La decisión de LG de dejar de fabricar teléfonos al final de 2021 venía rumiéndose desde hace un tiempo. Una de las razones por las que el Consejo de Administración tomó esa determinación se debió a la pérdida de mercado que venía soportando la compañía año a año. Después de haber sido la tercera productora de teléfonos en el mundo, entre 2019 y 2020 su participación se redujo a un exiguo dos por ciento. La empresa no logró sostener el éxito inicial de su serie G de smartphones y la irrupción de marcas chinas más económicas y de buen desempeño no sólo la bajaron del podio sino que, lentamente, la fueron ubicando en las últimas posiciones del top 10 de fabricantes de móviles a nivel global.
Lo que sucedió en el mundo se repitió en América Latina. De ser una de las principales animadoras del mercado desde que se activaron las primeras redes 3G hasta ahora, LG fue perdiendo relevancia, aún cuando tuvo momentos de gloria.
Basta mirar los números de Counterpoint Research para advertir esta situación: en 2009, cuando LG era el tercer fabricante global de teléfonos incursionó en la producción de smartphones que, año a año, fue ganando participación en su portfolio de productos. En 2013 más de la mitad de los móviles que fabricaba era smartphones y el lanzamiento de la serie G la posicionó entre las marcas más atractivas de la categoría por diseño, innovación, performance y precio.
Sostuvo esa suerte hasta 2016, cuando presentó el G5, el primer móvil con cámara con gran angular, una especificación que luego se convertiría en estándar para los smartphones de alta gama. Esa disrupción no fue suficiente. A partir de ese momento la competencia se puso más dura. Las marcas chinas comenzaron a aparecer de manera lenta y sostenida, y LG a caer.
Los últimos años mostraron las cifras más duras: en 2019 vendió 28,4 millones de teléfonos, un 30 por ciento menos que lo registrado en el año anterior, y en 2020 volvió a contraerse un 13 por ciento con 24, 7 millones de equipos vendidos, en un año en el que el mercado global se redujo un 10 por ciento por efecto de la pandemia hasta los 1.332,5 millones de unidades.
No obstante, hay que observar también que la exigua participación de dos por ciento a nivel global se compensa con la que aún ostenta en sus principales mercados: 14 por ciento en Corea del Sur, nueve por ciento en Estados Unidos y siete por ciento en Brasil. Pero no es suficiente. En América Latina su participación de mercado pasó de 4,4 por ciento a 4,2 por ciento entre 2019 y 2020, detrás de Samsung, Motorola, Huawei y Xiaomi, en un año en el que las ensambladoras de Brasil y Argentina tuvieron problemas en el primer trimestre, y parte del segundo, para abastecerse de los componentes necesarios para producir.
¿Los operadores móviles de la región se quedarán sin suficiente oferta de móviles a partir de la salida de LG? No parece que eso fuera a suceder, aunque las compañías que tenían una mayor oferta de esta marca en su portafolio —tal el caso de Claro en la mayoría de los países del continente, o de Entel y Wom en Chile, o Personal en la Argentina— tendrán que salir a buscar rápidamente a otras para satisfacer a los distintos segmentos de usuarios.
¿Será que las marcas chinas, con Xiaomi a la cabeza, comenzarán a cobrar mayor relevancia en América Latina a partir de la salida de LG? Si volvemos nuevamente a los números de Counterpoint se advierte que ya en el último trimestre de 2020, Xiaomi se ubicó como la tercera marca más elegida, detrás de Samsung y Motorola y por encima de Huawei. De modo que puede ser una posibilidad. No hay que olvidar, además, que los distintos países de la región tienen muy buena relación con el Gobierno chino.
Por otro lado, al tratarse de una salida planificada, las compañías móviles no sólo tienen garantizada la provisión de smartphones para lo que resta del año, incluidos los lanzamientos previstos por la misma LG, sino que cuentan con tiempo para establecer negociaciones con las marcas con las que ya trabajan o buscar otras, nuevas.
El tema, sin embargo, no se agota aquí.
LG es fabricada en las plantas industriales establecidas en San Pablo y Manaos, en Brasil, además de Río Grande, en Tierra del Fuego, en Argentina.
La noticia de la compañía coreana provocó este mismo lunes un paro de los trabajadores dedicados a la producción de los teléfonos LG de las fábricas ubicadas en San Pablo, más precisamente en San José de los Campos y CaÇapava, sin afectar hasta el momento las de Manaos.
Por el lado de Argentina, su actual fabricante, Mirgor, heredó ese negocio tras la adquisición de Brightstar en octubre pasado. En 2020 se produjeron en la isla 420.000 teléfonos en total, lo que se tradujo en una participación de mercado de 5,2 por ciento para ese país. Si bien allí no hubo protestas tal como sucedió en Brasil, los 150 trabajadores dedicados a la línea de la coreana podrían correr el riesgo de perder su empleo si Mirgor no logra encontrar una nueva línea de negocios que logre reubicarlos para el año próximo. La filial argentina viene trabajando en la búsqueda y desarrollo de nuevas actividades en el sur convencida desde que allí se puede conformar un polo exportador.
En este escenario, nadie parece que fuera a lamentar la decisión de LG. Menos en un contexto donde el mismo mercado de móviles no viene presentando nada disruptivo en los últimos tiempos, más allá del diseño, más cámaras más potentes y mejor procesamiento. Al menos hasta que comiencen a desplegarse con más ahínco las redes 5G. Pero eso ya es parte de otra historia.
