HPE y Juniper: todos contentos, pero nadie del todo feliz

La megafusión que prometía desafiar a Cisco y transformar el networking mundial acaba revelando los límites de la ambición corporativa en la era de la GenIA, el cloud y la supervisión internacional.

Pocas operaciones recientes han puesto tan a prueba la arquitectura institucional del capitalismo tecnológico como la adquisición de Juniper Networks por Hewlett Packard Enterprise (HPE). Anunciada en enero de 2024 con la fanfarria habitual —y precedida por filtraciones en la prensa y saltos bursátiles más propios de una novela que de un mercado eficiente—, la maniobra prometía crear un titán capaz de desafiar el dominio de Cisco en la era del cloud híbrido y la inteligencia artificial generativa (GenIA, por sus siglas en inglés).

Para HPE, era la jugada maestra con un cheque de 14.000 millones de dólares —una prima del 32 por ciento sobre el valor bursátil previo de Juniper— para duplicar el tamaño de su negocio de redes y situarlo en el centro de su estrategia, con la esperanza de que la combinación entre IA, automatización y hardware propio marcaría la diferencia frente a rivales históricos.

Pero los reguladores y los mercados rara vez se dejan seducir por promesas. El Departamento de Justicia (DoJ, por sus siglas en inglés) de Estados Unidos fue el primero en aguar la fiesta. En enero de 2025, apenas un año después del anuncio, el DoJ presentó una demanda para bloquear la operación, argumentando que la fusión crearía un duopolio con Cisco en el mercado de redes WLAN empresariales en Estados Unidos, controlando más del 70 por ciento del sector y eliminando a Juniper como “competidor agresivo”.

Lo que HPE y Juniper veían como una oportunidad de fortalecer la competencia y acelerar la innovación, el regulador estadounidense lo leyó como concentración inaceptable, con el riesgo de menos opciones y precios más altos para empresas e instituciones.

La respuesta corporativa fue el manual del sector con comunicados conjuntos defendiendo la “racionalidad económica” de la fusión, promesas de más competencia y recordatorios de que ya habían recibido el visto bueno de múltiples reguladores. El contraste entre las visiones reguladoras a uno y otro lado del Atlántico se hizo aún más patente cuando, tras meses de revisión detallada, la Comisión Europea (CE) aprobó incondicionalmente la operación en la segunda mitad de 2024.

Según la CE, la unión de HPE y Juniper no planteaba problemas de competencia en el Espacio Económico Europeo ya que ambas empresas no eran rivales directos en la mayoría de segmentos críticos y la presión de otros actores como Cisco, Arista, Extreme Networks o Fortinet bastaba para mantener a raya cualquier riesgo de abuso de posición.

Mientras la narrativa regulatoria evolucionaba, los mercados seguían mostrando sus dudas. HPE sufrió caídas en bolsa tras anunciar la compra —no solo por el precio, sino por el historial mixto de grandes fusiones tecnológicas—, mientras Juniper vivía una revalorización impulsada por la prima ofrecida. Los analistas más escépticos señalaban el riesgo de superposición entre el portafolio de Juniper y la línea Aruba de HPE, advirtiendo que la integración podría diluir los beneficios prometidos.

La batalla legal, sin embargo, no fue eterna. Tras meses de presión, negociaciones discretas y expectativas cruzadas, el 28 de junio de 2025 llegó el punto de inflexión y HPE alcanzó un acuerdo con el DoJ. El precio a pagar no fue menor. La compañía se comprometió a desprenderse de su unidad “Instant On” —parte de Aruba Networking— y a subastar hasta dos licencias perpetuas y no exclusivas del código fuente de Mist AIOps, el motor de IA que impulsa la gestión avanzada de redes en la plataforma de Juniper, con un umbral de ocho millones de dólares por licencia.

La subasta, que deberá ser transparente y abierta, incluye la posibilidad de transferir personal técnico y de ventas a los licenciatarios, como medida para garantizar una competencia efectiva. No era exactamente el desenlace soñado para el DoJ, pero la transacción pudo avanzar y HPE pudo proclamar, con el optimismo habitual, el nacimiento de una “alternativa moderna” capaz de satisfacer las demandas de conectividad, automatización y GenIA de los grandes clientes empresariales y de cloud.

¿Supone esto una revolución en el mercado? Es dudoso que ni la narrativa épica de HPE ni el escepticismo de los críticos reflejen del todo la realidad. Cisco seguirá siendo el jugador dominante en WLAN y campus, y el nuevo bloque HPE-Juniper afrontará el desafío de integrar equipos, culturas y tecnologías sin perder tracción en segmentos clave.

En definitiva, más allá de titulares, litigios y concesiones, la fusión de HPE y Juniper difícilmente alterará el equilibrio real del mercado. Cisco seguirá dominando con holgura el sector de redes empresariales, mientras que los nuevos retos y oportunidades del networking global seguirán dependiendo más de la innovación, la agilidad y la capacidad de ejecución de cada actor que de cualquier reconfiguración corporativa.

El ruido regulatorio y la coreografía de remedios apenas han conseguido ralentizar el proceso sin modificar de fondo el mapa competitivo. La industria, al final, sigue donde estaba: con los mismos protagonistas y con la misma urgencia por reinventarse ante la próxima disrupción tecnológica.

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Cuenta con más de 22 años de experiencia cubriendo el sector de las telecomunicaciones para América Latina. El Sr. Junquera ha viajado constantemente alrededor del mundo cubriendo los eventos de mayor relevancia para la industria en América, Europa y Asia. Su experiencia académica incluye un BA en periodismo escrito por la Universidad de Suffolk en Boston, MA, y un Master en Economía Internacional en la misma institución.

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