Latinoamérica debe poner a la digitalización como política de estado para poder aprovechar sus beneficios

El contexto de Latinoamérica no ayuda a ser muy optimistas con respecto a lo que viene, al menos si su realidad se compara con la de los miembros de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE). Los últimos datos disponibles hablan de que menos del 60 por ciento de las personas que viven en la región son usuarios de Internet contra más de 80 por ciento de promedio en otras latitudes. La velocidad de acceso es, en tanto, un 50 por ciento más baja que en Norteamérica.

En 53 por ciento de los latinoamericanos no usa Internet y este servicio no está presente en el 66 por ciento de los hogares de la región. Se espera que en esta parte del mundo haya 3,3 dispositivos conectados por persona para 2021, lo que es menos que los que tenía Estados Unidos o la Unión Europea en 2016, con 7,8 y 3,5 respectivamente. Estos dos mercados alcanzarán 13,2 y 8,9 dispositivos por persona para 2021 respectivamente. Para peor: el ARPU móvil de Latinoamérica es de apenas cinco dólares, de los más bajos del mundo.

“El escenario no es favorable para incrementar los desembolsos del sector privado” pero, igualmente, “la industria está haciendo un esfuerzo importante  de inversión”, se lee en la presentación a cargo del director Regional para México y  Centroamérica de Asiet, Fernando López, que participó de los “Coloquios UIT de Políticas y Economía IPEC 2019”, organizado por la Unión Internacional de Telecomunicaciones y el Instituto Dominicano de las Teleomunicaciones (Indotel) en República Dominicana.

Bajo esta realidad es que la región necesita mejores condiciones de entorno para avanzar de mejor manera hacia lo que viene, más aún en “un ecosistema digital que desafía los paradigmas  tradicionales y las asimetrías regulatorias”. Latinoamérica, en concreto, debe poner a la digitalización como política pública para aprovechar sus beneficios y superar sus desafíos, entre los que aparece el cierre de la brecha digital y el uso productivo de las  Tecnologías de la Información y las Comunicaciones (TIC).

El sector en Latinoamérica enfrenta, en paralelo a las metas compartidas con el resto del mundo, un menor crecimiento de ingresos, bajo retorno por usuario, altas cargas fiscales, presión normativa que incrementa los costos operacionales, competencia de servicios con regulaciones distintas, creciente dificultad para desplegar redes y escasez de espectro radioeléctrico, enumeró López. Además de los problemas generales, hay otros puntuales como afrontar los riesgos de control, sociales, éticos, de seguridad y rendimiento que presenta la inteligencia artificial, por ejemplo.

El Internet de las Cosas jugará un papel clave en la digitalización de las economías de la región. Asiet destacó como verticales con mayor potencial la agricultura, manufactura, salud, turismo y comercio minorista. Aquí también hay materias pendientes, pues “Latinoamérica y el Caribe presenta puntuaciones inferiores a OCDE en todos los indicadores”. Esto se ve con más fuerza en puntos como adopción de tecnologías en empresas y es menos pronunciado en habilidades y regulación. Chile se posiciona mejor que el resto en el ranking regional, mientras que Brasil, por ejemplo, destaca por su capacidad de innovación.

Para el desarrollo de IoT en Latinoamérica es clave, indicó Asiet, tener en cuenta que “cada mercado es único y se deben evaluar distintas condiciones: uso contexto económico, obligaciones”, etc. Por eso algunos de los países que avanzaron en el tema han definido sus propias reglas, tal es el caso de Brasil que optó por una definición específica del concepto de Internet de las Cosas y contempló tres verticales que ahora trabaja en desarrollas: salud, ciudades y campo.

Al tomar la región como un bloque se observan algunos desafíos compartidos por todos. En espectro por ejemplo, la cantidad asignada al momento es cinco veces más baja que lo recomendado por UIT para 2020 a pesar de un crecimiento de 42 por ciento en el espectro entregado entre 2012 y 2017. En cuanto a despliegue de infraestructura, además, hay todavía trabas de orden administrativo, económico y social en prácticamente todos los países.

Otro punto a mejorar es, claro, la presión fiscal: la carga tributaria en telecomunicaciones en Latinoamérica es 51 por ciento mayor que el promedio de todas las industrias, situación que se observa con más énfasis en sitios como Argentina, Brasil y Colombia. También deben haber planes concretos para ganar en confianza de los consumidores en aspectos como la protección de datos y en desarrollar las habilidades individuales en el uso de nuevas tecnologías. Se necesita, además, financiación para planes llevar a cabo planes específicos y a largo plazo.

Así las cosas, Latinoamérica parece estar a tiempo de subirse al tren de la digitalización. Casi todos los países presentan algún tipo de avance en relación a la 5G, por ejemplo, y a cada momento se muestran planes locales para sumar herramientas con el ojo puesto en los desafíos que vienen. Hablar de bloque regional sirve más para el análisis que para la realidad, ya que cada país tiene sus particularidades. Las metas, entonces, solo podrán cumplirse si cada mercado toma conciencia de sus debilidades y usa sus fortalezas como punto de partida de políticas públicas concretas para cambiar oportunidades por beneficios.

Nicolás Larocca es Técnico Superior en Periodismo (TEA) y Locutor Integral (ISER). Durante su carrera profesional se desempeñó en diferentes medios radiales, digitales y en gráfica como productor de contenidos, redactor y analista. Tiene conocimientos en comunicación interna, deportes, bancos y seguros, y desde 2013 se especializa en el mercado de las telecomunicaciones a escala regional.

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