Crack. El servicio OTT de video de Sony Pictures Television, Crackle, se rompió. En una carta a sus empleados, publicada por Variety, la compañía anunció que discontinuará el servicio a partir del 30 de abril de 2019. Dejará atrás a sus clientes, pero, fundamentalmente, a 65 operadores que habían confiado en su propuesta.
No es el primer OTT que había plantado como bandera ganar terreno con un modelo basado en intermediarios. Antes que Crackle, Qubit en Argentina había intentado penetrar en el mercado de streaming de video con una propuesta de marca blanca que, finalmente, no prosperó. La compañía argentina cambió la estrategia para comenzar a vender de manera directa y así lo sigue haciendo hasta ahora.
Aunque los comparemos, no deberíamos acercar tanto el caso de Qubit con el de Crackle. Si bien el modelo fue similar, la realidad es que los momentos en que se lanzaron al mercado fueron distintos. Además, Crackle venía soportado por uno de los grandes estudios, Sony Pictures Television (SPT), y tenía conocimiento del mercado regional, experiencia que a Qubit le faltaba cuando a principios de la década intentó con poco éxito vender su servicio como marca blanca.
En 2016, cuando la compañía de Sony cambió de paradigma de comercialización —antes, su servicio se ofrecía de forma gratuita y se financiaba con publicidad, tal y cómo se hace todavía en los Estados Unidos y otros países alrededor del globo— había ciertos indicios que nos podrían hacer creer que el caso de Crackle no terminaría como un experimento fallido.
SPT llegaba a Latinoamérica con un modelo que proponía capitalizar su relación con los operadores de TV paga tradicional para comercializar su propio OTT. Netflix ya estaba fuerte en la región desde su lanzamiento en 2011 y todavía no se imaginaba la explosión OTT que se daría con la llegada de HBO y Amazon Prime Video, entre otros. El dólar fuerte parecía un limitante para el éxito de los OTTs que vendían directo en América Latina y aliarse con los operadores se mostraba como la estrategia más lógica. “Ellos son la forma más eficiente de monetizar y comercializar contenidos en América Latina. Los operadores ya llevan muchos años en el negocio y tienen canales de comercialización muy eficientes”, señalaba por entonces el gerente general de SPT en América Latina a TeleSemana.com.
Crackle supo hacerse un lugar en el mercado a través de acuerdos con más de 65 operadores de 17 países de América Latina. Entre ellos, con América Móvil, que tan solo tres meses atrás anunciaba haber integrado y extendido Crackle su servicio Claro Video en once países. La mexicana no debe estar muy contenta de que, después de este esfuerzo de integración, Crackle decida que el modelo no es más viable en la región.
Podemos creer que la estrategia de apoyarse en intermediarios es el problema, pero lo cierto es que otros OTTs también se están aprovechando de este modelo para ampliar su alcance. A pesar de que su foco es vender de forma directa, Netflix también se apoya en algunos operadores en América Latina para la facturación de sus servcios. Viacom, en tanto, empezó a comercializar sus contenidos infantiles de Noggin a través de operadores, estrategia que le permitió crecer cuatro veces en cantidad de suscriptores, según lo que la misma productora comentaba en el último Mobile 360 Series Latin America que se realizó en Buenos Aires.
De acuerdo con la carta publicada por Variety, “Crackle Latin America no es sustentable debido al ambiente local competitivo”. Quizás porque el modelo a través de intermediarios, finalmente, es más un complemento que un modelo en sí mismo; quizás porque Crackle se equivocó a competir por precio cuando, en realidad, la competencia se está dando en el ámbito de la calidad de contenido o quizás porque SPT no le otorgó suficiente tiempo para que los acuerdos comenzaran a mostrar sus resultados, lo cierto es que Crackle se despedirá de la región en abril.
“Mientras que estamos cerrando el servicio de Crackle en América Latina, el área de OTT directo al consumidor se mantiene como un área de importancia y seguiremos explorando oportunidades en este espacio”, señala SPT, alineándose con la estrategia de sus competidores de lanzar aplicaciones que ofrezcan bajo demanda los contenidos de la TV lineal. Canal Sony y AXN, sus dos señales en América Latina, permanecen como el último bastión desde el cual construir. “Seguiremos pensando en grande, innovando e invirtiendo para estos activos y nuevos prospectos”, afirmó la compañía.
La realidad demuestra que luchar en el negocio OTT resulta difícil para operadores, pero también para jugadores de talla como SPT. Tampoco la suma de fortalezas parece ser suficiente para ganar una posición en el mercado liderado por Netflix y secundado por compañías tan potentes como Amazon o HBO. Por ahora, sólo queda pensar que los operadores deberán dejar de competir en este mercado y, por el contrario, aprovecharse de los fuertes para aliarse. Al fin y al cabo, mejor esforzarse por integrar un contenido que ha probado ser exitoso.