El grupo portugués saltó esta semana al centro de la escena del mercado brasileño de telecomunicaciones por dos hechos diferentes que incluyen a dos de los mayores operadores locales. En primer lugar, la Comisión Europea (CE) inició una investigación contra las empresas Telefónica y Portugal Telecom, sospechadas de haber incurrido en un acuerdo de no competencia en sus respectivos países, España y Portugal. Si este “pacto de no agresión” fuera comprobado, los dos gigantes de telecomunicaciones deberán enfrentar fuertes multas. El impacto de este proceso tiene además repercusiones en América Latina, fundamentalmente en Brasil, donde la CE analizará también lo sucedido con el control de Vivo, que quedó totalmente en manos de Telefónica luego de que el grupo español comprara la participación de los portugueses en el, hasta entonces, joint venture entre ambos.
El objetivo de la CE es investigar si entre Telefónica y Portugal Telecom firmaron un acuerdo para mantener los precios artificialmente elevados. Según medios especializados brasileños, una investigación preliminar de la CE descubrió indicios suficientes para iniciar un proceso formal de investigación.
Mientras tanto, fuera de los entreveros judiciales, Portugal Telecom y Oi anunciaron el pasado miércoles 26 de enero la firma de acuerdos para la asociación estratégica que están llevando adelante en Brasil y que ambas compañías decidieron denominar “alianza industrial”. El operador portugués invertirá 8.320 millones de reales (poco menos de 3.700 millones de euros) para quedarse con una participación del 22,38 por ciento de la compañía brasileña. El acuerdo fue iniciado en julio de 2010 y prevé también que Oi, a su vez, adquirirá un 10 por ciento de la empresa portuguesa, que según la evaluación actual, demandaría alrededor de 750 millones de euros.
Pero tal vez lo más importante del acuerdo tiene que ver con cuestiones prácticas que comenzarán a darse de aquí en adelante. Por ejemplo, ambas empresas emprenderán en conjunto una estrategia de expansión internacional y realizarán juntas la compra de equipamiento y tecnología, obteniendo así los consabidos beneficios de los costos reducidos por escala.
Pedro Jereissati, vicepresidente del Grupo Jereissati —una de las empresas controladoras de Oi a través de La Fonte Telecom—, declaró que la expectativa es que el proceso de transacción, incluyendo la capitalización de Oi, esté finalizado en los próximos dos meses, para que Portugal Telecom comience a consolidar los números de la empresa brasileña en su balance a partir de los primeros días de abril.
Tras el acuerdo con Oi, Portugal Telecom logra mantener su lugar dentro de las “telcos gigantes” a nivel mundial, situación que peligraba tras la venta de su participación en Vivo. En cambio ahora está presente en Brasil a través de una compañía que posee, en número de clientes, aproximadamente seis veces la población de todo Portugal, y podrá sumarse a las otras gigantes ya bien consolidadas en el país: Grupo Telefónica, América Móvil y Telecom Italia. Asimismo, la empresa de origen portugués logra una libertad de acción que no poseía mientras fue socia de Telefónica. De esta manera podrá ingresar a otras áreas de telecomunicaciones en el país e inclusive expandir su operación a otros mercados de la región. A grandes rasgos, Portugal Telecom recibió 7.500 millones de euros de parte de Telefónica por sus activos en Vivo, mientras que gastó 3.700 millones en Oi, lo que le deja una buena caja para poder concentrarse en su estrategia de expansión.
De forma concreta, Portugal Telecom termina quedándose con una operación que no es tan fuerte en lo referente a telefonía móvil como lo era Vivo, ya que posee alrededor de 39 millones de clientes, lo cual la coloca en el cuarto lugar con un 19,35 por ciento de cuota de mercado. Sin embargo Oi es muy fuerte en el área fija del negocio; de hecho lidera la telefonía fija con más del 49 por ciento del mercado y 33,8 por ciento de los clientes de banda ancha, con una base de 4,3 millones de usuarios conectados. El punto más débil de Oi pasa por la televisión paga, ya que cuenta apenas con 280.000 clientes en un mercado que posee un total de nueve millones de hogares suscriptos al servicio.
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