Exponenciales: por qué el ritmo de cambio es implacable

Probablemente ha habido más avances en los últimos 10 años que durante el siglo anterior. Inclusive para los que estamos en esta industria, sentimos que cada semana, e incluso todos los días, hay algo nuevo, y que las cosas que estaban de moda hace unos pocos años están quedando obsoletas e inclusive se convierten en algo vergonzosas.

Y según esa cuenta, el mundo ha entrado en un estado exponencial. Pero, ¿alguna vez se desacelerará de nuevo? ¿Siempre será así?

Me atrevo a afirmar que no solo no se desacelerará, sino que las cosas serán aún más rápidas. Puede parecer difícil creer que no haya límites para nada, y también es difícil estimar lo que ocurrirá de manera generalizada en el mundo en los próximos tres a cinco años, por lo que baso mi argumento en algo mucho más simple y que podemos experimentar en un marco de tiempo más intuitivo. Veamos cómo se introduce cada tecnología individual.

La mayoría de las tecnologías tardan un tiempo en desarrollarse y hacerse útiles. Algunas de ellas ni siquiera tienen una aplicación o caso de uso que ayude a su adopción, lo cual de por sí ya es un problema; pero inclusive cuando los productos o soluciones maduran y tienen todas las características necesarias, toma tiempo para que la adopción se vuelva generalizada. Como resultado, la introducción de la mayoría de las tecnologías termina pareciendo una “curva S” (o “sigmoide” por su función matemática). El conocido gráfico de “entusiasmo tecnológico” popularizado por la empresa de análisis de mercados Gartner, es una ligera variación, con una sobre-reacción inicial que está relacionada con las expectativas iniciales.

En la primera fase, el progreso tiende a ser lento y pareciera que pasa nada. El tema es casi un fracaso, pero luego, algo sucede y el público comienza a adoptar la nueva tecnología y entramos en la fase de crecimiento. En este punto, el progreso parece casi lineal, predecible. Es tentador pensar que el crecimiento continuará con una pendiente constante, pero eventualmente, ya sea porque el mercado se satura y se agota el número de nuevos clientes, o porque el éxito del negocio atrae competidores; el crecimiento comienza a desacelerarse y se desarrolla una “meseta”. Es interesante notar que la introducción de tecnologías no es la única disciplina donde estos tipos de comportamiento descritos por estas curvas entran en juego. Parecen estar relacionados con una variedad de procesos naturales. De hecho, en la definición misma de la función sigmoide en Wikipedia, se menciona que este comportamiento está relacionado con curvas de aprendizaje, rendimiento de cultivos, curvas de titrado, etc.

Ahora me voy a atrever a tomar un salto. Uno pequeño, pero aún así un salto. Voy a sugerir que los beneficios totales que una tecnología proporciona a la sociedad en general también sigue una curva S. Sin adopción, no hay beneficio. Máxima adopción, máximo beneficio. A esto podremos llamarlo la “curva de beneficio tecnológico” o la “curva de impacto tecnológico”. Se podría argumentar que hay algunas tecnologías que no requieren mucha adopción para tener un impacto, pero aún así necesitan ser adoptadas por unos pocos usuarios que son necesarios para tener un impacto, y aún así tendrán un período donde hay cero impacto y luego, después de un tiempo, máximo impacto.

Pero las innovaciones nunca ocurren de forma aislada. Siempre hay varias tecnologías que se adoptan en cualquier momento dado, en diferentes etapas de su ciclo. En realidad, puede haber docenas, cientos de estas curvas S superpuestas en diferentes momentos. Si aceptamos que este es el comportamiento general aproximado del impacto de cualquier tecnología, y le sumamos el hecho de que pareciera haber una nueva invención -por más pequeña que sea-, o una mejora que aparece cada día, obtendremos algo como el gráfico a continuación, donde cada color representa una tecnología específica.

¿Hasta aquí, me siguen? ¡Bien! Aquí está lo que sucede cuando estas curvas S individuales se suman para calcular el “impacto tecnológico” general:

Este modelo que hemos graficado, ni siquiera considera que algunas tecnologías pueden tener un impacto más grande que otras. Las curvas en el ejemplo anterior tienen una meseta máximo unitaria. Ahora bien, la primera parte de esa curva se parece mucho a una exponencial, y solo se estabiliza porque me detuve en cuatro “inventos”. Según este razonamiento, mientras sigamos produciendo pequeñas mejoras incrementales, el resultado nunca se estabilizará y seguirá siendo una curva exponencial completa.

No será absurdo decir que el mundo ha entrado en una exponencial y que nunca volverá a ser lo que era. Continuaremos viendo cambios que se acercan más rápido que nunca y que seguirán acelerándose. Pero, ¿qué significa todo esto para todos nosotros? ¿Qué significa para la industria de las Telecomunicaciones?

El efecto de los exponenciales en las empresas
Un mundo exponencial y concretamente un entorno, un mercado exponencial donde se desenvuelven las empresas, tiene efectos profundos en cómo operan las empresas. Analicemos uno de los artículos fundamentales en la teoría de negocios, publicado en 1937 por Ronald Coase. A pesar de que el artículo prácticamente le valió a Coase el Premio Nobel de Economía y que ha sido citado más de 40,000 veces, “The Nature of the Firm” no es un artículo muy popular entre el público en general, pero ofrece una explicación económica de por qué la gente prefiere formar asociaciones, empresas y otros negocios en lugar de simplemente intercambiar bienes y servicios en un mercado de forma bilateral. “La naturaleza de la empresa” (que es como se traduciría el nombre del artículo al castellano), argumenta que la razón principal por la que existen y se forman estas organizaciones es porque permiten tener costos de transacción más bajos paredes-adentro de la organización, comparado con fuera de ellas. Son básicamente máquinas para la eficiencia de las transacciones.

A medida que las tecnologías se vuelven más poderosas, también se vuelven más ampliamente disponibles, y la consecuencia eventual es que los productos y servicios tienen una mejor calidad, son menos costosos y salen al mercado más rápidamente. A medida que estas tendencias continúen acelerándose, y especialmente si hay digitalización involucrada, el ritmo de cambio entra en una espiral irreversible. En general, cuatro tendencias comienzan a retroalimentarse mutuamente:

Digitalización: Con la digitalización, los activos, una vez digitalizados, son más fáciles de replicar, generalmente sin degradación y con un costo marginal muy bajo. Hacer una copia más de algo que ya existe, casi no cuesta nada. También son más fáciles de transmitir, de entregar a alguien más, sin degradarlos. El hecho de que sea más fácil hacer copias perfectas y con un costo muy bajo, no sólo permite que las copias existan en diferentes lugares simultáneamente, sino también en diferentes momentos en el tiempo, a la conveniencia del consumidor.

Desmaterialización: El acto de la digitalización tiene consecuencias adicionales. Una vez que una encarnación digital de algo engloba y es capaz de entregar la percepción y la experiencia del objeto original, toma el lugar de aquél. La desmaterialización puede que no ocurra con cada instancia de digitalización, pero hay algunos ejemplos que no se pueden ignorar. Por ejemplo, todavía tenemos algo de dinero en efectivo en circulación, pero la gran mayoría del dinero es sólo un número en un libro de cuentas, y esos números son mucho más importantes que los billetes que podemos tener en nuestra billetera. El dinero se ha desmaterializado hasta tal punto que la forma en que la mayoría de los gobiernos crean dinero nuevo en su moneda soberana, es simplemente cambiando esos números en el libro de cuentas. No es necesario imprimir ni acuñar nada. Otro ejemplo puede ser la forma en que actualmente autenticamos nuestra identidad. Cuando nos registramos en un servicio, quizás debamos establecer nuestra identidad en persona o por teléfono (mas que nada para garantizar el pago), y en el proceso proporcionaremos una dirección de correo electrónico. A partir de ese momento, ya la cosa cambia. Cada vez que necesitamos hacer una transacción, tenemos que proporcionar una prueba de que podemos acceder a los sistemas a través de esas credenciales, y si por alguna razón algo sale mal, puede que tengamos que demostrar que poseemos acceso a esa dirección de correo electrónico que proporcionamos al principio. Tener acceso a la dirección de correo electrónico es una prueba de nuestros privilegios. El correo electrónico se convierte en identidad.

Desmonetización: La digitalización puede llevar las cosas aún más lejos. La flexibilidad permitida por la digitalización y la introducción de modelos de negocio innovadores permiten desvincular los ingresos del modelo tradicional. Modelos como el uso basado en suscripción, “freemium” y la publicidad, eventualmente hacen que algunos servicios sean desmonetizados. La disrupción que esto puede generar para las organizaciones que intentan aferrarse a los modelos tradicionales, puede ser significativa.

Democratización: Una vez que algo se ha desmaterializado y desmonetizado, se vuelve accesible para la mayoría de las personas. Cualquiera, en cualquier parte del mundo puede acceder a las plataformas digitales que hemos construido y, algunas veces, inclusive de forma gratuita. El nivel de democratización es tal que algunos gobiernos intentan hacer lo imposible para evitar que sus ciudadanos accedan a estas plataformas. La consecuencia de la democratización, además de la distribución masiva y lo que esto amplifica cualquier disrupción que se estuviera creando a través del modelo de negocio empleado, es que nivela universalmente el campo de juego y pone tremendos recursos a la disposición de cualquier persona en el planeta, elevándolos, permitiéndoles ser más efectivos en lo que hacen y tener un mayor impacto, lo que alimenta el ecosistema de innovación y progreso hacia adelante.

En general, la tendencia exponencial hacia una mejor calidad, menor costo y mayor rapidez, también reduce los costos de transacción para todos y funciona como un gran igualador, anulando efectivamente la ventaja de realizar transacciones dentro de la empresa. Una vez que se alcanza este punto, la competitividad y -podríamos argumentar-, la razón de ser de la empresa desaparece. Aunque intuitivamente suene plausible, puede ser difícil imaginarlo. Personalmente, cuando encuentro algo que es difícil de imaginar, tiendo a llevar el experimento mental al límite para ver qué sucedería en ese caso. Imaginemos un escenario en el que tenemos “freelancers” (por llamarlos de alguna manera), y que estos trabajadores independientes tienen acceso a herramientas y recursos que ahora solo las corporaciones más grandes y capaces tienen acceso. Supongamos que esos recursos y herramientas también estén disponibles bajo una base de “pago por uso”, o incluso mejor, de forma gratuita. Estas herramientas incluirían todo lo necesario para realizar el trabajo, software, herramientas reales, vehículos, etc., incluso recursos de manufactura que se podrían utilizar para producir una unidad. Este escenario no es tan difícil de imaginar ahora que tenemos software sofisticado de gestión del tiempo, herramientas de código abierto, etc., disponibles por muy poco costo o de forma gratuita, y que existe la impresión 3D capaz de fabricar piezas funcionales en pocos minutos. Entre estos “trabajadores independientes”, incluso podríamos tener profesionales legales que estructuren contratos para un proyecto, especialistas en recursos humanos que contraten a otros trabajadores independientes y administren sus beneficios como parte de su paquete de compensación. Podríamos preguntarnos (dejando de lado aspectos importantes como la gestión de la propiedad intelectual y otros que podríamos mencionar), ¿cuál es la diferencia entre esto y una gran corporación? En este escenario, esta “pandilla variopinta de inadaptados” podría competir eficazmente con cualquier corporación, para cualquier proyecto.

Este tipo de disrupción ha ocurrido en el mundo Telco con anterioridad. La aparición de las OTT es un ejemplo. De un ambiente totalmente controlado, donde conexión, almacenamiento, y contenido eran todos ofrecidos por la operadora, ahora tenemos un escenario donde el contenido viene de diversas fuentes, y en algunos casos, está desmonetizado.

En esencia, en este escenario, es fácil ver cómo se desafía la capacidad de las organizaciones tradicionales para crear (y acumular) valor. Pero lo que pueden hacer las organizaciones para garantizar que sigan brindando valor y subsistan es acelerar sus operaciones para mantenerse a la vanguardia. La única forma en que las organizaciones pueden seguir existiendo y mantenerse competitivas es adoptar atributos similares a los que crean estas tendencias exponenciales.

En el caso de las operadoras de telecomunicaciones, es imperativo que utilicen estrategias similares a las utilizadas por empresas tecnológicas más ligadas al género IT, y a las hyperscalers, adoptando, en sus operaciones ligadas al negocio, activos apalancados, personal bajo demanda, paneles de control o “dashboards”, e interfaces mejoradas para interactuar con sus clientes.

Con una amplia y diversa experiencia con empresas de la industria de Telecomunicaciones, Manufactura y Tecnologías de Información, tanto en grandes transnacionales en el mercado latinoamericano y estadounidense, como con startups en el área de Silicon Valley; Huba Rostonics asiste a empresas deseosas de capitalizar la era exponencial, en sus esfuerzos de optimización de operaciones de negocios, mejores prácticas para el éxito del cliente, y estrategias de go-to-market. Huba, quien tiene una formación doble en Ingeniería y Estrategia de Negocios proveniente de la Universidad Simón Bolívar, NSU, Cornell University, y la Copenhagen Business School, reside actualmente en la ciudad de Seattle, es muy activo en la red social LinkedIn (https://linkedin.com/in/rostonics) y publica frecuentemente en su blog personal, The ChannelMeister (http://channelmeister.blog)

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