Sony y Ericsson: como agua y aceite

Llegó un divorcio que algunos vieron venir desde el primer día. Se casaron hace una década, en 2001, porque Sony necesitaba entrar en el negocio de los dispositivos móviles para integrarlos con su oferta de contenido, y Ericsson quería centrarse en su negocio de infraestructura pero sin perder la posibilidad de complementarla con sus dispositivos. Ambos tenían razones suficientes para entrar al JV porque entre ambos aportaban experiencia en el sector de las telecomunicaciones, el hardware y en la distribución de contenidos. Una apuesta que parecía ganadora si no hubiese sido que unos eran suecos y los otros japoneses.

Este hecho, que puede parecer simplista, fue ampliamente comentado el año de su boda. Algunos decían que, aunque culturalmente eran muy dispares, suecos y japonenses compartían la disciplina laboral y corporativa. Otros aseguraban que el proyecto no podría tener éxito porque se juntaban dos cabezas pensantes con necesidades ligeramente diferentes y con concepciones dispares. Por aquella época Japón era a la telefonía móvil lo que la NBA al baloncesto en los años 80. NTT DoCoMo triunfaba en Japón con i-mode, que se intentó implementar con AT&T en Estados Unidos. Fue un fracaso. Por ello, el modelo japonés sólo parecía funcionar en Japón y, por lo tanto, la aportación de Sony, sólo tendría en cuenta al mercado japonés. Otra visión simplista, pero que quizá esconda parte del problema que ha padecido el fabricante.

Como todos los proveedores de teléfonos, la aparición del iPhone destapó todas sus carencias y les cayó encima con un jarro de agua fría. Los fabricantes de dispositivos se habían enrocado en teléfonos carentes de innovación (excepto en Japón). Aún así el fabricante vivió una pequeña etapa dorada con la franquicia de Sony Walkman, que se transportó a los dispositivos enfocados al sector musical.

Con la venta de del 50 por ciento de Ericsson a Sony, esta última empresa tendrá control total sobre los dispositivos y su dirección a futuro. Podrá verdaderamente demostrar, como las estrellas de la NBA, que Japón tiene la capacidad de ser un referente innovador en materia de electrónica y dispositivos móviles fuera de su propio territorio. Sony no tendrá excusa para ejecutar una estrategia que conjugue sus productos electrónicos con sus contenidos, incluyendo videojuegos, para poder competir en el nuevo escenario de la telefonía, donde el hardware y servicios asociados por parte de los fabricantes de dispositivos parecen una obligación.

De hecho, es precisamente esta obligación lo que debe haber forzado un acuerdo que hace tiempo que se venía mascando y salivando. Y cuando ha estado listo para ser digerido, Sony ha puesto encima de la mesa 1.460 millones de dólares. Ericsson cuenta con la infraestructura, pero para un fabricante de teléfonos lo que cuenta es el ecosistema de servicios asociados, justo lo que tiene y en abundancia la empresa nipona.

El mercado ha dictado y ambas empresas han interpretado correctamente el mensaje, juntas eran como aceite y agua, separadas podrán centrarse en su negocio principal sin interferencias idiomáticas o culturales—veremos si ese era el problema real de la franquicia—.

Cuenta con más de 22 años de experiencia cubriendo el sector de las telecomunicaciones para América Latina. El Sr. Junquera ha viajado constantemente alrededor del mundo cubriendo los eventos de mayor relevancia para la industria en América, Europa y Asia. Su experiencia académica incluye un BA en periodismo escrito por la Universidad de Suffolk en Boston, MA, y un Master en Economía Internacional en la misma institución.

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