La sentencia que titula esta nota forma parte de las conclusiones arribadas por Organización de Telecomunicaciones de Iberoamérica (OTI) en el informe recientemente publicado y en el que analizó la adopción de la banda ancha fija hogareña de la región iberoamericana durante el tercer trimestre de 2021. Fue justamente en ese contexto en el que contabilizó 120,2 millones de accesos o el equivalente a decir que la capilaridad del servicio llegó, en promedio, al 54,1 por ciento de los hogares.
“Se identifica, en distintos países de la región, una relación negativa entre el grado de concentración de mercado y la adopción de un servicio esencial para la sociedad”, dice el reporte que destaca de forma positiva a las realidades observadas en países como Uruguay (90 por ciento), España (87 por ciento), Brasil (76 por ciento), Argentina (76 por ciento), Panamá (75 por ciento), Costa Rica (72 por ciento), México (68 por ciento), Portugal (67 por ciento), Chile (64 por ciento) y Colombia (61 por ciento). En todos estos casos, claramente, la capilaridad lograda superó al nivel promedio de acceso en la región.
Sin embargo, otras latitudes como Perú (38 por ciento), Paraguay (36 por ciento), El Salvador (36 por ciento), República Dominicana (30 por ciento), Bolivia (27 por ciento), Nicaragua (25 por ciento), Guatemala (20 por ciento) y Honduras (19 por ciento), “continúan ostentando las últimas posiciones en términos de acceso a la conectividad a nivel regional”.
Pero volviendo al tema que tituló esta nota, vinculado a la concentración de mercado, la OTI aclara que “no le pasa desapercibido que la competencia económica es un elemento imprescindible para garantizar la provisión de un servicio esencial”, como lo es el de banda ancha fija en condiciones óptimas de precio, calidad y accesibilidad para la sociedad, y advierte haber identificado “una relación negativa entre el grado de concentración de mercado y la adopción del servicio, es decir, a mayor concentración del mercado menor será la contratación de la banda ancha fija”.
Para precisar la sentencia, la OTI explica que en aquellos países en los que observó una estructura de mercado más concentrada, con un menor número de operadores competidores o que cuentan con un operador con una elevada participación de mercado, existen “condiciones adversas para el acceso al servicio de banda ancha fija” y enumeró indicadores como precios elevados, baja calidad del servicio y/o incentivos limitados para invertir en el despliegue de infraestructura de telecomunicaciones.
Pero también hubo ejemplos: “Mercados como el chileno, ecuatoriano y brasileño se caracterizan por registrar los menores índices de IHH, es decir, se encuentren menos concentrados u ostentan un mayor nivel de competencia frente a otros mercados, circunstancia que coincide con altos niveles de adopción de la banda ancha fija, al superar un coeficiente de 50 por ciento entre los hogares. En contraste, en Guatemala y Perú, la oferta es provista, en su mayoría, por un solo operador, correspondiendo con bajos niveles de adopción”.
En ese sentido, la OTI aclara que la provisión de servicios de conectividad como la de banda ancha fija en condiciones óptimas para los consumidores “debe ser un principio básico de cualquier agenda pública sectorial” y lo argumentó cargando a los enlaces de conectividad de atributos tales como el ser catalizador de la productividad, de la educación y del acceso a alternativas de entretenimiento.
