La tumultuosa travesía de los MVNO

La historia tiene la particularidad de otorgarnos proximidad sin importar la distancia que interponen los años. Nos permite desde la comodidad del hogar acceder a numerosas geografías, escuchar los discursos de los muchas veces poco letrados líderes de antaño e intentar no ser cegados por los relatos de los victoriosos. También, como todo género literario, nos deja entrar en el mundo de las leyendas y, de esa forma, descubrir en diversos panteones a los culpables de los males de la raza humana. Precisamente, la comparación de distintas mitologías es lo que nos ha permitido redescubrir una y otra vez ese reclamo que afirma que la historia es cíclica.

Curiosamente, el mundo de las telecomunicaciones podría dar fiel testimonio a esta creencia. Sobre todo, si se habla de los llamados operadores móviles virtuales. Simplemente, se trata de rememorar su rol, revisitar sus modelos de negocios y considerar su impacto en el mercado. Mejor conocidos por su acrónimo en inglés, MVNO, estos operadores han causado desde terror e indiferencia. Han dado origen a una desorbitada pasión, han sido redentores y, en momentos de necesidad, han logrado ser visualizados panacea. Espejismo que el tiempo probó inexistente.

La historia de los MVNO se asemeja más a la biografía de un populista que a una hagiografía. Es un relato lleno de promesas que nunca llegan a cumplirse, de amenazas que no se materializan y de una maldad siempre presentes en el otro. Es un relato lleno de hipérboles sobre un necesario modelo de negocios de nicho que, más de una vez, ha sido mal representado por distintos interlocutores.

Sus inicios se remontan a los países escandinavos donde, durante la década de los ’90 del siglo pasado, muchos operadores fijos veían en ellos la posibilidad de continuar con sus planes de diversificación, mayormente para comenzar a ofrecer servicios móviles sin la necesidad de tener que esperar al próximo proceso de asignación de espectro. Era la época donde los tradicionales proveedores de servicios de telecomunicación fija miraban con gran tentación poder entrar al mundo móvil, similar a lo que aún se observa en nuestras latitudes donde más de un cablero u operador tradicional de telecomunicaciones ha adoptado ese modelo para complementar su oferta de servicios.

Obviamente, en esta época hubo emprendimientos que intentaron surgir como operadores móviles alternativos sin necesariamente tener planes fijos para adquirir espectro en el futuro o contar con una red de infraestructura fija que los complementara. Son, precisamente estos, los que no lograron subsistir en esta perdida protohistoria de los operadores móviles virtuales.

Quizás el olvido de los nombres de estos pequeños emprendimientos sea la mejor muestra de su fracaso. Un fracaso que, paradójicamente, sirvió para allanar el camino de aquel MVNO que muchos consideran ser el primero en el mundo con este modelo de negocio, Virgin Mobile en el Reino Unido. Sí, la historia es cruel con los derrotados e incrementa la realidad de los victoriosos. Reescribe la historia para que todo tiempo pasado sí sea mejor.

Lo mismo ha sucedido en América Latina y el Caribe, donde la protohistoria de los MVNO ha sido olvidada aunque los fracasos de este periodo sean los responsables de los cambios que han permitido la viabilidad de este modelo en la actualidad.

Según los profetas del sector, los denominados analistas, Virgin Mobile aprovechó el fallo de estos MVNO iniciales para cerrar contratos atractivos de compra de capacidad de espectro radioeléctrico en el Reino Unido. El resto ya es bastante conocido, desde su acelerado crecimiento en usuarios y su irreverente acercamiento al mercado hasta la necesidad de cambiar la red a la que le compraba capacidad. Como nada llega solo, el éxito de Virgin Mobile en el Reino Unido sirvió de catalítico para una explosión en el interés de lanzar este tipo de operadores en el resto de Europa y otras geografías con resultados disimiles.

Eran tiempos de cambio. La tecnología permitiría lograr todo. El mundo se reconfiguraba de golpe apoyado por la creatividad portuguesa que regaló al mundo un sistema de facturación celular que prácticamente eliminaba el riesgo de los operadores al momento de ofrecer su servicio a clientes de bajos ingresos. Un modelo prepago que no debe subestimarse pues fue, es y continuará siendo, un gran aliado de los MVNO. También era el mundo de la inminente llegada del 3G, cuya fecha de desembarque era verano de 2001 del hemisferio norte.

Precisamente, ese año se ve en América Latina la aparición del primer OMV regional en Bolivia, lanzado por la Cooperativa de Telecomunicaciones de Santa Cruz (COTAS). La idea de COTAS, que por el contrato con su operador huésped solo podía dar servicio en la ciudad homónima, era ir creando una masa crítica de clientes mientras esperaba por la asignación de frecuencias PCS que le permitiesen expandirse a nivel nacional. La subasta PCS no sucedió dentro de los tiempos previstos y COTAS decidió terminar con su aventura móvil. Entre las lecciones que dejó este pionero sobresale la necesidad de crear un marco legal que frene los abusos del operador celular tradicional que vende capacidad al operador virtual, de lo contrario quedaría como rehén de un socio que podría visualizarlo como un mal necesario que puede frenarse o contenerse a conveniencia.

Regresando a Europa, los MVNO en el mundo 3G vivieron el odio de forma muy cercana. Los operadores los veían como amenazas que estarían robándoles ingresos en el próximo mundo audiovisual que prometía esta tecnología. 3G daría Internet de alta velocidad, permitiría video llamadas y serviría por medio de distintos esquemas para acabar prácticamente con la brecha digital en zonas apartadas o poco pobladas. 3G sería el camino a la modernidad y el atraso de su llegada – que fueron cinco años en América Latina – condenaría a los países a regresar a la comunicación por medio de pinturas rupestres. ¿Por qué me parecerá tan familiar este discurso?

No obstante, los altos precios de espectro derivados de las subastas 3G de Alemania y Reino Unido instigaron un efecto dominó que terminó con la devolución de numerosas frecuencias y un replanteamiento sobre el rol de los MVNO en los mercados. Ahora eran aliados necesarios de los operadores móviles para acelerar la adopción de estos servicios y, de esta forma, achicar el periodo de tiempo que llevaría alcanzar el retorno de inversión de las redes 3G.

Países como Italia, que durante el miedo atroz a los MVNO habían prohibido su ingreso al mercado, daban un paso atrás para que rescataran a los operadores móviles tradicionales. Mientras que en otros mercados como Hong Kong, las lecciones aprendidas de Europa llevaron al gobierno a diseñar una subasta 3G donde los concesionarios se comprometían a reservar el 30 por ciento de su capacidad para hospedar MVNO. Ni los MVNO lograron ser superhéroes en Italia, ni la regla de Hong Kong aceleró el rápido crecimiento de usuarios de este modelo en su territorio.

Lo que sí sucedió es que la exageración en el pago por espectro en estos dos países llevó a mercados como Francia a atrasar la asignación de espectro radioeléctrico, y a más de una empresa a devolver las licencias que habían adquirido por su incapacidad financiera para poder explotarlas. En las salas de conferencia de los expertos el tema controversial era si se regresaba al modelo de concurso de belleza con desempates por medio de lotería, asignación directa, o se continuaba con subastas. Cambiemos el año y en lugar de Francia, Inglaterra o Alemania; hablemos de Chile, Brasil, México o Colombia. Todo cambia, todo sigue igual.

Mientras esto sucedía en Europa, en América Latina continuaban los esfuerzos incipientes para intentar lanzar MVNO. Desde los más básicos, a través de Maxcom Móvil o Azteca Móvil en México, hasta el natimuerto Diemo en Venezuela. El problema principal era el vacío legal existente en numerosos mercados de la región en relación con este no tan nuevo modelo de negocios. Sin adoptar el apelativo MVNO, distintos operadores de América Latina por años compraron, en Brasil y Uruguay, capacidad para poder ofrecer servicios móviles, acción que culmina cuando lograron obtener licencias propias.

Como la historia es cíclica, el inicial desapego de las autoridades hacia los MVNO ha ido cambiando, o al menos amortiguándose. Los vacíos del mercado, la disminución en el número de jugadores que construye su red para dar servicio móvil y la imposibilidad de atraer nuevos entrantes hacen que, en la actualidad, muchos operadores y gobiernos comiencen a tomar una posición conciliatoria ante este modelo. No es casualidad que la normativa más favorable a los MVNO en la región, en Colombia, sea la que permita el crecimiento saludable de este tipo de proveedor de servicios hasta representar, según el Ministerio de las Tecnologías de Información y Comunicaciones de ese país, cerca del 9 por ciento de todas las conexiones móviles de este mercado para finales de 2021.

La debacle del espectro 3G brindó a los MVNO su gran oportunidad europea. Mientras que en América Latina un modelo recaudatorio hacia un sector de la economía con niveles de saturación de clientes y reducción en su número de actores fuerza a más de un regulador que desea incrementar la competencia a recibir a los MVNO como solución a varios de los problemas que venían enfrentando en sus mercados.

Por ejemplo, la debilidad financiera de muchos operadores, tanto públicos como privados, los llevó a convertirse en entidades híbridas que operaban como MVNO en aquellas zonas donde compraban capacidad a sus competidores tradicionales. De esta forma, el modelo resistió los embates en contra en mercados como Brasil, Chile y Ecuador, entre otros.

La actualidad nos presenta a los MVNO con avances asimétricos en América Latina. Los modelos de negocio ya no se basan en precio ni apuntan a un usuario interesado en la telefonía. En las vísperas del 5G, la conectividad de cosas, como ya los profetas predecían, sería el camino de los MVNO allá por 2002; y la reducción de costos de operadores tradicionales en un mundo que requiere una altísima densidad de accesos de radio fuerza a la reinvención del modelo de comprar capacidad para ofrecer servicios minoristas. Una reinvención que ha forzado la reestructuración de los procesos de toma de decisión de un grupo de cooperativas argentinas, mientras que en México un operador tradicional ha decidido regresar sus concesiones para transformarse en MVNO. Ironías de la vida.

La tarea continúa siendo la misma para la mayoría de los gobiernos de América Latina y el Caribe, ¿Cómo adoptar una normativa que impulse la llegada de estos operadores para, de esta manera, incrementar las opciones de los usuarios? Un incremento en opciones que solo se dará en aquellas zonas en las que el MVNO decida comercializar sus servicios. A futuro es inevitable ver cómo los modelos híbridos operador de red/MVNO como proveedor se reanudarán en el mundo 5G. Lo que queda por definir es ver cuándo la normativa regional comienza a actualizarse para viabilizar el crecimiento saludable de este tipo de operadores.

Si algo han mostrado hasta la fecha es que no van a desaparecer.

 

*Las consideraciones expresadas en esta columna son a título personal

José F. Otero es uno de los principales expertos de América Latina y el Caribe en temas de TIC y telecomunicaciones, y posee más de 25 años de experiencia en el sector.

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