MasOrange lanza 5G Advanced con las promesas y dudas de toda la vida

En un momento en el que muchos operadores aún luchan por rentabilizar el 5G, MasOrange ha decidido pisar el acelerador, total solo hay curvas cerradas en la carretera que tiene delante. Y lo hace en una dirección singular: hacia el 5G Advanced —dice que también se la conoce como 5,5G, o un peldaño intermedio antes de la 6G—. La ciudad elegida para este experimento es Sevilla, y más concretamente el campus de innovación de La Cartuja, convertido en laboratorio de conectividad del futuro. Las promesas son las de siempre sazonadas con algo más de hipérbole: menos latencia, más velocidad, mejor cobertura y sensores que casi pueden ver a través de las paredes.

Que el primer operador en desplegar esta tecnología en España sea MasOrange —fusión de Orange y MásMóvil, recién salida del horno regulatorio— no es casualidad. Con este movimiento, el operador no solo busca consolidar su narrativa de liderazgo en innovación, sino también reposicionarse como catalizador de transformación digital para gobiernos y empresas, en un contexto de márgenes presionados y modelos de negocio en mutación.

La tecnología 5G Advanced no es un simple parche técnico, dice. Su principal novedad es la introducción de capacidades de detección, que permiten rastrear objetos —o personas— con una precisión inferior a 10 centímetros. ¿La clave? Utilizar la propia señal de la red móvil como radar, sin necesidad de cámaras ni sensores adicionales. Una distopía para algunos; una promesa de eficiencia para otros. ¿Y cómo se monetiza esto?

Las aplicaciones, según MasOrange y sus proveedores, son múltiples: desde seguridad perimetral en infraestructuras críticas, hasta la gestión del tráfico en tiempo real, pasando por fábricas inteligentes donde las máquinas y los humanos se mueven orquestadamente bajo la mirada invisible de la red. Incluso los drones y globos podrán beneficiarse, extendiendo la conectividad a zonas remotas con una eficiencia energética que, al menos en teoría, hará sonreír a los reguladores medioambientales.

Entre las mejoras más tangibles está 5G New Calling, un nuevo estándar que transforma la clásica llamada de voz en una experiencia multimedia enriquecida ya que permite compartir pantalla, enviar ubicación o hacer videollamadas directamente desde el marcador telefónico. ¿La intención? Recuperar relevancia para el servicio de voz en una era donde las apps dominan la conversación y donde la voz hace años que no es monetizable.

El operador además dice que 5G Advanced también refuerza su apuesta por IoT con el protocolo RedCap, diseñado para dispositivos de gama media —wearables, sensores, cámaras— que no necesitan latencia ultrabaja ni velocidades estratosféricas. El objetivo es abaratar los costos y facilitar una adopción masiva que lleve la digitalización más allá del PowerPoint.

Los casos de uso son los de siempre —salud, transporte, logística, industria— pero con una capa extra de futurismo. Se habla de taxis autónomos, operaciones quirúrgicas a distancia y hologramas en tres dimensiones sin gafas. ¿Realidad o render? El tiempo y las cuentas de resultados lo dirán. Pero si todo esto que suena a repetición de tiempos pretéritos recientes, ya sabemos la respuesta

Aunque no es el foco del comunicado, hay un dato que no pasa desapercibido: MasOrange ha desplegado esta red junto a Huawei. En un continente donde las tensiones geopolíticas en torno a proveedores chinos siguen latentes, la elección de tecnología podría levantar cejas en Bruselas. Pero mientras otros operadores europeos prefieren nadar y guardar la ropa, MasOrange parece haber optado por la ruta del pragmatismo técnico. Y esto debe hablar bien de las soluciones de Huawei.

Con este anuncio, MasOrange se apunta un tanto simbólico, pero ¿relevante? ¿Ser el primero realmente importa en un mercado donde la diferenciación tecnológica es difícil de demostrar y aún más de monetizar? Al final estas maniobra son una apuesta, como lo han sido las tecnologías anteriores.

La clave estará en la capacidad del operador para traducir este despliegue en valor real para empresas, administraciones y usuarios, como lo era cuando se lanzó la 4G y la 5G. Porque si algo ha demostrado la historia es que no basta con tener la red: hay que tener un plan de monetización que no sea futurista, sino que se puede ejecutar en el presente.

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Cuenta con más de 22 años de experiencia cubriendo el sector de las telecomunicaciones para América Latina. El Sr. Junquera ha viajado constantemente alrededor del mundo cubriendo los eventos de mayor relevancia para la industria en América, Europa y Asia. Su experiencia académica incluye un BA en periodismo escrito por la Universidad de Suffolk en Boston, MA, y un Master en Economía Internacional en la misma institución.

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