¿5G para achicar las brechas digitales?

La llegada de nuevas tecnologías siempre viene acompañada de expectativas exageradas sobre su desempeño e impacto en la sociedad. Tradicionalmente se nos explican los avances de las nuevas tecnologías disfrazándolas de panacea, tan solo con desplegarla se eliminarán los problemas que nos rodean. Ahora, atrasarse un poco en su despliegue puede convertirse en una sentencia de muerte. Es condenar al fracaso y oscurantismo a la sociedad.

Tal es la dicotomía entre la salvación y la perdición que la consultora Gartner hace años publica anualmente su Ciclo de Exageración de Tecnologías, donde se observa claramente cómo solo por medio del uso de la tecnología, acompañado por la frustración de entender que no cumple con todas las promesas, es que se puede llegar a comprender su verdadero rol y potencial en el mercado.

Hablar de tecnologías o ecosistemas tecnológicos, como lo es 5G, no se reduce a definir si la modernidad de un país depende de su acelerado despliegue. La realidad es mucho más compleja, sobre todo si quienes abogan por la tecnología la venden como herramienta para acabar con las diversas brechas digitales existentes.

Primero es importante considerar que la tecnología no es estática. Esto significa que se encuentra en constante evolución. Es por esta razón que mientras en América Latina comenzaban en 2011 los despliegues de 4G en su versión LTE, en la Universidad de Nueva York se establecía en 2012 un laboratorio para la investigación y desarrollo de 5G.

Asimismo, el surgimiento de LTE llega con una versión que en su momento daba velocidades reales pico de 20 Mbps. Sin embargo, luego de seis actualizaciones, esta tecnología ha registrado picos que superan los 600 Mbps de velocidad. Claro que las condiciones apropiadas deben acompañar a la red que tiene este desempeño. Aquí elementos que van de la infraestructura civil existente, la cantidad de espectro radioeléctrico utilizado y hasta el dispositivo del usuario, son algunas de las variables que permiten explicar por qué se logró ese pico en velocidad de transmisión de datos.

Otro tema muy importante para considerar es que cuando se mencionan las capacidades técnicas de una tecnología, lo que se publica es un listado de parámetros que eventualmente cumplirá la misma. En otras palabras, la primera versión solo llega a cumplir algunos parámetros y con cada actualización se va acercando al resto de características prometidas. Por ejemplo, la versión inicial de 5G que reutiliza las redes de LTE tiene como principal ventaja una mayor velocidad de transmisión de datos. Sin embrago, su actualización inmediata aumenta la capacidad para soportar un mayor número de dispositivos conectados. Luego de esta, la segunda actualización, entregará una menor latencia o sea menor tiempo de transmisión de los datos desde el punto de emisión hasta su punto de origen.

Una vez se llega a entender cómo se va mejorando con el tiempo 5G, es importante entender cuál es su impacto en el mercado. Aquí se observan dos grandes grupos, el primero es el que reduce la gran ventaja de 5G en sus mayores velocidades de transmisión.  El segundo, el que augura que 5G es el eslabón perdido que servirá para arreglar todos los problemas de conectividad y de esta manera zanjar las brechas digitales existentes en un país.

Afirmar que la gran ventaja de 5G es su gran velocidad es no comprender la totalidad de sus cualidades. Sobre todo, si se considera que la primera versión de 5G que llega a los mercados de América Latina y que dentro de la industria se conoce como la Versión 15 (Release 15) del 3GPP o no independiente (non stand alone, NSA). Esta versión inicial realmente no ha mostrado gran diferencia en velocidades de transmisión de datos a lo que ya se contaba en algunos mercados latinoamericanos con el llamado LTE. Porque utiliza para potenciarse la agregación de portadoras.

Esto no implica que 5G no cuente desde el inicio con importantes ventajas como mayor eficiencia al utilizar un recurso escaso como lo es el espectro radioeléctrico. Sin embargo, la mayor ventaja que provee 5G no es una mayor velocidad sino, como afirma la consultora Mobile Experts, la reducción en costo de transmisión de datos en hasta un 80 por ciento  en comparación con tecnología anteriores. Esta importante reducción es la que potenciará a 5G como catalítico en la adopción de otras tecnologías como realidad aumentada, servicios de almacenamiento en la nube, robótica, realidad virtual y analítica.

Lo anterior sin mencionar que los menores costos de transmisión de datos, junto a la capacidad de eventualmente poder conectar hasta un millón de dispositivos por kilómetro cuadrado, hace de 5G la plataforma ideal para comenzar ese largo camino hacia la digitalización. Con la llegada de esta tecnología los sueños de crear territorios inteligentes se hacen asequibles para regiones que anteriormente contemplaban esta idea como un sueño lejano.

Ahora, pensar que la eventual capacidad de 5G para abaratar costos la convierte en la tecnología que a corto plazo debe desplegarse en zonas rurales para acabar con las brechas digitales existentes es ignorar la realidad en la disparidad de poder adquisitivo que hay entre el campo y la ciudad en la América Latina. Por esta razón cuando se escuchan promesas de llevar robótica, inteligencia artificial o realidad virtual a zonas apartadas, de baja densidad población y escaso poder adquisitivo me parece que en el mejor de los casos se hace un listado de añoranzas. La alternativa es demasiado negativa para nombrarla.

Las tecnologías móviles tienen un periodo de vida promedio de alrededor de veinte años según nos comentan los expertos de Qualcomm. A esto hay que agregarle que aproximadamente cada diez años llega una nueva generación. De esta forma, el primer despliegue mundial de 3G en la familia del 3GPP ocurre en 2001, de 4G en 2009 y de 5G en 2019. Por lo tanto, en cualquier momento tenemos que mientras la más reciente tecnología comienza a desplegarse (en este caso 5G), la anterior comienza a tener un rápido crecimiento en adopción y cobertura poblacional (en este caso 4G), mientras que las anteriores ya comienzan a desaparecer por la falta de dispositivos y la obsolescencia de sus servicios (2G y 3G).

El crecimiento de 4G se da por efectos de las economías de escala pues ante la alta demanda por este tipo de dispositivos se va reduciendo el precio unitario de los mismos. Esto se da por una mayor cantidad de empresas que comienzan a producir una mayor cantidad y variedad de dispositivos de esta tecnología y la existencia de modelos anteriores de segunda mano que se revenden a menor costo. América Latina está en estos momentos experimentando el crecimiento en cobertura de 4G, necesaria para poder alcanzar aquellos municipios y localidades que hasta ahora cuentan con cobertura 2G y 3G. Importante si el objetivo es desconectar estas redes lo antes posible para abaratar costos operativos de los operadores y permitirles la reutilización del espectro utilizado por esas tecnologías para ofrecer servicios de 4G y 5G.

El proceso de reducción del costo unitario de los celulares de una nueva tecnología toma años. Según la consultora Counterpoint Research para que en América Latina se comience a adoptar masivamente una nueva generación móvil por el mercado masivo el precio de los teléfonos al cliente final debe ser menor a 75 dólares, aunque en mercados de mayor poder adquisitivo como Uruguay o Costa Rica, esta cifra podría subir a 125 dólares. En estos momentos los teléfonos de 5G sobrepasan ampliamente este precio, haciendo que su adopción inmediata recaiga en los quintiles económicos más altos de la población. Aunque las tasas de pobreza extrema existentes ponen un freno al porcentaje de habitantes que cuentan con el dinero suficiente para costear este servicio. Hay que entender que existe un número importante de latinoamericanos que aún con un teléfono gratis no tienen cómo costear una recarga mensual mínima que impida la desconexión de su línea celular. Según la Comision Económica para América Latina para 2019 había 86 millones de latinoamericanos viviendo en condiciones de pobreza extrema.

Por esta misma razón, quienes afirman que con 5G finamente se llevará a las zonas pobres servicios como inteligencia artificial, robótica o realidad aumentada raya en la exageración de una promesa que no podrá ser cumplida. Las brechas digitales no se resuelven solo con tecnología, sino también con la reducción de la pobreza, mejor educación e inversión en infraestructura civil. Si el dinero no fuese un factor, todo ciudadano latinoamericano podría tener servicio de Internet de banda ancha indistintamente de su localización al conectarse por medio de servicios satelitales.

No obstante, la realidad es otra como se ilustra en Colombia, país que luego de dos procesos de asignación de espectro para impulsar 4G en 2013 y 2019, para finales de 2020 contaba con menos de la mitad de su población con teléfonos capaces de poder conectarse a las redes de esta tecnología, según cifras del Ministerio TIC cruzadas con las de consultoras privadas. Afortunadamente, el recambio de teléfonos ocurrido en este mercado en los pasados dos años ha servido para mejorar esta situación.

Por otro lado, hay que reconocer que para reducir algunas brechas digitales o simplemente mejorar los servicios públicos que se le ofrecen a la población no hay que esperar al despliegue de las tecnologías más modernas. En el ínterin se pueden ofrecer servicios que mejoren los existentes, por ejemplo, consultas remotas para diagnósticos médicos por medio del envío de una foto y un correo electrónico. O el acceso a materiales educativos gratuitos que abaraten los costos de tener que comprar textos. En ambos casos, el mayor obstáculo es llegar a un acuerdo entre las partes involucradas y educarlas en cómo sería el proceso para lograr su objetivo. Un objetivo que podría alcanzarse con un teléfono casi obsoleto de tecnología EDGE o 2,5G como se publicitaba los mercados de América Latina.

Si 5G tiene un rol muy importante en los mercados latinoamericanos a corto plazo, éste se enfoca en los sectores productivos para hacerlos más eficientes. O como se ha observado en Costa Rica, para que las industrias enfocadas en la exportación puedan cumplir los requisitos técnicos que imponen los clientes ubicados en otras geografías. Las estrategias de despliegue y lanzamiento de 5G no responden únicamente a la demanda local, tampoco se limitan a servicios móviles.

Dicho esto, es importante mencionar que la llegada de nuevas tecnologías a un mercado no se traduce inmediatamente en su utilización para acelerar programas de gobierno que incrementen la eficiencia de las autoridades y agilicen los servicios que proveen a sus ciudadanos. Información recabada por el Foro Económico Mundial relacionada a la adopción de nuevas tecnologías o el rol que estas tienen en el programa de desarrollo de los gobiernos de la región muestran a Puerto Rico, Nicaragua y Haití como ejemplos de lo que podría definirse como falta de entendimiento de las ventajas que ofrece la tecnología. Situación inexplicable en el país antillano que aventaja a sus pares latinoamericanos en la llegada y despliegue de nuevas tecnologías. Desafortunadamente, podría decirse que es un excelente caso de peores prácticas pues cuenta con la tecnología, pero el gobierno local ha fallado en fomentar el desarrollo social y económico por medio de su utilización.

5G ofrece grandes ventajas, pero es una tecnología en evolución, donde aún muchas de sus promesas técnicas no están disponibles en las redes comerciales existentes. Sin embargo, para tomar ventaja del desempeño de la tecnología hay que tener los pies en la tierra y pensar más allá de la perspectiva tecnológica para agregarle aspectos económicos que nos hagan comprender cuál será su impacto a corto, mediano y largo plazo. Hablar de 5G como impulsor de robótica, blockchain, inteligencia artificial y computación en la nube es correcto si el foco es población de alto poder adquisitivo o un sector empresarial ávido de mejorar su eficiencia. Es necesario dejar que el mercado evolucione para que esta tecnología cada vez mejore su desempeño y vaya abaratándose para permitir que un mayor número de personas puedan acceder a la misma.

Mientras tanto los gobiernos pueden enfocarse en crear las condiciones necesarias para acelerar su llegada y expansión. Ya sea asignando una mayor cantidad de espectro radioeléctrico en condiciones atractivas para los distintos actores del mercado, mejorando la infraestructura civil existente y manteniendo un diálogo constante con la academia, el sector privado y la sociedad civil para encontrar alternativas de conectividad en zonas donde a las empresas no les sería rentable ofrecer servicios de telecomunicaciones.

Una vez se den todas estas condiciones, es preciso recordar que las brechas digitales no se subsanan con simple cobertura. Hay problemas de accesibilidad y educación que tienen que ser atendidos para que el ciudadano pueda beneficiarse de la tecnología. Sí, suena sencillo, pero es un problema muy complejo que tardará años, por no decir décadas, en corregirse.

*Las opiniones volcadas en esta columna son a título personal.

José F. Otero es uno de los principales expertos de América Latina y el Caribe en temas de TIC y telecomunicaciones, y posee más de 25 años de experiencia en el sector.

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