La resiliencia es, quizá, el concepto que más se popularizó en pandemia. Sucede que la capacidad de adaptación fue y es lo que propició que todo continuara con su rumbo aún a pesar de las condiciones extraordinarias de un virus letal diseminado a escala planetaria pero, que en lo que a las telecomunicaciones en particular, refiere a la capacidad que tienen las redes para mantener servicios de calidad a pesar de todo. Sucede que su inactividad supone una problemática y un alto costo negativo, estimado en los 260 mil dólares por hora, según Aberdeen Research, y que las organizaciones padecen, en promedio, cinco veces por mes.
“Vivimos en un mundo donde las organizaciones confían y dependen más de la tecnología, pero cuando la red principal deja de funcionar, para recuperarla se necesita tener acceso a los dispositivos para repararlos”, explicó Miranda Ragland, channel marketing manager de Opengear, para subrayar la necesidad de disponer de una ruta alternativa que llegue a los dispositivos cuando la conexión falla y poder ajustarlos, haciendo que la caída sea lo más corta posible.
Inclusive, el Uptime Institute relevó que hay cinco causas recurrentes que propician esta inactividad, signadas por la interrupción del servicio eléctrico del centro de datos local, en el 32 por ciento de los casos; la falla en la red, en el 29 por ciento de las veces; el error en los sistemas informáticos o en el software, el 27 por ciento; y la falla del centro de datos, en el 12 por ciento de las oportunidades.
Cabre recordar que fue apenas comenzada la pandemia cuando Houlin Zhao, secretario General de la UIT, declaró que “nunca antes las redes de telecomunicaciones habían sido tan vitales para nuestra salud y seguridad, y para mantener nuestra economía y sociedad funcionando como durante la crisis del Covid-19 por la que atravesamos hoy en día”, dijo y anunció la publicación de la nueva Plataforma de Resiliencia de la Red Mundial, para la reglamentación y la formulación de políticas que “ayuden a los países y a la industria a hacer frente a la creciente presión que se ejerce sobre las redes mundiales”.
“En estos momentos de incertidumbre, no debemos olvidar a todos aquellos que, en todo el mundo, siguen sin tener acceso a Internet”, subrayó Zhao y claro, la brecha digital no puede estar fuera del enfoque.
Pero volviendo a la mirada de Ragland, subrayó la importancia de contar con consolas que supervisen continuamente las condiciones de los equipos de red, como su estado de alimentación o el entorno y la señal serial. De esta manera, se podrían detectar potenciales fallas de red con anticipación y tomarse medidas acorde.
En ese escenario preventivo y en alerta, los administradores de la red podrían recibir alertas y acceder de forma remota para dar mantenimiento a los sistemas críticos hasta que se repare la red principal.
“Todo este conjunto de soluciones nos permite brindar una resiliencia de redes que garantiza la continuidad de los negocios, evitando que las empresas pierdan dinero y credibilidad frente a sus clientes por las fallas, desconexiones o caídas en el servicio, esto teniendo en cuenta que las organizaciones tienen en promedio cinco fallas al mes”; indicó Ragland.
Asimismo, la especialista recordó los datos publicados por el Global Forecast 2024, en el que se señala que a medida que las organizaciones continúan agregando más aplicaciones críticas en la periferia, se incrementa su valor de marcado… uno que esta consultora estimó en los 9.000 millones de dólares para 2024, y “eso trae como desafío que las empresas deberán ser capaces de igualar la resiliencia, la escalabilidad y la alta disponibilidad que se encuentran en el centro de datos”, sostuvo.
Con todo, en la región latinoamericana se avanzó en el despliegue de diversos tipos de infraestructuras, tendientes a robustecer las redes. La pandemia aún no concluyó y la prueba parece estar superada porque, en definitiva, las comunicaciones, aunque con latencias, siguen conectando.
