La Superintendencia de Competencia de El Salvador declaró “inadmisible” la solicitud de autorización de concentración económica presentado por América Móvil en su intención de quedarse con las operaciones de Telefónica en el país. Se había presentado el 27 de junio y se definió rechazado a fines de agosto, aclaró la entidad en un comunicado. Es el segundo revés de la entidad contra la operación.
Luego de la evaluación de los documentos presentados y en el marco de la Ley de Competencia, su reglamento y la Ley de Procedimientos Administrativos, se instó a los operadores involucrados a adjuntar documentos adicionales a los ya exhibidos pero no lo hicieron en el plazo estipulado. Posteriormente, el dos de septiembre, tanto América Móvil como Telefónica presentaron escritos en los que renunciaron a su derecho de rechazar la decisión vía recurso, por lo que esta quedó firme.
La compra está prevista en unos 315 millones de dólares, según señalaron las partes tras un acuerdo anunciado en enero. Inmediatamente después de celebrarlo generaron los pedidos correspondientes y en marzo recibieron el primer rechazo por parte de la Superintendencia de Competencia por motivos similares a los esgrimidos ahora. La determinación, de todas formas, “no inhibe al solicitante de hacer otro pedido, una vez que haya completado la información requerida”.
El plan de ventas de Telefónica involucra cinco operaciones en Centroamérica, de las que ya se aprobaron formalmente tres. La filial de Nicaragua y la de Panamá quedaron en manos de Millicom, con quien también llegó a un acuerdo por la de Costa Rica. Ésta última recibió luz verde del regulador local pero todavía restan algunos detalles. En tanto, se concretó la operación por la que los activos de Telefónica pasaron a América Móvil en Guatemala y ambas esperan igual desenlace en El Salvador.
Con estos movimientos, el operador español pretende mejorar su situación financiera. En términos más específicos, su intención central es reducir su deuda, para lo que trabaja también en otros frentes como la reducción de personal, venta de torres y desprendimiento de activos que considera no estratégicos, como sus centros de datos. Los beneficios para el comprador están sobre la mesa: más capacidad para competir de lleno con Tigo, que ya presentó sus armas para hacer frente a la nueva configuración del mercado.
El tema resulta sensible para la filial salvadoreña de América Móvil porque en 2012 la misma Superintendencia de Competencia rechazó su pedido de absorber a su competidor Digicel, que aún presta servicios móviles en el país. En ese entonces, la entidad resolvió que la fusión tenía “altas posibilidades de generar efectos adversos sobre la dinámica de la competencia y el bienestar de los consumidores en los mercados de telefonía fija y móvil”. Aquí también había otras operaciones involucradas, que fueron superadas con éxito. ¿Se repetirá la historia?
