña, y pasar del 74,68 por ciento al 91 por ciento. Y cuando llega Internet de calidad a un hogar, también llegan otras posibilidades.
Pero, además de los objetivos, hay metas por cada uno de ellos. En lo que a la conectividad refiere, por ejemplo, se establecieron siete metas que subrayan la necesidad de ampliar la cobertura de telefonía móvil 5G Standalone (SA), cuyo espectro fue licitado en noviembre de 2021 y que para 2027 aspira a llegar al 67 por ciento de la población.
A su vez, prevé ampliar la conectividad backhaul de fibra óptica del 83,97 por ciento actual para llegar a la totalidad de los municipios brasileros en 2027; y pasar del 13,63 por ciento al 50 por ciento en los casos de las localidades que posean más de 600 habitantes, también para 2027.
Pero el plan también habla de las calidades de los servicios: prevé incrementar la velocidad promedio contratada en banda ancha fija de 186.3 Mpbs a 1 Gbps para 2027; impulsar el cumplimiento de la velocidad de excelencia contratada del 78,28 por ciento al 87 por ciento para 2027.
La experiencia del usuario también forma parte de estas metas y prevé elevar el nivel de satisfacción general de los consumidores de banda ancha fija y de telefonía móvil, para pasar del 6,9 por ciento actual al 7,5 en 2027 en el primer caso; e incrementar del 7,6 por ciento al 8,1 en 2027 en el segundo.
Como es de esperarse, el plan va más allá de las comunicaciones y hace foco en las cuestiones vinculadas a la infraestructura y calidad, dinamizar el mercado, colaborar en la digitalización e innovación de sus poblaciones, como también ofrece lineamientos de cara a mejorar la gestión interna con mayores niveles de transparencia y se propone incorporar mecanismos de innovación regulatoria como son los sandbox.
En lo que refiere a la infraestructura, por ejemplo, se propone facilitar el acceso físico y la calidad de los servicios; garantizar el cumplimiento de las obligaciones regulatorias, y la seguridad de las infraestructuras críticas de conectividad.
Así, la seguridad pasa a ser un tema vivo y presente, inclusive, cuando se propone tareas de alfabetización de los usuarios y agentes, además de promover la transformación digital general.
Con todo, es estrategia pura.
