Orden y progreso reza la bandera brasileña. Lo que no se puede terminar de ordenar por un lado, como es la licitación 5G, busca resolverse por el otro. La Anatel reformuló el Plan de Uso de Espectro para el período 2021 y 2028 bajo un formato de documento “orientativo” que será revisado cada dos años, y en el que se traza un horizonte sobre las tecnologías para ofrecer servicios móviles, especialmente 5G. El ordenamiento, sin embargo, es muy ambicioso y define las primeras proyecciones hacia 6G, convirtiendo a Brasil en el primer país de la región en poner el tema sobre la mesa.
Estas decisiones, plasmadas en un documento que puede descargarse desde aquí, surgieron luego de la aprobación unánime del Consejo Directivo del organismo para caminar con la mirada bien puesta en el horizonte y, así, dar lugar a un documento estructurado, principalmente, en tres ejes orientados hacia el corto, mediano y largo plazo, de acuerdo a lo informado por los medios especializados Teletime y Telesíntese.
Para el corto plazo, se incluyen aquellas iniciativas que ya se encuentran en análisis y cuya conclusión se prevé alcanzar en menos de dos años, siempre sujetas a revisión en caso de que sea necesario.
Para el mediano plazo, se abordan los proyectos que están en proceso de planificación, como la conclusión de los estudios que se cursan actualmente en función de la próxima Conferencia Mundial de Radiocomunicaciones 2023, y que demanden trabajo durante los próximos cuatro años.
En relación al largo plazo, el consejo consideró aquellos temas que dependen de la prospección o de resultados de los próximos ciclos de estudios para las próximas CRM en un marco de hasta ocho años.
Orden y progreso. El lema brasileño parece haber impregnado esta determinación de la Anatel pues la definición del trabajo en estos tres ejes tiene origen en el Proyecto Estratégico de Gestión de Espectro que cuenta con el apoyo de una consultoría especializada por la Unión Internacional de las Telecomunicaciones.
Haber configurado un mapa certero de largo plazo, aún cuando también se contempla que será sometido a una revisión permanente, permite encarar la planificación de los temas vinculados con las telecomunicaciones de manera más ordenada. Especialmente si se cumple la promesa de 5G que traerá inversiones millonarias en despliegues casi infinitos con un impacto directo sobre las economías.
Es la razón por la que se propone trabajar de cara a 2030, plazo en el que se evaluarán cuestiones tan fundamentales para las operadoras de telecomunicaciones como la renovación o no del uso del espectro, posibles necesidades de refarming, migraciones tecnológicas o asignaciones de determinadas bandas de espectro para nuevos servicios.
No obstante, la tarea de corto plazo es, por demás, interesante. Porque aquí se considerar no sólo la revisión de la regulación sobre uso de espectro mediante una consulta pública que se realizará en el segundo semestre de este año – con el objetivo de aprobarla en la segunda mitad de 2022 – sino también la de la banda de 4.800-4.900 MHz cuya visto bueno debería concretarse en esa misma fecha.
El otro reglamento que se prevé volver a analizar es el de satélites, que consolidará las normas sobre su uso, derecho de exploración de satélites y de recuperación de costos, tarea que debe estar lista antes de que finalice 2021.
Deberán actualizarse, asimismo, las atribuciones y destinos del Plan de Distribución de Frecuencias (PDFF 2022, por su sigla en portugués). Un tema no menor puesto que será en este espacio en el cual la Anatel estima aprobar los requisitos técnicos y las operaciones de las bandas de 3,5 GHz, de 26 GHz, para la sincronización de las redes TDD, para la banda L (1.500 MHz) y de WiFi 6E, cuyas definiciones finales deben estar antes del 30 de junio próximo en este último caso.
A esto se suman definiciones en materia de radiodifusión además del calendario de la TV digital, que debería estar listas en 2023.
El orden y progreso establecido en materia de espectro es, por demás, ambicioso. La consideración hacia el uso de las frecuencias ultra altas, de 90 MHz, para la nueva tecnología móvil prevé usos y aplicaciones de realidad aumentada, salud, conectividad difusa, industria 4.0 y robótica y movilidad urbana.
Estas definiciones serían el primer paso para comenzar a transitar el camino hacia 6G, puntualmente, aquellas cuestiones vinculadas con virtualización y desagregación, integración avanzada entre redes de acceso y backhaul y arquitectura de redes centradas en el usuario. La evolución hacia 6G es materia de estudio incipiente en Europa que no quiere volver a quedar rezagada tal como le sucedió con 4G y 5G.
En el documento se indicó que se espera que 6G continúa la tendencia de usar frecuencias más altas y anchos de banda mayores por lo que se vislumbra, asimismo, que los sistemas masivos de múltiples entradas y múltiples salidas (MIMO, por su sigla en inglés) continuarán siendo una tecnología clave para la próxima generación móvil. Y que la tasa de transmisión de datos y de eficiencia de espectro continuarán estando en el centro de la atención de los sistemas móviles.
Mientras tanto, se espera que terminen de aclararse las dudas respecto de 5G cuya licitación todavía continúa frenada pero que, en los papeles, se pretende que comience a activarse en julio de 2022. No obstante, que se hayan encarado definiciones de este tipo con la mira en 2030 es un gran paso del gigante sudamericano que, así, podría convertirse en el líder de la próxima evolución. Efecto del orden y progreso.
