Antel: cobertura total de 5G en cinco años ¿Es rápido o lento?

Aplauso, medalla y beso se llevó la uruguaya Antel cuando dos semanas atrás anunció su red comercial 5G. Antes de que terminara la primera frase del comunicado del operador ya aparecían los primeros matices: cobertura limitada inicialmente a Barra de Maldonado y la ciudad de Nueva Palmira, en Colonia. Como sea: nada le quita a la estatal local el mote de primero en Latinoamérica, premio que también se había llevado en 2011 con el lanzamiento de 4G.

La industria quería saber más detalles del caso y el encargado de darlo fue el presidente de Antel, Andrés Tolosa. El diálogo con el portal América Economía, el ejecutivo habló de valores como la educación universitaria y expertise de profesionales en la materia como factor clave para ubicarse como pionero en esta parte del mundo. También se ocupó de resaltar la importancia que tuvo para el país que Antel se mantenga dentro de la orden pública a pesar del proceso de privatizaciones.

Sin embargo, la que permite más análisis es otra información de las esgrimidas por Tolosa: señaló que Uruguay podría demorar más de cinco años en tener una cobertura nacional de 5G. La medida podría alarmar a más de uno, más si se tiene en cuenta que el país tiene una superficie de 175.000 kilómetros cuadrados frente a los 8,5 millones de kilómetros cuadrados de Brasil, por ejemplo, a quien siguiendo las métricas podría llevarle más 240 años cumplir con el mismo objetivo.

Pero el desafío no pasa por usar mejor o peor la calculadora para generar resultados que solo sirve a modo de ilustración, sino por entender las expectativas que se tiene en 5G y la forma correcta de medir su éxito, que ya hemos dicho que probablemente se refleje con nitidez en sus verticales. ¿Es correcto hablar de cobertura 5G como un desafío en el mediano plazo justo ahora que los operadores no duermen pensando en cómo monetizarla?

La fórmula mágica del despliegue medido por la cobertura todavía está en discusión pero los primeros pasos de la nueva generación parecen dejar claro que la 5G debe lanzarse en puntos estratégicos en los que se aprovechen al máximo sus virtudes, cuando su despliegue tenga sentido de negocio para los operadores. Como 4G será clave como una suerte de soporte, una amplia cobertura 4G parece un buen paso al frente en el camino a lo que viene. La 4G debe ser el soporte de la 5G en aquellas zonas donde esta última tecnología no sea estrictamente necesaria.

“Nosotros ya tenemos disponible 4G en el país, pero no en todas las zonas. No hemos culminado toda la zona de cobertura. Con 5G avanzaremos primero en las ciudades más importantes, después en zonas balnearias y luego en las localidades medias”, dice Tolosa. Esa es la estrategia que tomará Uruguay que, según el ejecutivo, presenta algunas ventajas frente al resto de los mercados de la región por su dimensión y por no tener grandes accidentes naturales en su geografía.

Tolosa parece tener claro que la clave de un buen despliegue 5G pasa por contar primero una red 4G potente y de amplia cobertura en la que la red 5G pueda apoyarse y así ir desarrollándola a medida que vaya teniendo sentido estratégico para la estatal y para el país y sus industrias —ya hemos dicho que no se debería frivolidad con que la 5G sea para ver videos en Youtube sin cortes—.

El camino del país hacia la quinta generación inició en 2017, con algunas pruebas piloto tanto con Nokia como con Ericsson. “La idea es tener los primeros terminales en mayo, de tipo fijo inalámbrico para poder dar los servicios en algunos hogares y empresas”. Luego se avanzará en móviles, a medida que los fabricantes tengan disponibles dispositivos en la frecuencia de 28 GHz, que es con la que estamos trabajando.

Lo que parece darle a Uruguay una ventaja competitiva frente al resto de los países no es el galardón de precursor sino su contexto en que se produce la llegada de 5G. Cifras de GSMA a 2017 posicionaban al país como uno de los dos países con mayor adopción de 4G y es el mejor de todos en cuanto a cobertura de fibra óptica, que es responsable del 70 por ciento de las conexiones de hogares y entre el 98 y 99 por ciento en empresas, estimó el ejecutivo.

A la hora de mencionar posibles verticales, Tolosa habló de logística en el servicio de transporte y aplicaciones en telemedicina. Hay cierto consenso en la región que el rubro que más podría potenciarse en el corto plazo será la agroindustria. El presidente de la estatal también aprovechó el espacio para dar recomendaciones a otros interesados en 5G: “invertir en fibra y empezar con la tecnología a experimentar en determinadas zonas, tratando de ser complementarios tanto con las redes de fibra como con las móviles”.

Uruguay sorprendió con su anuncio y se puso primero en la larga lista de países de la región que ya están trabajando en su hoja de ruta para 5G. Algunos, como Brasil, ya pusieron fecha para las licitaciones pertinentes y otros como Perú, trabajan en reacomodar su espectro para dejar el camino allanado a la nueva generación. Los operadores, mientras tanto, generan pruebas a cada rato mientras discuten en eventos la forma correcta de sacar rédito económico al asunto.

Quien no promete 5G parece ahora desentonar y Uruguay, que aparece con chances de ser líder en adopción y despliegue de la tecnología junto a Brasil, México y Chile, tomó el guante con este lanzamiento. Su contexto parece mejor argumento para ser optimista que su medalla de primero en una región que trabaja en subirse a tiempo al tren que lleva a un futuro mejorado por la tecnología.

El lustro que pone Antel de plazo parece demasiado tiempo para un mercado relativamente pequeño en extensión geográfica. Sin embargo, el plan puede ser mejor que ninguno si se genera un despliegue paulatino y eficiente, enfocado en resultados. Su estrategia podría servir de ejemplo a otros aunque posiblemente deban adaptarla, pues en este caso se trata de una firma estatal con objetivos que no solo responden al éxito financiero.

¿Cuán rápido es el despliegue de Antel? Aún es pronto para definirlo, por geografía podría parecer lento, por estrategia de negocio y monetización podría parecer rápido dado que este último parámetro en la actualidad no se tiene claro y aventurar coberturas completas es un ejercicio aventurado bajo este último punto de vista.

Nicolás Larocca es Técnico Superior en Periodismo (TEA) y Locutor Integral (ISER). Durante su carrera profesional se desempeñó en diferentes medios radiales, digitales y en gráfica como productor de contenidos, redactor y analista. Tiene conocimientos en comunicación interna, deportes, bancos y seguros, y desde 2013 se especializa en el mercado de las telecomunicaciones a escala regional.

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